Ambos se miraron desconcertados, creían que su mundo se venía abajo, especialmente el ambiente laboral. Se sentían estúpidos, tanto tiempo intentando ser precavidos y disimulados con su relación cuando salían en la calle y por un simple beso que ellos consideraron inofensivo los habían pillado.
Ambos tragaron saliva, viendo justamente aquel pequeño beso que se habían tomado en la televisión. Alguien definitivamente los habría estado siguiendo para capturar la imagen, estaba claro que podía ser un perfecto paparazzi.
No dijeron nada y el silencio fue el principal arma para seguir en aquel estado de shock en el que estaban. Enzo carraspeó, apagando la televisión y con cero ganas de mirar su celular.
Se sentó al lado de Matías quien estaba en el sofá mirando aún la televisión en negro sin poder despegarse de aquel electrónico que no reproducía ni emitía ningún sonido.
Enzo pensó en qué podía hacer en esos momentos, indeciso respecto a los pensamientos de su novio justo en ese momento, quizás quería espacio para poder asimilar todo lo que estaba pasando en ese momento.
Se escuchó cómo un trueno sonaba de la nada, y pronto gotas chocando contra la ventana de la casa de Enzo se hicieron presentes, había comenzado a llover, justamente el clima perfecto que imitaba y representaba a la perfección los sentimientos y emociones de la pareja por aquella noche tan especialmente trágica.
Matías fue el primero en abrir la boca, cerrándola inmediatamente aún en duda de decir o no algo. Estaba igual de nervioso que Enzo, solo que él podía demostrarlo mucho mejor que el Uruguayo.
—Quiero que me abracés, Enzo.
El más alto se sobresaltó, pero no dudó ni un segundo de hacerle caso, arropándolo en un brazo confortador no solo para Matías, sino para él mismo. El Argentino tomó aire, aferrándose al pecho y brazos de su novio, dejándose llevar por sus emociones negativas.
—Vamos a poder con esto, ¿verdad?
Preguntó, haciendo que Enzo cerrara sus ojos y asintiera lentamente, profundizando mucho más aquel abrazo tan lleno de confianza que entre ambos estaban teniendo.
—Con esto y mucho más, chiquito, te lo prometo.
Se aferró con más fuerza, acariciando la espalda de Matías con suavidad, en un vaivén de arriba hacia abajo y lentamente.
—¿No me vas a dejar por esto?
Se escuchó otro rayo debido a las malas condiciones del clima en aquella noche, ni Enzo ni Matías habían prestado atención a las predicciones del tiempo.
—No, mi nene, ni por esto ni por nada, yo estaré con vos en las buenas y en las malas.
Matías se sintió completamente protegido, no quería separarse de aquel abrazo, si no fuera porque Enzo comenzó a romperlo lentamente. Se vieron fijamente a sus ojos, Enzo le sonreía con una mirada de amor que le entregaba toda la confianza, protección y esperanza que buscaba.
Se levantaron en silencio para dirigirse a la habitación y acostarse en la misma, Enzo abrazó a Matías para que este se recostara en su pecho, haciéndole cariño para relajarlo un poco y pudiera olvidar al menos un poco todo lo que había pasado.
—Sos mi salvación, Enzo.
Confesó, sin saber que estaba haciendo al hombre más feliz del universo con sólo aquella frase que dijo para luego cerrar los ojos con intenciones de dormir.
Enzo lo miraba perfectamente como si estuviera soñando, la lluvia aún se escuchaba, pero poco a poco comenzaba a cesar. Vogrincic se sintió más tranquilo cuando notó los pequeños ronquidos de su nene indicando que se había quedado dormido, sus pensamientos lo ahogaban, pero estar abrazando a Matías, la persona que más amaba lo calmaba, por lo que ambos durmieron tranquilamente y, enamorados.