Ahí lo tenía, y no lo podía creer, veía sus manos manchadas de sangre, a Esteban con los ojos cerrados sobre sus piernas, sentía a Matías subir las escaleras para ver a su madre, pero por mucho que le doliera admitirlo, no le importaba nada más que su amigo dando sus últimos respiros. Su corazón seguía palpitando, pero Enzo sabía que aquellos pálpitos pronto se convertirían en una canción silenciosa lleno de dolor y desesperanza.
Malena ahí estaba, afuera de la casa la cual ya no tenía puerta, mirando si llegaba la ambulancia. Cuando se empezaron a escuchar las sirenas, alertó a Enzo, quien intentó tomar a Esteban lo más cuidadosamente posible, cargándolo como princesa.
Los paramédicos llegaron, poniendo a Esteban en una camilla dentro del vehículo y atendiéndolo como pudieran con lo que tenían dentro. Le ofrecieron a Enzo si quería entrar, lo cual negó.
Si Esteban moría, que era lo más probable que pasara, no quería quedarse con el último recuerdo de él "vivo" en un auto de ambulancia camino al hospital. Tampoco quería ir a su funeral, tampoco quería que el último recuerdo que tuviera de él fuese en una especie de cajón de madera llamado ataúd.
Se miró las manos, las sirenas de la ambulancia ya no se escuchaban, se las miraba directamente sin poder creer que había perdido a su mejor amigo. Esa sangre no era sangre falsa, era real. Era la sangre de Esteban Kukuriczka. Se secó las lágrimas que aún tenía en su mejilla, manchándose la cara de sangre, frustrándolo más, comenzó a sacarse la sangre que tenía en la cara, manchándose aún mas, haciendo que con impotencia, se golpeara el rostro, Malena se interpuso, tomando sus manos con dificultad por lo fuerte que Enzo era.
—Enzo, Enzo sé que estás pasando por un momento de mierda, pero tenés que concentrarte, por favor.
Vogrincic miró a la chica, tragando saliva, le dolía, le dolía en el alma admitirlo, pero tenía razón. No dijo nada, mordió su labio y sin mirarla, se levantó dando un suspiro, sólo uno. Porque si daba otro, lloraría nuevamente.
Miró a Malena, susurrándole un "gracias" que pudo escuchar, subió las escaleras con la chica siguiéndole, y ahí estaba la puerta abierta, Matías se encontraba sentado en la cama, mientras su madre estaba inconsciente en el suelo, el dúo que había llegado inmediatamente se imaginó lo peor.
—Cuando subió se golpeó con la pared por el estruendo de la puerta, quedó inconsciente, ya llamé a la policia.
Enzo suspiró, mirando a su suegra con odio, ella había sido la asesina de Esteban. Apretó los puños con fuerza, Matías le hizo una seña a Male para que se fuera, quien obedeció, quería ser un apoyo para Enzo en aquellos momentos tan fundamentales en el que lo necesitaba, se necesitaban mutuamente.
Matías se acercó a Enzo, un poco inseguro, pero lo abrazó, Enzo no correspondió, no quería ensuciar a Matías con sangre.
—Lo siento tanto, Enzo, no sabés cuanto.
Habló llorando, Enzo estaba a punto de estallar en lágrimas nuevamente.
—Disculpá, posta, soy un estúpido de mierda, un niño que no sabe lo que hace, eso soy.
—No Mati, no digas eso ahora, por favor..
De repente escucharon a Malena hablar, y unas voces de unos hombres abajo, la policía había llegado.
Bajaron rápidamente, sorprendidos al ver a Enzo con sangre, claramente preguntaron que había pasado, ni Enzo ni Matías eran capaces de hablar, por lo que Malena se encargó de eso y contó todo tal cual había pasado con lujo de detalles de inicio a fin.
Subieron encontrándose con la señora aún inconsciente, teniendo que esperar hasta que despertara, lo cual no demoró casi nada, a Matías en el fondo le dolía como su madre gritaba para que la soltaran, diciendo que no se arrepentía de nada y de que Jesús estaría orgulloso de ella al intentar exterminar a los homosexuales.