Enzo se quedó en silencio, Matías también.
Recalt podía sentir su corazón palpitar cada segundo que pasaba de silencio más rápido, tenía miedo, pero al mismo tiempo sabía que ese bebé no tenía la culpa de la irresponsabilidad de Matías al haber "procreado" con Malena.
Matías no pudo ni mirar a Enzo, ya escuchaba lentamente palabras de Enzo en su cabeza con frases imaginarias que él creía que le diría, como por ejemplo, que no lo quería ver más y que estaba harto de sus actitudes.
Pero se quedó atónito al percatar una sonrisa proveniente de Enzo.
—Vos sabés que tener un hijo con vos es lo que más feliz me haría, Mati.
Matías lo miró y pudo apreciar más su sonrisa, podía jurar que los ojos del Uruguayo estaban húmedos, como si fuese a llorar pero se lo estaba aguantando, como claramente no podía leer los pensamientos de su pareja, no sabía si eso era bueno o malo.
—¿Vos me hablás en serio, Enzo?
El mayor asintió, respirando hondo para que no se escapara ni una gota de alguna lágrima traviesa que quisiera pasar por su mejilla.
—Independiente si sea de Malena o no, sabíamos que un vientre de alquiler era lo único que podíamos hacer para ser papás, y amo que tenga tus genes, porque no tendrá mi sangre, pero si tendrá todo mi amor.
Matías posicionó sus manos en su boca con asombro, a comparación de Enzo, él lloró simplemente por no poder controlarlo por la hermosa emoción que sentía en ese momento. Realmente el destino le había dado un muy, muy buen hombre, y que mejor que crear una familia con ese hombre que a sus ojos era perfecto, y aquel hombre que todos y todas querían era su pareja, Enzo Vogrincic.
Lo abrazó, y Enzo pudo sentir que no era un abrazo como los cotidianos que se daban a veces, o bueno, que Enzo le daba, porque Matías siempre fue más reservado con muestras de cariño. Pero ese abrazo fue suficiente para que a través de sus cueros abrazados se transmitieran todo lo que sentían en ese momento, tranquilidad, esperanza, paciencia, confianza, pero sobre todo, amor.
—¿Cuando se va Malena?
Preguntó Enzo, aún manteniendo el abrazo y acariciando los mechones de cabello de Matías, estaban más largos, no tanto, pero luego del rodaje lo primero que hizo fue cortárselo.
—No me acuerdo la verdad, quedamos de juntarnos mañana, ¿querés ir?
—Si a todo con vos.
Sonrieron y Matías pudo notar perfectamente cómo a Enzo le brillaban sus ojitos, cosa que amaba, sentía que haberlo conocido desde relativamente pequeños no fue una coincidencia, Matías realmente creía en esos clichés románticos, específicamente en el hilo rojo del amor, creía que él y Enzo estaban destinados. Aunque tenía heridas del pasado, sentía que poco a poco iba superándolo, aunque eso no significara que no pudiera recibir ayuda profesional de vez en cuando.
Tenía muchas preguntas, como por ejemplo su amigo Chubi, ¿que pasó con él? O respecto a la muerte de su papá, pues nunca vio el cuerpo ya que nunca lo convencieron de ir a su funeral.
Pero sentía que todas esas preguntas ahora eran innecesarias, porque su familia se había extinguido, su mamá estaba en la cárcel y su padre muerto, ahora tenía que concentrarse en SU familia que estaba a un paso de formar, una familia con Enzo.
Aquellas preguntas no cambiarían cada, sentía que era para peor, porque creía que era como volver al pasado, y eso era lo que menos quería, además, tiempo al tiempo, las respuestas a veces aparecen porque el destino quiere, y si no, es por algo.