La pareja subió al auto, nerviosos, habían quedado de juntarse en el Starbucks, estaban yendo, ya cuando estaban llegando, Enzo miró de reojo a Matías. Estaba jugando con el cinturón de seguridad.
Cuando el semáforo mostró la luz roja, Enzo aprovechó de tomar su mano y besarla, como para tranquilizarlo.
Vogrincic no era vidente, pero por alguna razón, tenía un mal presentimiento.
Matías solo le dedicó una sonrisa, una sonrisa que era falsa, se notaba, Matías emitía una luz tan linda, tan positiva, y no verla le hacía ir perdiendo poco a poco la esperanza.
El Uruguayo estacionó el auto, y ahí se quedaron, nadie salía todavía, había un silencio que los iba matando lentamente, como una cuchilla que se iba enterrando hasta quebrar los huesos, una cuchilla que no dolía, que no sentían.
Ambos no se podían imaginar una vida sin el otro, y el simple hecho de pensarlo, hacía que todos sus planes a futuro, sus planes juntos, se desvanecieran como la nieve cuando sale el sol.
Se miraron, con los ojos llorosos, y a través de simples miradas conectaban con la desesperanza en común que sentían. Quizás no era tan malo, pues dicen que un bebé es un regalo de Dios.
Pero el pasado los perseguía, y no podían seguir corriendo, porque llega un punto, donde se cansan y dejan de correr.
Enzo parpadeó dejando caer unas pocas lágrimas, limpiándolas rápidamente, ¿Cómo le pedía a Matías que confiara en él si lo veía así de vulnerable?
—Enzo, vos también tenés miedo, ¿Por qué lo ocultás?
Vogrincic se mantuvo en silencio, estaba a punto de abrir la puerta del auto.
—No tengo miedo Mati.
—Yo sé que lo tenés.
Se miraron nuevamente.
—¿Vos estás seguro de que querés ir conmigo?
—Iría a todas partes si es con vos.
Enzo se sintió un poco aliviado, no fue hasta que por el vidrio del auto vieron a Sofia cruzando la calle, estaba con la panza grande, tampoco tanto, como si tuviera 6 o 7 meses. Estaba tecleando en el celular, tenía una expresión negativa, como enojada, afligida, estaba llorando. Matías tragó saliva al ver su barriga.
Justamente Enzo recibió un mensaje, era de Sofia, hasta que se escuchó un estruendo, Vogrincic lo escuchó, no le tomó mucha importancia pues estaba más preocupado de su celular, sin embargo, vio a Matías, estaba en shock, escuchó gritos de las personas, no entendía que pasaba, miró al frente, y vio a Sofía tirada en la calle con sangre alrededor, con personas alrededor, y ningún auto que la pudiese haber atropellado, a menos que se haya dado a la fuga.
Abrió los ojos como platos, Matías comenzó a temblar, la ansiedad lo estaba carcomiendo, Enzo no sabía qué hacer, estaba atónito, se sacó el cinturón y abrazó a Matías con todas sus fuerzas, haciéndole cariño en la cabeza intentando calmarlo, sabía las condiciones mentales de Recalt, que cuando no pudiera más tenía que tomar pastillas, pastillas que en ese momento ninguno de los dos creyó necesitar y por esa misma razón no tenían a mano.
Matías respiraba agitadamente, muy, Enzo le tomó el pulso y estaba muy acelerado, mucho más de lo normal, seguía acariciándolo, no podía evitar ver de reojo el cuerpo de Sofía, quien ya no podía verlo por como la gente se iba colocando alrededor.
Tomó aire mientras sostenía al menos entre sus brazos, sin decir ninguna palabra, pues estaban tan shockeados que aunque quisieran decir algo, no saldría palabra alguna.