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— Oma, ¿Cómo me veo?

— Woa, ¿Por qué está tan arreglado? —comenzó a arreglar la corbata que llevaba Han en su cuello— ¿Es por la graduación de Muriel?

— Más bien por Muriel.

— ¿Aún piensas en eso, cariño?

— Prometí que de mayor me casaría con ella, y mantendré esa promesa.

— Hannie, ¿Sientes algo por Muriel?, no puedes casarte con alguien solo por una promesa, o por palabras de cuando eran niños.

— Creí que eso era lo que querían ustedes.

— Claro que sí, los vimos crecer juntos, jugar, verlos decir que son esposos de pequeño nos parecía muy tierno, pero, si ustedes no se aman nuestras ideas pasan a segundo lugar, tú, hijo mío, debes estar con alguien a quien en serio ames, a quien haga latir tu corazón, quien te quite el sueño.

— Pero, Oma… Muriel es mi mejor amiga —se miró frente al espejo— y también la única chica que me ha gustado desde que tengo uso de razón, mi corazón late más rápido cuando la veo, y siento cosquillas en mi vientre, mi pecho se aprieta cuando la veo sufrir por su periodo, y lo uso como excusa para estar junto ella, dice que si la abrazo ya no siente tanto dolor.

— Entonces, deberías decirle.

— Se lo diré, no me importa que sea mayor a mí por tres años, está tarde, le diré que me espere, y cuando cumpla la mayoría de edad seremos novios.

Pero esa tarde, apenas las fotografías terminaron, Muriel salió en busca de Jungkook, y Han al verlos juntos en la playa, desistió de la decisión que había tomado.

— Deberías quedarte, aún tengo tu ropa en mi closet

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— Deberías quedarte, aún tengo tu ropa en mi closet.

— Esperaba que me lo pidieras, necesito uno de esos abrazos en los que me quitas el dolor.

Han abrió sus brazos feliz de aquella petición, Muriel se acercó hasta su cuerpo y se metió entre él, Ji Sung daba de esos abrazos tan tiernos que cualquiera encontraría paz en ellos, Muriel siempre lo buscaba en situaciones difíciles, no importa que Han estaba haciendo, si su amiga le pedía un abrazo él corría hacia ella para quitar su dolor.

— ¿Qué sucede?

— Han, te quiero —el corazón de Ji comenzó a latir con fuerza— prométeme que siempre seremos amigos, sin importar lo que suceda, siempre estarás para mí.

— Siempre estaré para ti, tú, solo llámame e iré corriendo a ti —ella levantó la mirada quedando de cerca al rostro del rapero, Han se perdió en aquella sonrisa y se rogaba que controlara sus hormonas y pensamientos.

Solo por miedo a perderla por sus actos, se detuvo ante el deseo de probar sus labios.

— Te prometo lo mismo, y de paso te daré un golpe si cometiste un error.

— Agresiva.

— Así me quieres —volvió a apoyarse en su pecho para mirar la película.

— Así te quiero —confirmó pensando que así era lo mejor.

Más tarde, Muriel se fue a la cama y como cada noche que ella se quedaba ahí Ji Sung durmió en ese cómodo y grande sofá, pensando en cada cosa que Muriel le hacía sentir, asegurándose que nunca encontraría a alguien igual que le ocasiona esos estragos en todo su ser.

Letras comenzaron a invadir su cabeza, frases que quizás nunca le diga, una declaración que se ha guardado toda su vida, y antes que estás desaparecieran las escribió en un papel sobre su escritorio.

Había estofado maravillosas, tantas como borrones, repeticiones y versos, se sentía hundido en esos pensamientos que solo eran de él, y que quizás algún día compartiría con el mundo sin confesar que estaban dedicados a una chica especial en su vida.

— ¿Que haces? —pregunto Muriel en su oído mirando el papel.

Hannie arrugó todo en su palma y lo hecho a su boca.

Adiós.esfuerzo de una letra maravillosa.

— Oppa, no hagas eso —saco el papel de sus labios sin esfuerzo— Te dolerá la panza y te amaneceras en el baño.

— ¿Que haces despierta? —cuestiono quitando la hoja de su mano antes que viera la dedicatoria con su nombre escrito.

— Tenía sed, y venía por agua.

— Debiste decirme, te prohibieron caminar —la tomo en sus brazos llevándola hasta el sofá.

— También venía a ver si estabas despierto —contó casi en un grito pues el se había ido hasta la cocina.

— ¿Por qué? —le entrego una botella y se dejó caer a su lado.

— Oppa… ¿Duermes conmigo?

— ¿Que?, ¿Tienes miedo? —ella negó con una mueca tierna en su rostro— ¿Te duele?

— Un poquito, además, tu cama es muy grande y me siento sola.

— Bien, me quedaré hasta que te duermas.

— Sí —canturreo aplaudiendo tiernamente— llévame a la cama, Yeobo.

— Ahora si te puedo cargar —dijo agarrándola en sus brazos— ya no soy el niño débil que se caía contigo a cuestas

— Ahora estás muy sexy y grandulon, ya hasta me superaste en tamaño —Hannie sonrió con ternura, Muriel no había notado lo hermoso que se veía así, tierno y varonil, por un momento sus mejillas se enrojecieron por primera vez con Ji Sung.

Había una leve luz en el cuarto por la lámpara del lado de Hannie, era tan tenue que no molestaba en los ojos abiertos de Ji Sung, que miraba enamorado a Muriel, quien dormía plácidamente hasta hace un par de horas.

Despejó su rostro de las hebras de su cabello, y sintió que era momento de dejarla sola, luego, de soltar un hermoso suspiro intermitente.

— No te vayas Ji Sungie —balbuceo entre dormida— me siento segura si te tengo conmigo.

— Deberías descansar, boba.

— Te quiero cerca —respondio acomodando su cabeza en la almohada— lamento dejarte plantado, Lo siento, Oppa

Han siguió acariciando su cabello y luego sus mejillas sin apartar su vista del rostro tranquilo de Muriel, que ganas tenía de besarla, y lo hizo, pero levemente en su frente provocando que Muriel se acerque más a él, quedando en su pecho.

Solo ahí, se permitió dormir también.

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