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Muriel compraba algunos dulces en la tienda de conveniencia, se le había hecho costumbre que la fecha próxima a su periodo hubieran unos cuantos en su cómoda, en caso de que la pena la inunde.

- ¿Ya escucharon? -murmuró una señora a otras

- Yo lo oí, pero no sabía si era verdad.

La chica que conocía bien a las mujeres mayores por haberles ayudado con su mandado un par de veces se acercó a ellas.

- Yo también quiero saber -le susurro con una sonrisa.

- ¡Muriel! -exclamó trágica una de ellas con la mano en su pecho- casi me das un infarto -las cuatro rieron.

- Deberían comprar sus cosas, aprovechen que estoy aquí y las ayudo a llegar a su casa.

- Déjanos comentar sobre la vida de otros, es lo único que nos queda.

- Háganlo mientras compran -tomó la lista en la mano de una de ellas y la leyó.

- El Hijo de los Han salió a una cita hoy -muriel se quedó quieta escuchando- se veía muy atractivo, se veía mayor.

- ¡Ah!, eso, vino a buscar a mi nieta en la mañana, a ella le gusta desde que eran pequeños, espero que se comprometan, ese niño es el ideal para cualquier mujer.

- Por lo que escuche habían salido antes.

- Sí, en la secundaria, salieron tres veces, pero por alguna razón hace unos días, Ji Sung fue a buscarla y pedirle una cita.

- Que romántico -Muriel puso sus ojos blancos.

En su cabeza había miles de preguntas, aquella niña era la misma que la molestaba cuando era pequeña, ¿por qué Han salió con ella después del daño que le hizo?

La campanilla de la tienda sonó avisando la entrada de alguien más, me metió entre pasillos, y al ver a la chica al fondo fue directo a ella.

- Te encontré -le dijo y las mujeres quedaron viendo el porte de aquel que se cubría hasta el rostro.

La chica levantó su mirada desde los pies hasta llegar a los ojos que se veían como medias lunas por la sonrisa que llevaba.

- ¿Me extrañaste? -ella se acercó para verlo mejor y al reconocerlo empuño su mano golpeando levemente su brazo- ¡Ah!, ¿y eso porque fue? -sobó el lugar del golpe.

- ¡Llegaste a Corea hace ocho meses y recién me vienes a ver! -el volvió a sonreír está vez bajando su mascarilla.

- Yo también te extrañe, Noona -le dijo y tomó sus hombros para abrazarla- no sabes cuánta falta me hiciste.

Las mujeres que estaban observando reconocieron al chico y la cercanía con Muriel, por lo que en silencio y gestos entre ellas les dejaron solos en ese momento.

Ella, comenzó a subir lentamente sus manos hasta abrazarlo correspondiendo, acomodó su cabeza en su pecho y se dejó invadir por los sentimientos que despertaban junto a la llegada de Jungkook.

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