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El día blanco era el más esperado por los jóvenes de la escuela central de Busan, un día en el que se había hecho tradición conquistar a las chicas de quienes estaban enamorados los jovencitos. Este año no fue la excepción.

Los pasillos estaban adornados por doquier con corazones, globos y tulipanes artificiales de color rosa, esa flor en específico significaba una declaración de amor, el que duraría hasta el final de los días.

Jungkook caminaba por el pasillo B en busca de Muriel, ese día le confesaría su amor, estaba decidido a ello, tomó entre sus dedos los boletos para el programa televisivo al que se presentaría Ailee una cantante que según la chica tenía los mejores Ost de la historia, así fue como se volvió su fan número uno. Es que sus canciones le erizaban la piel y de alguna forma habían momentos en que las letras la representaban en su día a día.

Y cuando estaba a punto de entrar al salón de clases divisó por la ventana un tumulto de chicas alrededor del asiento de Muriel que cuchicheaban por lo bajo.

Perdido en sus pensamientos fue a su pupitre y se quedó viendo deduciendo que había sucedido, fue entonces cuando la chica entró al salón y sus compañeras se abrieron paso a su asiento.

— ¿Qué sucede? —preguntó ella

Bajo la mirada al instante y vio las flores allí. Un enorme ramo de tulipanes rosas con un cinto blanco que las mantenía una con la otra firmemente. Muriel trago pesado, se acercó para buscar la nota y apenas la leyó dió un suspiro eternamente molesto.

Agarró de él y caminó por los pasillos hasta el segundo piso, detrás de ella, unos cuantos testigos para aquel drama que se avecinaba.

Hace unos días, un chico de último año se le declaró de una forma tan romántica que cualquier chica hubiera caído a sus pies, pero no Min, su corazón estaba ocupado por dos chicos y no tendría espacio para otro más, además, Moon Do Miung era muy conocido por solo utilizar chicas a su beneficio, ella no sería una de ellas.

Apenas llegó frente a él, quien estaba con sus amigos dejó caer el enorme ramillete de flores desarmando incluso a los pétalos.

— ¡Ya! —grito el joven cólico de rabia— ¿Sabes cuánto gasté por eso?

— ¿Acaso yo te lo pedí?

— Maldita engreída —levantó su mano simulando querer abofetearla— así ningún hombre va a quererte.

— No dependo del amor de un hombre —el tipo sonrió con sorna y dió un paso a ella.

— Deberías coger para que se te quite lo amargado.

— Quizás lo haga, pero tú nombre no está en mi lista mental —respondió sin ninguna pizca de miedo— deja de intentar que me agrades, Moon, te hace ver patético

Min Muriel giró sobre su eje, ahí su cuerpo dió un temblor, claro que tenía miedo, Do Miung era muy conocido por ser agresivo con las chicas que se le negaban, una que otra debió cambiarse de institución solo para no recibir más acoso por parte de él.

Pero ella no lo vio venir.

Cuando Muriel daba sus pasos agónicamente llena de temor por las represalias, Moon Do Miung dió una fuerte nalgada en su trasero, atrapado con su mano y acercándose a su espalda para frotarse con ella.

— Ni cuenta te darás cuando esté sobre tí —le susurro en el oído y ella sintió unas ganas enormes de vomitar su desayuno.

La mirada de la chica se nubló ante las lágrimas que amenazaban con salir, y solo pudo distinguir dos siluetas acercándose a ella con rabia, abriendo paso entre los que estaban presentes siendo testigos del abuso de Moon.

VerSus       -terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora