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— Oh!, Yeobo, hay una promoción para parejas…

— No otra vez —susurro tomando el puente de su nariz.

— Tan malo es fingir que eres mi novio —le dio un coscorron— Aigo, y después bien que disfrutas los pastelillos.

— Ok, hagámoslo —entrelazo las manos y entraron a la cafetería.

No solo disfrutaron de chocolate caliente y un pastelillo de chocolate con fresas, sino que esa tarde, en esa cafetería, se realizó un concurso entre las parejas que se presentaron, y Muriel con Ji Sung, ganaron por conocerse más, siendo la pareja ideal.

La fotografía de ambos felices juntos, cargando una gifcard tamaño gigante y descuentos por un mes en compras de parejas colgaba de la nevera de Ji Sung, y en la billetera de Muriel.

Han estaba saliendo del elevador camino al departamento de su amiga, se había preocupado luego de oír a Changie, y no pudo controlar las ganas de ir una vez más a su socorro

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Han estaba saliendo del elevador camino al departamento de su amiga, se había preocupado luego de oír a Changie, y no pudo controlar las ganas de ir una vez más a su socorro.

No toco el timbre, su idea era regañarla tanto hasta que ella llorara todo lo que debía llorar por tener un corazón roto, pero, por más que la busco en cada rincón de ese pequeño lugar no le encontró.

Sí, la ropa estaba intacta, el piso tenía una mancha de humedad quizás desde cuándo, y un vaso vacío en la mesita, polvoriento cada adorno, se notaba que no había nadie desde un tiempo.

Tenía razón cuando le dijeron que desapareció de la faz de la tierra, ¿Dónde habrá ido?.

Se sentó en la cama y pensó por unos minutos, un lugar seguro para Muriel era su departamento, si no, donde sus padres, pero está vez necesitaba pensar, llorar, y…

Por todo el lugar se oyó su timbre, Hannie camino hasta la pantalla, si era Jungkook saldría y le daría un golpe por jugar con el corazon de la chica que ama, le diría unas cuantas cosas, quizás, se forme una pelea pero no le importaba, debía defender el orgullo de Muriel y dejarle en claro que ella no estaba sola.

Al menos no ahora.

Pero a quien se encontró fue a Lisa, ¿Que hacía ella ahí?.

— ¡Oye! —le grito y golpeó la puerta— ¿Quieres morir?, te dije que te alejaras de Jungkook ¿Acaso no te bastó con el escarmiento que te dí? —volvio a gritar golpeando la puerta— Acaso quieres que publique tus fotos con él, serás la puta amante y yo…

La puerta se abrió en ese preciso momento, Lali no se demoró mucho en abrir con prepotencia y entrar, Han, se había escondido a un lado, viendo como la chica entraba sin siquiera quitarse los zapatos en la entrada.

— ¿Dónde estás, maldita Hija… —volteo a ver— Sumbae

— ¿Que le hiciste a Muriel? —pregunto de brazos cruzados y molesto.

A solo unos minutos Han salió de la casa de Muriel dejando en el interior a la bruja esa, y mientras lo hacía, envío la grabación de aquella confesión a Jk, solo para que se diera cuenta de la persona que tenía como novia.

Hannie, tenía un presentimiento, si Muriel quería estar sola y procesar lo que le sucedía no iría a la casa de sus padres, tampoco se quedaría en su casa recibiendo las ostigaciones de Manoban, así que el único lugar seguro para ella, era su propio departamento, y rogaba al cielo que estuviera ahí.

Abrió la puerta con esperanzas, miro rápidamente la sala y cocina, todo está tal cual la dejo, camino hasta su cuarto y abrió la puerta con lentitud, pudiendo al fin, respirar al verla recostada entre todas las ropa de él.

Una sonrisa se arrancó de sus labios, no importando el desorden, viendo como dormía en paz en su cama, rodeada de su ropa y con la fotografía de ellos en aquella cafetería al ganar el concurso de la mejor pareja.

Camino a ella no queriendo hacer ruido y se hinco solo para verla de cerca.

— Dijiste que no me abandonarias —susurro con su voz cortada.

— ¿Que haces aquí?

— Duele mucho —una lágrima cayó por el puente de su nariz.

— ¿Que duele Noona?

— Tener hambre, no hay nada en tu despensa, me comí todos tus chocolates.

— ¿Los importados de Tailandia?

— Lo siento —lloro— prometo que los pagaré cuando consiga trabajo, Oppa —finalmente abrió los ojos para ver a Hannie— ¿Estás molesto? —él negó lentamente.

— No podría enojarme contigo, nunca.

— ¿Y por tu ropa?

— Se puede ordenar —Muriel comenzó a llorar con más frecuencia.

— ¿Que me estás haciendo, Yeobo?

— ¿De que hablas? —limpio el camino de lagrimas— ¿Quieres contarme algo?

— Nada, te prepararé algo de comer —se levantó con prisas al oír su corazón palpitar con fuerza.

Hannie la vio irse con apuro, tanto que casi cae de un tropezón, se sentó en el piso apoyado en su cama, pensando.

Que difícil era tenerla cerca y no poder besarla como el quería.

Si pecho comenzó a apretarse nuevamente y solo respiro un par de veces para que esa sensación se esfumara.

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