Mientras subía las escaleras, sentí cómo la barriga me pesaba, y cuando bajé la vista, un grito ahogado salió de mi garganta. Mi barriga creció rápidamente. Entonces lo entendí, estaba embarazada.
De inmediato me sentí fatigada, no estaba segura si a causa del embarazo instantáneo o por la impresión que me causó el mismo, lo cierto es que me sentí muy cansada.
No entendía cómo es que aquello había...sucedido. Vamos, que estaba segura de que no había forma de estar embarazada...pero lo estaba. De inmediato llamé a mi madre, le expliqué de la nueva situación, y le juré y re juré que no tenía ni la menor idea de cómo eso había sucedido.
Mi padre no me apoyó, pero mi madre sí. Ese mismo día fuimos al hospital, porque acababa de descubrir que estaba embarazada, pero a la vez estaba a punto de dar a luz. Mi madre me acompañó al Hospital, donde casi de inmediato tuve a mi bebé.
Es normal que tras el nacimiento, se lleven al neonato para examinarlo, pero es devuelto a la madre para comenzar la relación de apego. No me devolvieron a mi criatura.
Me explicaron que le habían detectado una enfermedad terminal y que le debían hacer exámenes antes de entregármelo, que a los tres días debía volver al Hospital a buscar a mi recién nacido.
Así lo hice, a los días regresé al Hospital, pero no me permitieron ver a mi bebé. Insistí, hasta que conseguí que me dijeran algunas cosas. Era una niña, y la habían dado en adopción. Asumieron que, al no haber estado al tanto del embarazo no querría tenerla, pero estaban equivocados.
Exigí una y otra vez que me devolviesen a mi hija, que yo no había firmado nada, pero no lo conseguí, pero al menos m dieron el contacto de el padre adoptivo. Le mandé un texto explicándole la situación, agregando pruebas, como el certificado de nacimiento.
Accedió en reunirse conmigo, el día que nos conocimos descubrí que era un amigo mío, y le pedí que me llevase a su casa a buscar a mi hija, al menos para verla. Él accedió, su casa era enorme, sobre todo el patio trasero. Al fondo había una mesa de madera, y ahí, rodeada de algunos cojines, estaba mi pequeña hija.
Me acerqué rápidamente a ella, y me desagradó verle tan desabrigada en un día tan frío. La tomé en mis brazos y rápidamente se acomodó en mi pecho. Le reclamé a mi amigo al respecto, él explico que se la habían entregado sin los documentos oficiales, y que por ende, siendo yo la madre biológica, no tendría problema en llevarla conmigo.
Así lo hice, llevé a mi hija a mi casa, le compré ropa de su talla, abrigadora. Al desvetirla vi cómo los pañales no sólo eran varias tallas más grandes que lo que correspondían, sino que además estaban mal puestos. Con suma ternura, le arreglé la ropa, la llené de mimos y comencé mi nueva vida, con una hija que jamás esperé tener.
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Yo en treinta capítulos
RandomAquí les compartiré mis textos correspondientes a un reto de escritura diario. Una vez publicados no tendrán edición, ya que me parece que esa es la gracia, dejar que fluya y de esa manera escribir a diario, no solo para mejorar mi técnica sino que...