Una escena con sushi

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Habíamos quedado de cenar en su apartamento. Adoraba su apartamento, especialmente en las noches cuando tenía una increíble iluminación por las luces de la ciudad, dándole un ambiente cálido y acogedor.
En cuanto me abrió la puerta, sentí ese delicioso aroma a café que siempre invadía el lugar, y me hacía agradecer que Samuel fuese un completo adicto a la cafeina.
Me dio un cálido abrazo y se apresuró a hacerme sentir bienvenida.
—¿Un café?
—No, gracias—negué con la cabeza, sonriendo.
Dejé la bolsa de compras en la encimera de la cocina y saqué los ingredientes, ayudada por Sam, quien le dio un rápido vistazo a todo.
—No nos falta nada, ¿no?
—Bueno, nunca sobra un buen vino—acoté, como la alcohólica que soy. Sam sonrió con complicidad. —¿Qué tienes en mente?
—Me he adelantado, y compré tu vino favorito.
Sonreí, observando su rostro con ternura.
—Gracias, Sam
—No tienes que agradecer
Se dio la vuelta y comenzó a separar los ingredientes y a prepararlos. Yo saqué dos copas y nos serví vino. Brindamos y bebimos mientras el delicioso aroma de la comida reemplazaba lentamente el del café.
—¿Sabes hacer sushi?— preguntó mientras echaba un ojo al arroz recién hecho; yo negué con la cabeza.
—Bueno, siempre hay una primera vez.
Lo intentamos, en serio que intentamos con todas nuestras fuerzas que el roll de sushi tomase forma, pero parece que se nos resistió más de lo esperado. Los primeros dos estaban destrozados, y fue aún peor al intentar cortarlos. Sam no se enfadó, es más, se lo tomó a risa, y eso me hizo sentir mejor. Al menos tenían buen sabor.
Los siguientes intentos salieron bastante más decentes, tenían mucha más forma y estaban igualmente deliciosos.
Sam y yo nos la pasamos muy bien el resto de la noche, fue algo tranquilo, acogedor y divertido. Bebimos del delicioso vino, comimos con algo de torpeza los rolls de sushi, que se desarmaban a cada intento, y charlamos como no lo hacíamos en mucho tiempo.
Adoré tener algo de tiempo de calidad con Samuel, tal y como en los viejos tiempos, cuando teníamos más momentos juntos, cuando el trabajo no nos impedía vernos, pero sobre todo, cuando disfrutaba su compañía sin nervios, porque aún no me daba cuenta de lo profundamente enamorada que estoy de él.

Yo en treinta capítulosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora