Sus ojos suplicaban, su aspecto demacrado transmitía genuina lástima, y podría decir que en lo más profundo de mi pecho nacía algo de compasión. Había tardado años en encontrarle, y había sido realmente un reto conseguir someterlo así como estaba.
-Por favor...tengo una familia-sollozó.
-Cierra la boca.
-Tengo tres pequeños niños qué cuidar.
Le di un puñetazo en el pómulo, provocando que sangrara.
-Te dije que cerraras la boca-dije con tranquilidad.
No sabía cuál sería el siguiente paso, pero tampoco me preocupaba demasiado. Comencé a oír la sirena de la policía.
-Pagarás por tus crímenes, Camilla-murmuró con las últimas fuerzas que le quedaban. -La policía está cerca, huelen tu miedo.
Me asomé por el borde del muro, percibiendo las luces de las sirenas acercarse. El ruido me cercenaba los oídos, pero permanecía en calma.
-No te bastó con asesinar a mis padres, también quieres seguir provocándome, ¿verdad, imbécil?
-Volveré por ti, por ti y por cada uno de esos policías. Destrozaré al intachable capitán con mis propias manos, y le haré...
No le permití decirlo, y le di un golpe con la culata de la pistola, rompiéndole la nariz, al fin podía disfrutar de mi venganza, pero sabía que faltaban obstáculos qué enfrentar.
La policía no tardó en llegar, pero para entonces, yo ya estaba de vuelta en casa, y mi nombre se había esfumado de la escena del crimen. No temía ser descubierta, al final, ese hombre tenía un récord, y lo más conveniente para él sería mantener la boca cerrada.
Me preparé la cena y comí en calma viendo la televisión, cuando mi hermano llegó a casa.
-No vas a creer lo que ha sucedido-exclamó quitándose el abrigo.
-Dime.
-Son dos noticias. -Le observé con atención. -Primero, me han ascendido, y segundo, alguien ha golpeado hasta el cansancio a Rupert Connor.
-Increíble.
-Así es. -Se sentó junto a mí. -Al parecer no somos los únicos que le detestaban.
-¿Te han ascendido, dijiste?
-Sí, estás frente al nuevo Capitán Doyle-anunció señalándose con orgullo.
Me llevé ambas manos al rostro, con algo de desesperación.
-¿Qué pasa?
-Nada, que ahora tendré que aguantar que presumas día y noche-mentí.
Él sonrió.
-Tranquila, Milla, prometo no exagerar.
Esbocé una sonrisa.
-Me iré a dormir, ¿sí?
-De acuerdo.
-Descansa.
-William.
Volteó a verme atento.
-Hay algo que tienes que saber-temía que mi hermano me entregase a la policía, pero tenía que advertirle de todas formas, no podría perdonarme que Connor tomase represalias contra él.
-Me estás asustando, Milla.
-Yo...-Tragué saliva. -Fui yo quien torturó a Rupert Connor.
Mi hermano pestañeó un par de veces, incrédulo ante lo que sus oídos percibían.
-Sabes las consecuencias que puede traer esto, ¿verdad? Se lo has confesado al Capitán.
-Lo sé.
Bill dio un golpecito a la pared, y suspiró. No me dijo nada más, simplemente se fue a dormir.
A la mañana siguiente, me levanté muy temprano, esta vez, sin arrepentimientos, asesinaría a Rupert Connor.
Sabía absolutamente todo de él, gracias a mi formación en la CIA había podido investigarlo por años. Tenía su dirección exacta.
Me dirigí sin titubeos a donde el GPS me indicaba, el arma estaba cargada, yo estaba completamente decidida y no hacía falta nada más.
En cuanto llegué, me sorprendió ver a un hombre allí, encapuchado y de pie frente al cuerpo inerte de Connor. Estaba destrozado, tan cubierto de sangre que era irreconocible.
El hombre se percató de mi presencia y volteó a verme. La sirena de la policía comenzaba a hacer acto de presencia.
-Lo conseguimos, Milla.
Mi hermano resultó no ser tan intachable como el mismo Rupert creía, es más, había estado tras el mismo objetivo que yo durante todos esos años. Confieso que me enorgulleció su astucia, y también el saber que no había olvidado por qué estábamos allí.
Finalmente Rupert Connor estaba muerto, bien muerto, y habíamos vengado la muerte de nuestros padres, sin embargo, ese hombre era sólo un eslabón de la mafia.
William y yo habíamos terminado con su vida, pero ambos sabíamos que ese no era el final.
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Yo en treinta capítulos
De TodoAquí les compartiré mis textos correspondientes a un reto de escritura diario. Una vez publicados no tendrán edición, ya que me parece que esa es la gracia, dejar que fluya y de esa manera escribir a diario, no solo para mejorar mi técnica sino que...