Había una vez una hormiga que vivía en un enorme hormiguero a las afueras del pueblo. Era una obrera, como cualquier otra. La hormiga quería ser especial, quería demostrarle a la colonia que merecía un trato más digno que el de una simple obrera, merecía pertenecer a los altos mandos, junto a la mismísima reina.
Un día, en su afán por descubrir algo que la llevase a lo más alto, rompió la fila, y huyó tras unas hojas. Las demás obreras la juzgaron y murmuraron tras ella, pero no les prestó atención.
Entonces encontró, a los pies de un enorme peral, una dulce y sabrosa fruta. A pesar de ser increíblemente fuerte, la pequeña hormiga no podía con la enorme pera, y se vio obligada a volver a la colonia, en busca de sus compañeras, rogando que ninguna exploradora hubiese llegado al tesoro antes que ella.
Estaba eufórica, explicándole a las demás obreras lo que había encontrado. Sus compañeras le creyeron, y decidieron seguirle, pero al llegar, la deliciosa fruta ya no estaba allí.
Todas voltearon a ver con desagrado a la hormiga, tomándola por mentirosa. Intentó explicarles lo que había visto, intentó que una de las exploradoras le apoyase, pero ninguna podía probar su historia.
¿Cómo iba a pensar, esa pequeña hormiga, que un humano había tenido la misma idea y se había llevado su preciada fruta? La pobre obrera fue expulsada de la colonia, y quedó para siempre como una mentirosa.
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Yo en treinta capítulos
RandomAquí les compartiré mis textos correspondientes a un reto de escritura diario. Una vez publicados no tendrán edición, ya que me parece que esa es la gracia, dejar que fluya y de esa manera escribir a diario, no solo para mejorar mi técnica sino que...