Estaban todos divirtiéndose en la casa de Vas y Héctor, cuándo Héctor recibió de nuevo, una llamada. Era, de nuevo, del juez. Esta vez, le dijo que le pasara el teléfono a Larry, y eso hizo. Al terminar la llamada se veía a Larry desanimado, no quería hablar con nadie. Héctor se fue con él afuera del edificio para dar una vuelta con él. Quería saber que le pasaba, ya que estaba así desde esa llamada, por lo tanto algo no iba bien.Cuándo Héctor sacaba el tema, Larry simplemente se quedaba callado, o daba respuestas muy cortas que no ayudaban en nada para saber que era lo que le pasaba o lo que le habían dicho. Era muy desesperante ver cómo actuaba, y ver cómo estaba triste y no saber el porqué. Él sólo intentaba ayudar, pero no conseguía nada, ya que no hablaba, solo daba señales de que algo le pasaba. No el qué exactamente. Pero algo. Algo que no era bueno, o al menos no lo aparentaba.
Después de un largo camino, y varias veces insistiendo, Larry habló.
—Mira, Héctor... No sé qué coño habréis hecho ni lo que ha pasado, pero me quieren en vuestro juicio... —Se detuvo para confesarlo, se notaba su tristeza, ya que estaba mirando al suelo, parecía pensativo. —Tiene que ver con mi padre. No sé si le conoces, no creo... A lo mejor sólo están aprovechando la ocasión para darme detalles o contarme qué pasó.
—Deberá ser eso, pero, de todas formas, no tengas miedo, Larry. Créeme, no va a pasar nada. —Contestó Larry con una sonrisa para calmarle.
Estaba empezando a llorar, por lo que le abrazó sin decir nada más. Larry aceptó su abrazo, y comenzó a llorar. Héctor jamás le había visto así.
—Lo siento... —Estaba sollozando, le había agarrado mucha confianza a Héctor. —Sabes que el tema de mi padre... No, es que no quiero ni mencionarlo, pero sabes que me duele. Nos llevábamos todos... Tan bien... Que jamás pensé que nos dejaría a mi madre y a mi. No estábamos preparados para esa despedida, no de él...
—No te disculpes, Larry... No fue culpa tuya, y deberías saberlo. —Aún le seguía abrazando, la verdad, no quería soltarle.
—No, Héctor... No lo entiendes, vivo pensando que es mi culpa, me lo dicen siempre...
—¿Te lo dicen? ¿Quiénes?
—Eh... Perdón, creo que hablé demasiado. Mierda...
Héctor estaba demasiado confundido, pero no quería presionarle a hablar, estaba bastante sensible, y lo menos que quería era hacerle daño.
—Héctor, ven conmigo, quiero enseñarte una cosa.
—¿No vamos a llegar un poco tarde? Digo, hemos desaparecido sin avisar.
—Estarán jugando o montándose una orgía, más probable. Sígueme, te va a gustar, créeme.
—Tienes razón. Guíame.
Estaban los dos de camino a los apartamentos, lo que extrañó bastante a Héctor, ya que pasaron a casa de Larry. No había nadie, estaban solos ellos dos. Se sentaron un rato en la cama, mientras Héctor consolaba a Larry abrazándole, estaban sentados en la cama. Era un abrazo cálido y tierno, pero Larry le separó, estaban cara a cara los dos, a unos pocos centímetros. Héctor alejó su cara, al vespertino este acto, el contrario hizo lo mismo. Se levantó de la cama y le dirigió a otro lugar. El lugar de detrás de las escaleras de la habitación de Larry. Héctor sabía que había una casa del árbol, ya que Sal, o incluso Vas les habían hablado de ella, pero jamás había estado. Cuando iba subiendo las escaleras, iba viendo esa casa... Era preciosa.
—Dios. Larry, es preciosa... —Comentó sonriendo asombrado.
—¿Sabes qué es más precioso? Sube arriba.
—¿De verdad?
—Completamente, tira, quiero que la veas completa.
Estaba subiendo por las escaleras, al principio Larry le elevó un poco ya que faltaban los primeros escalones y no llegaba. Cuando subió, se sorprendió muchísimo. Jamás había visto una casa del árbol, sólo en las películas.
—¡Joder, Larry! ¡Me encanta! —Gritó sorprendido. Estaba cumpliendo un sueño.
—Lo sé, es preciosa... ¿Nos quedamos un rato? Tengo una nevera para que piquemos algo. También tengo alcohol.
—¿Crema de orujo tienes? —Preguntó Hector, sin pensárselo mucho.
—Claro que sí, es mi favorita, tío. —En lo que dijo eso, estaba caminando a la estantería que tenía detrás de la nevera. Era pequeña, pero tenía bastante alcohol. Agarró la crema y unos vasos, y se dirigió a Héctor mientras le servía un vaso.
Estuvieron hablando durante varios minutos, horas... Mientras iban tomando cada vez más, hasta el punto de acabarse la botella entera entre los dos, pillando otra para gastarla. El alcohol ya había hecho efecto, y estaban hablando de cosas varias o sin sentido. Larry se estaba fumando un porro, mientras le hacía uno a Héctor, cosa que aceptó sin pensar.
Se hizo de noche, y a Larry se le ocurrió la maravillosa idea de ir a una discoteca. Sin darse cuenta, ya estaban a medio camino de la más cercana, se podía escuchar la música desde fuera. ¿El problema? O, más bien, ¿Uno de los problemas? Héctor Yerma menor de edad, y Larry cumplió la mayoría de edad un mes antes aproximadamente. Se tenían que colar. Estaban ideando un plan, y es que como tenía vayas en los laterales, se iban a meter por ahí, era una zona muy poco concurrida, por lo que no iba a ser muy difícil, y, lo mejor de todo, no les iban a pillar.
Estaban llegando, y cambiaron de calle para que los porteros no les vieran llegar. Iban a pasar de incógnito. Giraron una calle antes, y llegaron a la zona vallada. Larry ayudó a Héctor a subir, ya que no llegaba, y desde arriba Hector le ayudó cómo pudo. Consiguieron colarse sin ser descubiertos, se fueron al medio de la pista a hacer el gilipollas. O, como decían ellos, bailar, aunque claramente eso no era un baile, más bien era Japan forma de espantar a las mujeres de su alrededor, que es lo que pasó.
Se hicieron cómo las dos de la mañana, iban con alcohol en todo el cuerpo, y Larry también de drogas. Héctor casi prueba, pero rechazó ya que estaba un poco consciente. Los dos decidieron que era la hora de irse, ya que era muy tarde, y eso hicieron. Casi les atropellan seis veces en un camino de veinte minutos, no eran casi conscientes de nada de lo que estaba pasando. Cuando llegaron, fueron directos a casa de Larry, no pensaron mucho en esa decisión.
Se cayeron en el suelo y se quedaron dormidos, no aguantaban más. Al amanecer, no se acordaban casi de nada, pero hicieron un esfuerzo y recordaron todo. Ese día, lo pasaron los dos juntos, ellos solos y sus cosas. Nadie más. Nada más. No era necesario. No ese día.

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Vassy Face
FanfictionLucía Vas Jiménez es una adolescente de 14 años con cara próstetica debido a un accidente que tuvo en su pasado. Debido a la muerte de sus padres y su hermana, se muda a los Apartamentos Addison, junto a su mejor amigo, Héctor, cuyos padres también...