~• CAPÍTULO CUATRO •~

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Después de un largo viaje ya estaba en Oslo, la capital de Noruega

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Después de un largo viaje ya estaba en Oslo, la capital de Noruega.

Llevo todo el viaje preguntándome como me encontró. No me comuniqué con mi tío en ese periodo de tiempo solo cuando me avisó de que la bestia venía a por mí.

Piensa María, algo falló en el proceso que se te escapó de las manos. Entonces me di cuenta que fueron las cámaras del aeropuerto, no cubrí mi cara y vieron donde iba.

Si me cubría iban a sospechar que soy una terrorista cuando solo estoy escapando de un psicópata. Tengo que buscar otro medio de transporte la próxima vez, como un barco o un tren.

Paso las manos por mi cara mirando por la ventana del autobús. No sé si voy a poder seguir viviendo como una mujer de clase baja, por desgracia me tengo que mezclar entre ellos para que sea más difícil encontrarme, pero se me hace muy difícil.

Ahora mismo tengo a un hombre sudoroso que huele a vertedero. Dios mío, no sé cómo puede sudar tanto con el frió que hace aquí.

Me tapé la nariz disimuladamente y empecé a respirar por la boca.

Llegamos a una parada y el hombre se baja, como me alegro de poder respirar con normalidad.

Llegué a mi parada. A partir de hoy viviré en un pequeño pueblo cerca de la capital, se veía un buen lugar para esconderse.

Camino a la cabaña donde el casero me esperaba, —debes ser Melanie.

Asiento, se me hace raro que me llamen por este nombre, —encantada. — Aprieto su mano en un saludo.

Me mira de arriba a abajo con lujuria, ¿qué le pasa a este viejo verde? Podría ser mi padre o peor, mi abuelo.

— Aquí tienes las llaves. Vendré una vez al mes a por el alquiler, si hay algún problema comuníquese conmigo, —dice con una sonrisa cómplice.

Me ataba dando asco su actitud, —estupendo, señor Hansen. — Ya quiero quitármelo de la vista, me están dando ganas de vomitar.

— Entraré con usted y le enseñaré las instalaciones, —me muestra una sonrisa amable camuflando una malvada.

— No gracias, ya exploraré por mí misma. De todas formas, déjame una nota con todo y ya la leeré, —paso por su lado mientras hablo.

Se me quedó mirando sin decir una sola palabra. Entre a la cabaña a la velocidad de la luz, —cambiare la cerradura, no me fío ni un pelo de él, estoy segura de que tiene una copia, presiento que me hará algo tarde o temprano.

El lugar era acogedor, todo muy bien ordenado. Creo que debo comprobar si hay cámaras sobre todo en el baño.

Dejé mis maletas en el salón, empecé a registrar todos los muebles de todas partes. Mi tío me enseñó lo que tengo que hacer para encontrar un micrófono o una cámara. Siempre es la zona donde hay menos luz, debajo de los muebles o los enchufes menos visibles.

Emperatriz [#III Saga emperadores de la mafia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora