~• CAPÍTULO QUINCE •~

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Le miraba de reojo de vez en cuando en un silencio muy incómodo

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Le miraba de reojo de vez en cuando en un silencio muy incómodo. Ese agarré contra mi cuello de hace un momento apenas apretó, seguro que ni siquiera tengo la marca de su mano.

Estaba mirando por la ventana todo el tiempo sin apenas dirigirme la mirada. Lo había cabreado y mucho, bueno tampoco es que me importe.

Me está secuestrando por mucho que diga que no, tengo las manos atadas a la espalda, la forma más incómoda de meterme en el coche. Me está llevando a Rusia en contra de mi voluntad. Si esto no es un secuestro que baje Dios y lo vea.

Necesitaba pensar algo para poder salir, si tengo que tirarme del coche en marcha lo haré.

Miró la puerta a mi lado que me daba la salida a la libertad viendo que el pestillo estaba subido. Estaba abierta.

Es mi oportunidad. Siempre llevo una cuchilla metida en la tela de todos mis pantalones por si me pasaba estás cosas y esta es la gran oportunidad para cortar las cuerdas.

Disimuladamente meto la mano sacando está sin cortarme. La posiciono en mi mano cuando salió del todo y poco a poco voy cortando hasta que quedo libre

Me quedo así hasta llegar a una carretera donde pasa por un bosque. En el puedo perderme y no podrían encontrarme, es mi oportunidad.

Mientras le observaba movía mi mano al manillar. La suerte que he tenido de que no me pusiera el cinturón.

Muevo este y el ruido al abrirse hizo que la cabeza de la bestia se gire tan rápido que casi se parte el cuello. Entonces le sonrío, —nos veremos en el infierno, hijo de puta.

Me tiro del coche en marcha, —mierda. — Llego a escucharle decir antes de que mi brazo derecho, espalda y la pierna derecha dieran contra el asfalto.

Rodé hasta un arbusto viendo que hasta cuatro coches no seguían. Todos pararon nada más verme salir volando.

Sentí dolor en mi brazo, pierna, espalda y me corté la mano izquierda, apreté demasiado fuerte. Pude ver por un momento quemaduras en mis extremidades. No podía perder el tiempo, me toca correr.

Salgo del arbusto y salgo corriendo tirando la cuchilla, escuchando como muchos hombres me perseguían.

Dejé por el camino los zapatos, me entorpecían la carrera. Me dolían los pies, se me estaban creando heridas de las ramas y las piedras afiladas, pero por mi libertad lo que haga falta.

Cada vez me costaba más respirar. Mis pulmones ardían y mi corazón palpitaba con mucha fuerza, pero mi pánico al volver a ver a mi padre y sobre todo a la zorra de su mujer.

Me tropiezo con una rama cayendo de cuerpo completo rozando mis codos y rodillas. Al intentar levantarme me da un mareo que creía que el suelo se iba hacia un lado.

Estaban acercándose por lo que me lancé a un arbusto raspando aún más mi piel. Les escucho correr pasando por mi lado, no me vieron.

Necesitaba recuperar el aliento y que el mareo se me pasará. Dios mío, por favor que no me encuentren.

Emperatriz [#III Saga emperadores de la mafia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora