~• CAPÍTULO VEINTIUNO •~

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Me quito el vestido y cuando ya estoy preparada salimos de la tienda, vamos al centro comercial

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Me quito el vestido y cuando ya estoy preparada salimos de la tienda, vamos al centro comercial. No soy para nada de ir a centros comerciales, es mucho más fácil pedirlas por internet.

Ellas se pasaban horas en las tiendas de ropa de lujo, yo me quedaba al lado de los guardaespaldas en silencio mirando a mi alrededor aburrida.

Mi teléfono suena viendo que es el número de la bestia, me alejo un poco de ellos y descuelgo, —¿qué te pasa?

— Qué maja eres, como siempre. — Su voz grave retumba en mi cabeza.

— ¿Y te extraña? ¿Para qué me llamas?

— Preguntarte como te van con mi madre y hermanas.

— No está mal, pero el ritual ese de mierda os lo podéis meter por el culo. Gracias.

— ¿En serio te han hecho el ritual? — Se empieza descojonar riéndose a carcajadas.

— A mí no me hace ni puta gracia, me han hecho pasarlo muy mal. No he estado más incómoda en mi vida. — Digo molesta frunciendo el ceño.

Deja de reír, —pero, ¿lo pasaste o no?

— Sí, —pronuncio con fastidio.

— Ese es mi ángel, sabía que pasarías la prueba. — Dice orgulloso. Eso me molestó a un más, no el hecho de que estuviera orgulloso de mí, si no que no estuviera en contra del maldito ritual.

— Vete a la mierda, poste de luz. — Le cuelgo. — Cómo te odio, imbécil. — Hablo mirado la pantalla del teléfono.

Chasqueo la lengua con desprecio, levanto mi cabeza viendo cómo se escondía alguien con una capucha. Nos están siguiendo.

Camino hacia los guardaespaldas de nuevo, ninguno vio nada. Vuelvo a mirar la zona de reojo, veo como se asoma mirando a nuestra dirección. — A la derecha, nos siguen. — Ambos se ponen alerta.

Puedo observar como miran de reojo viendo cómo se escondía de nuevo. Vuelvo mi mirada a la familia que estaba tranquilamente probándose ropa.

No quiero informarlas por el momento, si escapa no tendré otra que contarles y no quiero que se pongan nerviosas.

El guardaespaldas a mi derecha se mueve, otro se pone en su posición. Observo como corre tras él, por favor atrápalo. Veo al rato que vuelve con las manos vacías, le había perdido.

Vuelve a su posición, —lo siento, señorita Meyer. Le he perdido.

— No pasa nada, significa que no está solo. Estad más alerta. — Me alejo acercándome a Gisela. Agarro su brazo y me acerco a su oído, —alguien nos vigila, hace un momento un tipo nos estaba siguiendo, tened cuidado. Actuad normal.

Ella me mira con los ojos muy abiertos, solo asiente con la cabeza.

Me alejo saliendo de la tienda entonces tuve un recuerdo cuando tenía once años. Iba de compras con mi nana, estaba tan feliz ese día. Todo se torció cuando intentaron secuestrarme, aun tiemblo cada vez que recuerdo aquello.

Emperatriz [#III Saga emperadores de la mafia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora