Después de aquella reunión tan interesante con la reina de la mafia, fui directo al notario. Me tomé en serio sus palabras y por lo menos ya abre menos la boca, no como antes que solo escupía veneno.
Por lo que me he enterado hace unos días el ruso fue secuestrado por su tío y lo dejo como un cristo y no abrió los ojos desde entonces, por eso la reunión con su esposa.
Una mujer inteligente, sin miedo a nada. Supo enfrentarme con la mirada, es la tercera mujer que lo hace. Por lo que veo todas las que se enfrentan a la bestia son dignas de ser líderes en la mafia por lo que veo. Llegamos a un buen acuerdo, pero olvidé que es la hermana perdida, ahora no, claro de Alessandro Di Marco el don de la Costa nostra, aunque le recordaba en esa maldita silla de ruedas, nunca le había visto de pie y caminando tan fácilmente. Puede que Elena su futura esposa y su hermana encontrada le haya vuelto a traer las ganas de vivir.
A Alessandro le recordaba como un hombre con demasiada oscuridad, ningún tipo de luz en sus ojos, sádico y cruel con todo el que se le cruzaba, menos con los líderes de la mafia de cada país. Hoy se enfrentó a mi después de soltar que protegieron al bicho que tengo ahora mismo en el salón de mí, no dudo ni un segundo en proteger a su hermana, que valiente.
Paso de guerras y enfrentamientos, ya bastante tengo con ella. Me da demasiada guerra para tener otra en el culo.
— ¿En qué piensas para fruncir tanto el ceño? — Ella me saca de mis pensamientos a la vez dándome un susto de muerte.
Tenía la ceja levantada al ver mi expresión de susto. Llevaba en sus manos el plato del desayuno, por fin se había dignado a comer y dejar de comportarse como una cría, —en nada que sea de tu incumbencia.
— Desde que me secuestraste más de lo que crees, —su mirada nunca cambia, es un odio puro.
— No te secuestré, —arrugo la nariz.
— Sacarme de Tailandia atada, en contra de mi voluntad, si eso no es un secuestro que baje Dios y lo vea.
Pongo los ojos en blanco pensando mejor en todo esto, —touche.
Esboza una sonrisa ladina en modo de victoria. Volvió a ganar
— María ocho, Bestia tres. Te sigo ganando, no eres capaz de remontar.
Gruño, —de todas formas, no te voy a contar lo que estaba pensando.
— Tampoco me interesa. — Me da la espalda después de dejar el plato en el fregadero.
— Entonces, ¿para qué me preguntas?
Se sube al taburete junto a la mesa de en medio de la cocina. — Cómo te vi mirando la encimera fijamente durante diez minutos como un atontado, pues vi un buen momento para sacarte de tus casillas.
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Emperatriz [#III Saga emperadores de la mafia]
Romance⚠️SE RECOMIENDA LEER EN ORDEN POR LOS SPOILERS⚠️ María Meyer Vivo una vida de lujo como la princesa de papá, una de las hijas de la mafia mas importantes de Alemania, pero una noche mi padre me cuenta que llevo prometida desde los dieciséis años con...