~• CAPÍTULO DOCE •~

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Volvemos al hotel en silencio

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Volvemos al hotel en silencio. Nada más le daba vueltas al asunto.

Me parece normal que ella quisiera huir, pero, si no sabía nada, ¿cómo es que ha podido irse tan rápido?

Eso tendré que averiguar cuando la encuentre, aunque mis sospechas hacia su tío no eran pocas. Si él ya sabía antes que ella sobre este matrimonio arreglado tuvo que ser él quien le preparo el billete a donde sea que esté.

Veo de reojo que mi hermano vuelve a la cama, —¿qué crees que haces?

— ¿No lo ves? Dormir, si no duermo mis catorce horas diarias no soy persona. — Me da la espalda abrazando un cojín.

Pongo los ojos en blanco y le tiro las llaves a la cabeza, —tenemos que volver a Berlín.

— ¡Ay! Me has hecho daño. — Frota la zona golpeada.

— Mi his ichi diñi. Quejica. Haz las maletas. — Digo entrando al baño.

Suspiro. Sentía como si todo se me viniera encima. Hacía tiempo que no sentía esto, ansiedad.

Después de que me secuestraran me era imposible salir de casa. Estuve en terapias para poder salir por mi propio pie, desde que no tengo agorafobia no he vuelto a sentir ansiedad, hasta ahora.

Ansiedad de que le hagan algo si yo no estoy cerca. Esa necesidad de protegerla en cualquier momento. Tengo que encontrarla.

Un mensaje llega a mi teléfono, una dirección de España, —ella lleva allí desde anoche cuando escapó, —me llegan vídeos de las cámaras del aeropuerto. Camina con una maleta directa a coger el avión.

Guardo el teléfono y salgo del baño. Vuelvo a la habitación encontrando a mi hermano dormido, —la madre que lo parió que es la misma que la mía. ¡Dominik, joder levántate ya! — Grito.

Gruñe sin hacerme caso e igualmente sigue roncando. Suspiro y pongo los ojos en blanco, es imposible con este nombre. Preparo mi maleta y la suya, a fin de cuentas, es mi hermano y no puedo dejarle tirado.

Cuando lo tengo todo preparado le tiro de la cama, —joder, mira que eres bruto.

— Si no me sacarás de quicio constantemente no sería un bruto. Ya dormirás en el jet lo que quieras.

Refunfuña, —no quiero volver a Berlín ahora.

— No vamos a Berlín.

Se levanta de golpe, —¿y dónde vamos?

— A España, allí está ella. Como ya sabes, Arno hace muy bien su trabajo. — Le doy la espalda saliendo de la habitación.

Escucho sus pasos detrás de los míos en silencio. Llegamos al jet y nada más sentarse se envuelve en una manta y ni dos segundos le escucho roncar.

— Que facilidad para dormir, —susurro, —yo todavía tengo pesadillas.

Me siento cerca de él y me pongo a pensar. A día de hoy, ¿qué haría yo sin mi familia? Mis hermanos y mis hermanas las gemelas, mis padres, aunque mi padre no estuvo muy presente en mi infancia hasta que no me vio preparado para entrar en los negocios de la familia es cuando estuvo más presente para mí. Tuvo que esperar más tiempo de lo debido por mi trauma del secuestro.

Emperatriz [#III Saga emperadores de la mafia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora