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-Te lo ruego, no me hagas nada – susurro y Will me cachetea mientras me manda a callar –
- El problema es que no es lo que tú quieras – dice y me lanza al suelo – es lo que yo quiera y yo te quiero a ti – responde –

Me alejo con miedo y me atrapa con sus manos para agarrar con fuerza las mías, trato de forcejear y me da otra cachetada y esta me deja aturdida, miro a un lado y veo a aquel chico que vino con Will, me mira preocupado y yo cierro los ojos con fuerza, nunca pensé que el barrio donde nací sería mi mayor verdugo, grito de dolor cuando me penetra a la fuerza y me tapa la boca, lloro en silencio mientras el mayor delincuente de este barrio disfruta de abusar de una muchacha de 17 años.

Después de diez minutos lo escucho reír y quitarse encima de mí, no sé que dice pero escucho su voz y la del otro chico, cierro mis ojos y siento cuando me cubren el cuerpo, lo sé porque el frío que comenzaba a sentir es pausado por algo encima de mí, minutos después escucho ambas motos a lo lejos y abro los ojos de golpe, giro la cara y veo el cielo, esta gris y oscuro, me quedo en estado de calma y busco las fuerzas para irme a casa, rogando que mamá no esté y me vea así. Después de un rato con dolor y leves gemidos me pongo de pie y camino lentamente hasta casa.

Cuando llego veo aún las cosas de mamá en el piso, miro a todos lados y parece como si este barrio supiese que algo sucedería porque no hay ni un alma, me agacho y hago muecas de dolor mientras lágrimas fugaces corren por mis mejillas, recojo todo y otra vez con lentitud me pongo de pie, arrastro los pies hasta llegar a casa y saco las llaves de mi pantalón para entonces abrir la puerta, no veo a nadie y confirmo que mamá esta aún a que la vecina, suspiro y cierro la puerta.

Dejo las cosas de mamá en la sala y camino hasta mi habitación, al llegar me encierro y me acerco al espejo, veo sangre cerca de mi labio inferior, caminos de lágrimas y cuando bajo la mirada a mi entrepierna cierro los ojos con fuerzas, niego y la sangre se graba en mi mente, vivir aquí nunca me había dolido tanto como ahora. Ahora que he sido abusada, ahora que me siento asqueada, usada, aterrorizada y con mucho rencor, ¿Cómo le pides a una abusada que no piense en matar cuando ya la mataron a ella? Una lágrima quiere escaparse y se lo prohíbo borrándola de mi mejilla, suspiro y un rato después agarro mis cosas para irme a duchar.

Entre el llanto y el asco me restriego una y otra vez la esponja en todo el cuerpo, es querer olvidar su asquerosa risa, su penetración forzosa, sus besos asquerosos, es querer borrar que ese imbécil acaba de matar algo dentro de mí, algo que muy difícil pueda revivir. Cuarenta minutos después salgo del baño y me tropiezo con Sandro.

-Pero si es mi hijastra querida – dice y le paso por un lado ignorándolo – no me ignores – dice furioso y me toma del brazo pero por instinto me zafo y le doy una cachetada –
- ¡Déjame en paz o te mato! – grito y va saliendo mamá de la habitación de mis hermanitos –
- ¿Qué ocurre aquí? – pregunta y Sandro me ve serio –
- Ya sabes, las jóvenes y sus humores amor, vamos – dice el castaño que se gira y va hasta mamá –

Carmela me mira seria y me doy la vuelta para caminar hasta mi habitación donde me encierro y me cambio, después de un rato mamá me llama para comer pero ignoro su llamado, solo me acuesto y me arropo, recuerdos vuelven a mi mente y comienzo a llorar en silencio, lloro por mí, por tantas mujeres que pasan por esto, por dolor, lloro por todo y lo hago hasta quedarme dormida.




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Una semana después…

Ha pasado una semana desde aquella noche donde ese maldito abusó de mí, una semana donde sólo me siento fuera de este lugar, no ser yo, no saber que siento, solo sé que lo odio con todas mis fuerzas, mamá trata de protegerme pero es que de nada vale cuando ya él hizo lo que tanto miedo tiene que me pasé, solo sé algo y es que lo quiero muerto.

- ¿Lista Alejandra? – pregunta mamá y me volteo para verla –
- Sí, lista – susurro y asiente –

Salgo de la habitación ya lista para irme al liceo, tengo que admitir que ese lugar donde veo a mis amigos es mi lugar de escape a tanta pesadilla, nos encanta hacerle la vida imposible a los maestros y eso me hace olvidar por un rato toda mi asquerosa vida desde hace una semana para acá.

- Buenos días – dice el marido de mi mamá y siento asco – hijita – chilla y volteo a verlo con asco –
- Hola – saludo seca y sonríe –

Trata de acercarse y lo amenazo con el tenedor, se aleja alzando las manos y sonriendo se sienta al lado de mi hermanita, resoplo y sigo desayunando mientras mamá habla con su marido y mis hermanos juegan con la comida. Unos minutos después tocan la puerta y volteo a ver, me pongo de pie y me acerco para abrir.

- Alejandra – grita la señora Fulgencia y me asusta –
- ¿Qué ocurre? – pregunto aterrada por su preocupación –
- ¿No has visto a mi hija? – pregunta y me quedo paralizada, mientras recuerdos de ayer vienen a mi mente –

Flashback

-¿Daniela estás segura? – pregunto por tercera vez –
- Tranquila hermana, mañana paso por ti, estaré bien – responde emocionada y me da un beso en la mejilla –
- ¿Con quien vas a estar? – pregunto y sonríe maravillada –
- Con el narco más grande de todos – responde orgullosa y recuerdo a Jhon –
- Cuídate, por favor – susurro y asiente –

Una camioneta se estaciona frente a nosotras y una mujer con poca buena presencia baja la ventana del copiloto, Daniela me abraza y se despide para subirse, aquella mujer me ofrece ir y niego lentamente, segundos después arrancan y se van.

Final Flashback

- No, no la he visto – susurro y doña Fulgencia cae al suelo llorando –
- Amiga, la encontraremos – dice mamá apareciendo para abrazar a la madre de Daniela y yo estoy aterrada –

Mamá me manda al liceo con mis hermanos y asiento, agarramos nuestras cosas y nos despedimos para salir de casa, vamos camino al liceo y siento un nudo en la garganta. Al llegar todos hablan de la desaparición de Daniela, mis amigos están consternados y también asustados, mientras tanto las horas en el liceo pasan lentamente, más lento que el resto de los días.



Después de estar toda la mañana en el liceo, finalmente estamos saliendo y me despido de mis amigos, agarro la mano de mis hermanos y vamos a casa. Veinte minutos después llegamos y entramos, escucho un grito y me giro, me quito el bolso y me acerco a la puerta, abro y veo a un niño correr, lo detengo y respira agitado.

-¿Qué ocurre? – pregunto y niega –
- Alejandra encontraron a Daniela – responde y asiento –

Le pido a Dulce que cuide de Kelvin, ella asiente y salgo de la casa mientras cierro la puerta, camino hasta donde esta el tumulto de gente y veo a Fulgencia llorando, me acerco hasta el pequeño barranco y siento mi corazón salirse de mí, retrocedo y siento que me abrazan, escondo mi cara en el pecho de esa persona y la imagen de Daniela no sale de mi cabeza.

-Hija – grita su madre y siento tanto dolor –

Me alejo y camino hasta bajar el pequeño barranco, me acerco a Daniela y la abrazo mientras lloro, muchos recuerdos vienen a mi memoria, nos conocemos desde pequeñas, a mi mejor amiga la asesinaron y la dejaron en un maldito barranco, mientras solo la cubre una bolsa negra, escucho gritos y yo sólo lloro mientras la abrazo hasta que su mamá baja y la abraza, me alejo y con ayuda de algunos vecinos subo para ir hasta mi casa, sé quien había hecho esto y como quien abusó de mí también lo quiero muerto, una persona no puede perder tanto en tan poco tiempo pero así era, yo lo estaba perdiendo todo, primero a mí y luego a ella, resoplo mientras recuerdo a Daniela y lloro.

Mundos Diferentes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora