Karla
Dos meses después…
Dos meses han pasado desde el asesinato de papá y mientras tanto la vida sigue, mamá cayó en una depresión sin fin y aunque siempre tratamos de ayudarla, cada vez es peor. Nunca pensé que papá le doliera tanto y en cuanto al alcohol ahora es peor y ya Pepe y yo no sabemos que hacer.
En cuanto a Pepe se ha hecho cargo de los negocios de nuestro padre, al principio lo ayudaba pero definitivamente lo mío es la parte legal así que lo dejé decidir todo, espero que siempre tome las mejores decisiones.
En las noticias siguen hablando del caso de papá y en cuanto a mí, aquí ando en la CICPC buscando respuestas de ¿Por qué el caso se cerró sin tener culpables? Me cruzo de brazos mientras espero al jefe.
-¿Señorita Parmesino? – preguntan y me giro –
- ¿Dakota? – pregunto y asiente – necesito hablar con usted – respondo seria y me hace una seña –Comenzamos a caminar hasta su oficina y al llegar abre la puerta, entro de primera y me sigue, el hombre de al menos unos 50 años rodea el escritorio y se sienta, me siento frente a él y aunque trata de ser educado, yo necesito ir al grano.
-¿Por qué el caso Parmesino se cerró? – pregunto seria y el hombre suspira –
- La única testigo es su madre y ni siquiera nos ha querido dar una declaración consistente – responde y frunzo el ceño –
- ¿Es decir que ustedes no pueden investigar más? – pregunto al borde de perder la paciencia –
- Usted sabe como son los procedimientos señorita Parmesino – responde y asiento –
- Lo que sé es que son unos ineficientes cuando les conviene – digo de mala gana y me pongo de pie –Me acerco a la salida y abro la puerta para salir furiosa, y entonces ¿este es el fin? Nunca sabré quien mató a papá porque un par de oficiales así lo decidieron, salgo de la CICPC y camino hasta mi coche, me subo y lanzo la cartera en el copiloto, me pongo el cinturón de seguridad y enciendo el coche para salir del estacionamiento rápidamente.
En el camino resoplo y respiro profundo, una y otra vez para calmarme, pero unos minutos después estando en plena avenida una camioneta se me atraviesa y me freno de golpe, mi corazón late rápidamente y mi respiración es agitada, miro al frente y se bajan cuatro hombres con las caras tapadas y armados, esta vez no es Alejandra, esta vez si es un secuestro real.
Le paso seguro al coche y uno de ellos se acerca para abrir la puerta, al ver que no puede golpea la ventana y la abre a la fuerza, grito y mientras tanto me quita el cinturón de seguridad, me apunta al ver que no me quedo quieta y así es la única manera de quedarme callada, comienzo a llorar y escucho un suave “lo siento” tapa mi boca y aunque trato de zafarme, segundos después me duermo.
Grito cuando siento el agua fría despertarme, miro a todos lados aturdida pero solo veo paredes y una cama, miro al frente y esta un hombre alto, fornido y con cara de buena persona pero que estoy segura que de bueno no tiene nada, me quedo en silencio y él se aleja para poner sus manos en ambas caderas.
-¿Qué quieres Karla Victoria? – pregunta y frunzo el ceño al escucharlo llamarme así –
- ¿Quién eres y como sabes de mí? – pregunto y sonríe –
- El diablo lo sabe todo muchacha – responde y ahora lo entiendo todo –Frente a mí esta el hombre que mandó a matar a mi padre, que arruinó mi familia y ahora me tiene secuestrada, ¿debo suponer que este será mi fin? Porque si el diablo me tiene aquí no es precisamente para luego dejarme libre, suspiro y bajo la mirada.
-¿Me vas a matar? – pregunto y lo escucho reír, alzo la cara –
- Eres muy joven y sé que eres todo para alguien que para mí es muy especial, si te mato, me mata – responde y me quedo seria –
- ¿Quién? – pregunto y sonríe –
- Tú sabes quien Karla – responde y resoplo –
- ¿Qué quieres? – pregunto ahora –
- Que te quedes quieta y dejes de buscar asesinos, sabes que fui yo pero también sabes que si caigo yo, van a caer muchas personas así que mejor quédate quieta – dice y chasquea los dedos –

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Mundos Diferentes
RomantikAlejandra Santiago: Una joven que le tocó vivir una versión de la vida que nadie querría vivir, algo que se le sale de las manos cuando la venganza se vuelve su lema, muchos tenemos sueños y Santiago no era la excepción pero la vida escogió por ell...