11.

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Karla Parmesino

-¿Lo recuerdas? – pregunto asombrada y sonríe –
- Sí, bueno fue cuando tuviste que irte por tu papá – responde y asiento alejándome –
- ¿Por qué no me dijiste? – pregunto confundida –
- Porque no dejas que me acerque a ti – responde y desvío la mirada – ¿Por qué Karla? – pregunta y sale aquella voz ronca que me eriza la piel –

Volteo a verla y me quedo pensando ¿Le vas a decir qué es por dolor de no tenerla? Frunzo el ceño y me volteo para acercarme a la señora Rita, le pido agua y asiente sonriendo, le agradezco y espero, escucho los pasos de Alejandra y me tenso, siento su mano en mi espalda y siento como se me eriza el cuerpo.

-¿Quién eres? – pregunto – porque para que unos maleantes me secuestren es porque trabajas… - dejo mis palabras al aire porque no quiero aceptar que ella también sea parte de ese mundo –
- Dilo – susurra y niego –
- Gracias – le digo a la señora Rita –
- Hasta luego – se despide y tomo mi agua –
- Gracias Rita – dice Alejandra y no escucho nada más – tu amiga no se ha dignado de saber más de mí que tenerme en su cama pero sé que tú eres diferente Karla – dice y me giro para verla –
- ¿Eres una delincuente? – pregunto y resopla para alejarse –
- No recordaba que te conocía porque esa noche viví el peor trauma que una persona puede vivir – dice seria mientras mira el suelo y se aleja lo suficiente para apoyarse de la pared, alza la cara y ve a la nada – cuando volvía con mamá, una vecina la llamó y se fue con ella por mis hermanos – su voz se quiebra y siento un nudo en la garganta – llego el “Pran” del barrio y – se queda en silencio y puedo ver esos ojos verdes cristalizados –
- ¿Y qué pasó? – pregunto titubeante –
- Abusó de mí, esa noche – responde seria y fría –
- Alejandra – susurro y me pongo de pie para acercarme a ella y abrazarla –

Alejandra se tensa al principio pero con el transcurrir de los segundos se va relajando y finalmente siento sus manos rodear mis caderas y me abraza, suspiro y cierro los ojos, no puedo imaginarme que alguien tan joven deba sufrir algo tan horrible como el abuso, ¿por qué Carmela la niega tanto?. Me alejo y me mira con un brillo que no logro descifrar pero Alejandra ahora me pasa por un lado y se sienta frente a la barra, me giro y la admiro mientras mira la cocina.

-Una semana después encuentran a mi mejor amiga en el barranco cerca de mi casa, solo la tapaba una bolsa negra y estaba muerta – dice tan seria que me aterra – ese día el odio en mi cuerpo creció el doble, un narcotraficante había asesinado a mi hermana de la vida – su voz se quiebra esta vez y me acerco cautelosa para luego sentarme a su lado –
- Lo lamento – susurro y niega –
- Sabía que había sido Jorge Llanos, él más buscado y no pensaba en nada más que matarlo – dice ignorando mis lamentos y lo recuerdo, me tapo la boca asombrada – sí, yo lo maté y ese sería mi primer muerto – dice como leyendo mi mente –
- Recuerdo ese caso, un día antes lo había conocido – susurro pensativa y Alejandra se gira a verme –
- Que bueno que lo maté y así no se acercaba a ti – susurra y volteo a verla, sonríe y niego –
- Mi hermano le debía mucho – susurro y ella asiente –
- Deberle a un narco es peor que darle el alma al demonio – dice pensativa y asiento –
- ¿Qué sucedió luego? – pregunto y resopla –
- Planee todo y asesiné a quien abusó de mí, en la sala de mi casa – susurra y la miro asombrada – no sabía como sentirme pero sabía que había acabado con el maldito que arruinó mi vida – dice fría y aunque quiero abrazarla me aguanto – luego llegó el tercer muerto cuando el marido de mi mamá me dijo que ella me quería ver, ya que yo no vivía en casa para no buscarle problemas – a mi mente viene el recuerdo de Carmela hablando de Alejandra –
- ¿Fuiste? – pregunto y asiente –
- Sí, fui con él a casa de ella y no estaba, así que algo me decía que era una trampa – la veo tensarse – busqué en todos lados a mi madre y hermanos pero ninguno estaba así que llegué a la cocina y agarré un cuchillo, ya se me hacía costumbre – susurra irónica – llego a la sala y estaba él, una cosa llevó a la otra, me llené de rabia y le atravesé el cuchillo en el cuello – se ríe y niega – mi madre llegó en ese momento y yo estaba sin creer lo que había hecho – susurra y la abrazo, más por instinto –
- Te defendías – susurro y asiente –
- Abogada usted sabe que igual debería pagar con cárcel – dice y me alejo –

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