Capítulo 15

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—¡No! —gritó Tay, al ver en la pared de la cueva las imágenes de Misery y compañía rodeando a New y a Boun.

Golpeó el puño contra la roca, ignorando el dolor, al darse cuenta que estaba a punto de ser el causante de la muerte de otro ser amado. Todo se repetía, como pasó con Stephanie. Sus enemigos la habían encontrado por su culpa.

¿Cuándo aprenderé?

Los amantes debían ser protegidos y él estaba maldito en lo que a ellos concernía. Era por esto que había tratado tan arduamente de no acercarse a otra u otro.

New no debía significar nada para él, pero así era y la sola idea de su muerte lo desgarraba.

Gruñendo de frustración, se puso de espaldas a la pared, así no tendría que verlo morir. Pero no funcionó. En su mente, vio lo que iba a ocurrir y lo enfermó.

¿Qué podía hacer? Estaba atrapado aquí, sin apenas poderes ni fuerza. No había nada, aparte de demonios chupadores de almas.

Demonios...

En ese instante supo lo que podría hacer para salvarlo. Había una cosa que un demonio y un Daimon tenían en común. Una cosa que ambos necesitaban para prosperar y sobrevivir.

Un alma.

Y aunque él podía no tener toda la suya, tenía lo suficiente para tentarlos.

Tay arrojó su espada a las aguas negras.

—¡Demonios! —gritó—. ¡Tengo un alma para vosotros! Venid por ella.

Apenas las palabras abandonaron sus labios, el sonido de miles de alas llenó sus oídos. La peste a azufre y olor corporal de demonio invadieron sus fosas nasales. Lo odiaba. Pero no tenía alternativa.

Era él o New, y no estaba dispuesto a dejar que fuera New.

—¿Te has vuelto loco?

Tay frunció el ceño mientras un hombre alto y esbelto aparecía junto a él. Vestido con un manto ensangrentado que cubría una armadura negra con púas, tenía los ojos de un azul tan claro que destacaban por su intensidad. Su cabello castaño le llegaba hasta los hombros, con el flequillo cayendo sobre aquellos ojos que parecían contener toda sabiduría de la eternidad.

Y una crueldad sin par.

Completamente sereno ante la horda invasora, elevó una ceja finamente arqueada.

—¿Qué estás tratando de hacer?

Tay se negó a responder.

—¿Quién eres?

Una esquina de su boca se levantó, insinuando una sonrisa burlona.

—En estos momentos, el único amigo que tienes.

—Sí, claro.

Los demonios se abalanzaron.

Tay se preparó para el ataque.

—Mi alma es...

Un bozal apareció sobre su cara.

El hombre se estremeció.

—Ni siquiera lo digas, chico. No tienes idea de lo que significa vender tu alma. No es placentero y de verdad no quieres ofrecérsela a esta pandilla. No cuando puedes hacer algo mucho mejor con ella.

Tay lo fulminó con la mirada, al tiempo que le lanzaba un golpe de energía.

Él absorbió el golpe sin moverse o pestañear.

—No desperdicies la energía. Se necesita algo mucho más fuerte que tú para sacudirme.

Girándose, disparó una ráfaga de fuego a los demonios. Chillando, estos se retiraron.

˗ˏˋ 19 TayNew ˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora