Sesenta segundos - Epílogo

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—¿Por qué hiciste eso?
—¿Qué? — respondió Lisa.
—Cambiaste el nombre de todas las chicas, menos el de Jennie.
—No lo sé — sonrió.
—Debes buscarla, dios. ¡Siempre estuvo enamorada de ti! Regresó ¡Por ti! Justo cuando ibas a proponerle matrimonio a Jisoo, regresó por ti en tu cumpleaños. Ella tenía que estar en la universidad y aún así regresó por ti con la esperanza de que la vieras de otra manera, debes ir por ella.
—No creo que quiera verme.
—¡Mamá, esperó como ocho años por ti! Este es tu momento de regresar, de hacer las cosas bien. Puede que no lo hayas hecho con mamá o con ninguna pero al menos debes repararlo con la chica que siempre te amó.
—Hola, chicas — era Rosé —Lamento haber llegado tarde, no pensé que estuvieran tan lejos — Rosé le dirigió una mirada amenazante a Lisa.

Rosé tomó de la mano a Summer, se despidieron de Lisa y comenzaron a caminar al auto.

—¡Summer! — gritó Lisa.

Summer regresó a los brazos de su madre y comenzó a llorar.

—Por favor no te vayas, no quiero que tengas un mal final — susurró.
—Mi amor, mi final feliz siempre fuiste tú.

Lisa dejó un cálido beso en la frente de su hija.

—Ve por ella — susurró Summer antes de alejarse.

Lisa llegó a su departamento y pensó en lo que su hija le había dicho, debía buscar a Jennie. Llamó a Tzuyu y le preguntó la dirección del departamento de Jennie, de inmediato salió corriendo en busca de su verdadero amor.

Tocó el timbre y comenzó a respirar nerviosa.

—¿Hola? — era la voz de Jennie saliendo de la pequeña bocina de la puerta, Lisa no pudo evitar paralizarse.
—Hola, Jen.

Jennie respiró entrecortado al escuchar su voz después de tantos años.

—Quiero confesarte algo, Jen. Hice las cosas mal contigo, siempre estuviste para mí — suspiró —Yo estuve mal al no verte, al no poner atención a tus miradas llenas de amor que me dabas, tus momentos, tus cartas. — Jennie sonrió —Pasé años buscando el amor en lugares incorrectos cuando siempre fuiste tú. Sé que tal vez ahora estés con alguien pero si tan solo me dieras la oportunidad de explicarte — los ojos de Lisa se inundaron de lágrimas —Te amo, Jennie. Siempre te he amado, siempre he estado completamente enamorada de ti pero siempre lo ignoré porque no te quería perder. Tuve miedo a que la persona de la que siempre estuve enamorada me rechazara. Siempre he amado tus locuras, tus bromas, el té, esas malditas galletas de canela que se volvieron mi obsesión — Jennie rió —Siempre he amado esos cuadros colgados en tu antiguo departamento, el que siempre te hayas preocupado por mi, tus hermosas cartas... Dios, amé que me llamaras Lizzi — Lisa sonrió al admitirlo —Amo esas cenas en nuestro restaurante, amo cada parte de ti. Esa pequeña Jennie que escribió un diario entero para su madre — Jennie cubrió su boca para evitar llorar —Esa gran pequeña Jennie que tenía miedo cuando su madre se fue, esa pequeña gran Jennie que ayudó a su madre hasta su último día, esa Jennie que escribía hojas enteras confesando su amor por mi, esa Jennie que tuvo el valor de dejar el país y cumplir su sueño de ser profesora de Arte. Esa Jennie que ama ver las cosas de diferente manera, esa chica que siempre estuvo para mí en cada fracaso de propuesta de matrimonio. Siempre te confesé esos votos a ti, siempre te puse el anillo a ti y nunca me di cuenta de lo que sentía — Lisa se alejó del micrófono y dió una vuelta en su mismo eje —¡Eres una idiota, Lisa! — recordó que Jennie la escuchaba —Yo siempre te he amado y siempre te amaré, Jen. Así que si me das una oportunidad, contaré hasta sesenta y esperaré a que salgas, y si no lo haces lo comprenderé.

Lisa suspiró después de dar tal confesión. Miró la cámara de la entrada y volvió a presionar el botón para el micrófono con miedo.

—Uno, dos, tres, cuatro...

Jennie se alejó de la pantalla y miró a Lisa, su cabeza daba vueltas. Realmente estaba dispuesta a volver a creer en el amor, en la chica que siempre estuvo destinada para ella, pero a la vez tenía miedo de volver a ser rechazada.

—Cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres, cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete, cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, cincuenta.

Lisa volvió a mirar la cámara con esperanza. Jennie seguía en su departamento indecisa.

—Dios, no hubiera contado esa historia... — susurró Lisa para sí misma —Cincuenta y uno, cincuenta y dos...

Jennie quedó confundida al escuchar ese susurro de Lisa.

—Cincuenta y cuatro, cincuenta y cinco, cincuenta y seis — miró la puerta con esperanza —cincuenta y siete — miró la cámara con miedo.

Jennie salió corriendo de su departamento y bajó las escaleras deprisa.

—Sesenta.

Lisa suspiró tristemente y dió un paso adelante para salir de la entrada.

—¡Lisa!

Lisa volteó a ver a Jennie, la chica se acercó a ella y la besó.

Era una explosión infinita de amor, de adrenalina, de emociones y sentimientos no hablados, de besos frustrados, de gritos desesperados esperando a ser escuchados.

Jennie rodeó el rostro de Lisa con sus manos y unieron sus frentes con una sonrisa.

—No sabes cuánto tiempo esperé para hacer eso — suspiró.

Lisa rió levemente. Se sentía amada, se sentía plena al tener a Jennie entre sus brazos, estaba feliz de estar a su lado después de tantos años de espera, después de tantos errores, cartas, depresiones, diarios y muchas cenas.

La mañana siguiente llegó y Lisa se había quedado a dormir en el departamento de Jennie.

—Lisa... — susurró Jennie.
—¿Qué pasa?
—Te están llamando.

Lisa abrió los ojos y contestó.

—¿Hola?
—Mamá ¿Puedes venir a la escuela por mi hoy? — era Summer.
—Sí, amor.

Jennie unió su entrecejo ante tal respuesta ¿Tendría pareja? Minutos después, las chicas se levantaron a desayunar.

—Lizzi...
—¿Sí? — respondió Lisa con la boca medio llena.
—¿Estás con alguien?
—¿Lo dices porque dije "amor", cierto?
—Sí — Jennie bajó la mirada.
—Es... Mi hija.

Jennie abrió los ojos de sorpresa.

—¿Hi... Hija?
—Sí ¿Quieres conocerla?
—Me encantaría — Jennie sonrió.

Las chicas llegaron caminando a la escuela de Summer, al parecer estaban cerca. En el camino, Lisa le contó su historia a Jennie sobre su boda con Rosé y su divorcio. La pequeña Summer salió de la escuela y Jennie sonreía.

—¿Quién es ella? — preguntó Summer.
—¿Tú quién crees? — respondió su madre.
—Jennie... — Summer miró a la chica con una tierna sonrisa —Al fin, eres tú.

Jennie ladeó su cabeza con duda pero a la vez con ternura. Las chicas la llevaron a Central Park y caminaron mientras contaban historias y más anécdotas antes de que Summer naciera.

Y después de una larga historia y recuerdos, Lisa pudo estar al lado de la chica que siempre estuvo para ella... Su amada y por siempre, Jen.

Fin.

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