Capítulo 1

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~ Julietha ~
Noche de bodas

Me prometí que no volvería a permitirlo.

Solo una vez Elliot pude volver a tocarme y yo no rebatí. Fingiendo que su tacto me gustaba, que sus besos eran correspondidos, que sus manos no me ponían la piel de gallina porque odié sentirlas sobre mi cuerpo.

Pero fue no pude inventarme una excusa a tiempo, no pude evitarlo sin que se diese cuenta que repelía su cercanía y se le metiese el bicho de la duda, corriendo el riesgo de cancelar la boda y obligar a Cristobal Ruiz a tomar otras decisiones más imprevistas en mi vida. Me aseguró que se desligaría en cuanto aceptara a Elliot como esposo y conviviera como su señora. Era la única forma de estar a salvo en un mundo en donde él sabía de mí.

Conseguí atravesar las odiseas en los que se convirtieron mis mañanas y noches, pude ver a la cara a Aarón y no pedirle que me lleve con él, escondí mi embarazo, sobreviví hasta el día de la boda.

Y en cuanto la recepción empezó, me obligué a recordar los pasos del vals que unos músicos franceses habían compuesto para nuestra boda, me hicieron cambiar el vestido de princesa por uno más cómodo que me permitía moverme sin que los invitados pisaran a cada nada la cola o el velo.

En ese momento donde no vi a ninguno de mis amigos supe que aquel día no terminaría como lo tenía planeado, no haría que Elliot durmiera plácidamente esa noche por culpa del alcohol ni resultaría ilesa de la luna de miel en la que me hubiera internado durante casi un mes, todo enero en una farsa mañana, tarde y noche con el castaño.

Debía idear un plan diferente al que tenía en mente, debía ver qué cosas que creía seguras cambiaron y actuar con rapidez, tomando el control de lo que aún podía. Sin rostros conocidos más que el de mi madre comentando lo orgullosa que estaba de futuro maravilloso que me esperaba con aquel hombre bueno que Elliot mostraba al mundo que era.

Yo jamás lo puse en duda. Yo consideraba que era el príncipe de cualquier cuento de hadas, pero mi vida era todos menos un cuento de hadas, por lo que yo no podía sentirme una princesa en apuros. Las princesas no andaban a la defensiva ni usaban escudos. Las princesas vestían con lujos. Las princesas no lloraban.

Esquivé cada gota de alcohol que me hicieron dar a probar adueñándome de copas vacías ajenas o pidiéndole al barman cócteles vírgenes para no me sigan presionando. Actuando algo exagerada cuando todos ya comenzaban a estar achispados. Incluso mi madre y Martha, quien se me acercó y me sonrió de oreja a oreja.

—Mi nueva hija.—musitó alargando las palabras y enganchada del brazo de mi madre.—Pero por solo dos meses, eh. Fue lo que acordamos.

Mi sonrisa se difuminó, mi madre la miró con cierta duda en sus ojos miel y Martha se cubrió la boca con la copa que traía en manos.

—¿Cómo qué dos meses?—preguntó mi madre.

—Solo por dos meses tendré a mi esposo para mí.—traté de arreglar su error—Martha no permite que me lo robe por más tiempo.

Sonreí con gracia para despreocupar a mi madre y vi a Elliot a la distancia para que fuera más creíble.

—Nos tienen que dar un nieto pronto.—me pidió mi madre creyendo mi antigua excusa y riéndose, provocando que Martha le siguiera la corriente—Un pequeño Graham Navarro, un digno heredero.

Juntos hasta el infinito. (INFINITO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora