Capítulo 11

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~ Aarón ~
En el fin del mundo

Había sido las putas horas más largas de mi vida desde que el detective pudo localizarla en una casa retiro en el pueblo de una isla británica.

Ya casi era el día siguiente, me había pasado toda la noche viajando de un lugar a otro, esperando que la marea bajara para que el ferry pudiera dirigirse a la isla.

Entré a recepción, fui de las pocas personas a esa hora, en primera me ofrecieron diversos recorridos por el centro del retiro en cada una de las áreas con las que contaba el lugar, extendieron varios folletos en mis narices, sea como sea querían que comprara algo. Rechacé todo y pregunté sobre la estadía en el retiro, si me podría brindar información de las personas que estaban ahí.

—Eso es confidencial, joven.—negó la señorita apenada—Lo lamento. Cada persona prefiere mantener el anonimato por cuestiones de paz consigo mismos.

—Julietha Navarro.—solté y la mujer detrás del mostrador negó como si no supiera quién era.

Saqué mi móvil y le mostré una foto de Julietha, la mujer la reconoció negando con una sonrisa. Incapaz de decirme nada.

—Se confunde.—me rectificó y la miré con el ceño fruncido, estresado—Ella no es esa chica que usted menciona. Es Nazaret García.

Cerró su boca en una fina línea, acababa de revelar que Julietha se encontraba allí, el alma me regresó al cuerpo, fue muy lista como para usar su segundo nombre y apellido, pero no tanto como para pensar que no iría a por ella así estuviera en la única puta piedra del fin del mundo.

—¿Puedo verla?—le pregunté tratando de calmarme y no irla a buscar yo mismo.

—¿Ella sabe que está aquí?—apoyo su mano sobre un telefonillo—Tenemos que pedirle su autorización para que pueda pasar.

—Hágalo.—le exigí—Dígale que el padre de su hija está aquí. Aarón Ruiz. Que quiera verla y no se va a ir hasta que le dé cara.

—Un momento, por favor.—levantó el auricular apoyando contra su pecho—No puedo dejar mi puesto. Llamaré a un encargado para que solicite su visita.

Habló con un tercero pidiendo el favor de que le preguntaran a Nazaret García si quería y podía verme. Apreté mis manos con fuerza, faltaba poco, muy poco para verla, si es que ella me lo permitía. Rezaba a todos los santos para que accediera, para que no huyera más de mí. Comencé a girar a cada años pensamos que en cualquier momento pasaría corriendo al oír que me encontraba en el mismo lugar que ella, pero no vi nada y el siguiente ferry no salía hasta una hora después.

—La denegó.—me indicó colgando y bajando la mirada sonando incluso algo apenada.

—Insístale, por favor.—le pedí con voz baja sin poder creerlo.

—Contamos con una política...

Me importó una mierda su política, ya que con ello me trato de decir que no la presionaría mas para que accediera a verme. Me levanté de la silla saliendo disparatado sin saber a dónde ir, vi dónde solo unas cuantas personas rondaban y dejé atrás a la señorita que volvía a levantar el telefonillo para hablar y repetir:

—Guardias, código azul.

Camine apresurado por pasillos donde se prohibía el ingreso para visitantes. Pasé por una especie de recibidor y entré a la casa, comencé a buscarla por entre las personas que me encontraba mientras seguía avanzando.

Juntos hasta el infinito. (INFINITO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora