Capítulo 3

41 3 0
                                    

- Julietha -
Es una Ruiz

Seattle, EEUU
15 de Enero

Había momentos que yo creía cruciales en la vida, momentos que marcaban un antes y un después, momentos que parecían puntos de partida, momentos que eran decisivos.

Aquel era uno de ellos.

Cada minuto que pasaba mientras la doctora movía aquel pequeño aparato sobre mi vientre con el gel frío que me escarapelaba la piel era determinante y cargado de tensión. Cristobal Ruiz observaba a la ginecóloga hacer su trabajo en una esquina, cruzado de brazos con una de sus manos en su barbilla esperando un veredicto e Iván se sentó a un lado inclinado en el borde de la camilla para tratar de descifrar la ecografia en la pantalla.

—¿Qué es? ¿Varón o mujer?—apremió el Ruiz como si fuese una reunión de trabajo y le tuvieran que decir sí o no.

La doctora siguió moviendo el pequeño aparato en busca de un mejor ángulo para ver entre sus piernecitas. Mis ojos se enrojecieron como lo hacían cada que veía a mi bebé con mayor nitidez. Tenía mis manos en mi diafragma e internamente le rogaba porque se dejara ver.

—Está un poco inquieto.—musitó la doctora tratando de poder darme una respuesta.—Es algo que suele suceder con frecuencia.

—Se parece a la madre.—comentó Iván sarcástico junto a una sonrisa de patán.

Traté de obviar su presencia. Traté de fingir que ninguno de los dos estaba allí. Quería sacar la cámara y grabar aquel instante para después mostrarle a Aarón el día que supe que si esperaba un niño o una niña. Pero no me arriesgaría a que me arrebataran mis recuerdos en digital por un error mal calculado. Así que difuminé mis lágrimas y la doctora me sonrió.

—¿Quieres saber que es?—me preguntó haciéndome sentir como si fuese la única allí con ella, y yo asentí colapsando en lágrimas.

Me tomó de la mano para darme fuerzas y se lo agradecía en silencio. Con los ojos llorosos oí sus palabras, con una sensación inefable en el pecho. Me cubrí el rostro con ambas manos rompiendo a llorar en ese instante con mil sentimientos mezclados. Con alivio, con miedo, con felicidad, con emoción, con tristeza, con angustia, con...con todo el amor que tenía y que iría creciendo día a día coloqué mis manos en mi vientre.

«Te amo, mi niña.» como si hubiera logrado escuchar mis pensamientos se removió para sorpresa de todos.

Cristobal en su esquina maldijo, Iván sonrió y no entendí porqué. El padre de Aarón miró mi vientre de forma despectiva y luego me sostuvo la mirada con repulsión, tratando de infringirme miedo, pero no lo consiguió, no me importó, ya ni él ni Iván a mi lado pudieron eclipsar mi emoción por descubrir que tendría una niña, que la primera Ruiz crecía en mi interior, que rompí el esquema de aquel árbol genealógico tan arcaico.

El tipo de ojos verdes enfermo a mi lado me observó con deleite, temí que la doctora pensara que mi niña era también suya, me daría vergüenza que así fuera, porque que tan siquiera pensaran que pude amar a un tipo tan repulsivo era deplorable. Se acercó hasta Cristobal palmeando su hombro antes de salir del consultorio.

La doctora me citó para una siguiente fecha y yo no pude evitar pensar en un detalle que recién captaba al repasar la imagen de uno de mis demonios cruzando la puerta blanca. Iván tenía mi mochila en su hombro, ese idiota se estaba llevando mi único sustento para vivir, en esa mochila tenía mi nueva vida y no podía hacerme eso. Dejé que la doctora terminara de hablar y fui en busca del rubio.

Juntos hasta el infinito. (INFINITO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora