Capítulo 16

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~ Julietha ~
El miedo interminable

Desde que Aarón se había levantado para ir al baño no pude dejar de ver la puerta acostada en el lado izquierdo de la cama, ni siquiera me moví de posición. Me sentía en trance y con una extraña sensación de necesidad por huir.

Sabía que si me paraba cogería mi mochila y mi bolso abriendo la puerta echándome a correr hasta el elevador o escaleras de emergencia más cercanas, escapando del hotel, largándome a otro lugar muy apartado de aquí, a la otra punta de Inglaterra. Y no tenía motivos para justificar mi ida de nuevo, es más, sí imaginaba volviendo a abrazar a mis hermanos, a mis amigas y amigos, mi corazón latía desbocado queriendo salírseme del pecho para llegar antes.

Mi corazón quería volver, pero mi cabeza me decía que debía quedarme lejos.

No podía seguir en mi dilema por mucho más tiempo, debía alistarme para ir al aeropuerto y ya en el avión no habría marcha atrás, no corría el riesgo de querer abrir una compuerta y lanzarme a mar abierto solo para escapar. Me hice un ovillo en la cama deseando que Aarón saliera del baño y estuviera rondando por aquí evitando que agarrara mis cosas para irme.

—Julietha.—me llamó y giré mi rostro en su dirección, solo llevaba una toalla en su cintura, el cabello húmedo. Tomó sus cosas antes de inclinarse para hablarme—En unas horas ya estaremos en casa.

Asentí y se dirigió al baño de nuevo para cambiarse. Cerré los ojos con fuerza ya que podía haberlo echo aquí, evitando que siguiera dándole mil vueltas al mismo asunto, no hubiera visto nada nuevo, podía haberme girado incluso, y justo hoy se le daba por ser pudoroso.

Me quité las sábanas de encima cuando llamaron a la puerta, estaba decidida a abrirla ya que había oído como Aarón pedía servicio a la habitación. Nadie decía quién era cuando pregunté y tras recibir confirmación de Aarón de que debía ser la comida giré el pomo y desplacé la puerta a un lado.

Retrocedí al ver frente a mí una sonrisa de oreja a oreja, unos ojos verdes pantanos con la esclerotica rojiza, algunas magulladuras en el rostro y el olor de alcohol impregnado en el traje impoluto del rubio.

«—Esa niña es un pormenor que vamos a solucionar, mi amor.—sonó como si tratara de no parecer enfermo mentalmente—Tú tranquila, ¿de acuerdo? Luego de esta tarde tú y yo podremos ser felices. Seremos felices.» su voz se repitió en mi mente una y otra vez.

El pánico se apoderó de mi cuerpo al oírlo pronunciar su maldito apodo con tranquilidad, haciendo ver que no tendría escapatoria. Me abalancé a cerrar la puerta pero era más fuerte que yo obligando a que reculara unos pasos, presa del miedo, haciendo que golpeara la puerta contra la pared entrando como si fuese el dueño del lugar.

—¿Por qué sigues huyendo, princesa?—me pregunto acercándose a mí y tomándome cautiva por las muñecas.

Mis sollozos empezaron mientras forcejeaba y trataba de no desbaratarme entre los brazos del rubio. Aarón apareció en ese momento empujándolo hacia atrás obligándolo a soltarme y dejando que yo me refugiara en la pared detrás suyo que me sirvió de apoyo. Al tomar desprevenido a Iván pudo empuñar su camisa empotrándole contra la pared de enfrente haciendo tambalear la mesa de noche a un lado de ellos.

—Te dije que no te acercarás a ella, imbecil,—masculló Aarón muy cerca de su rostro—porque era muy capaz de todo. —y sin darle tiempo a reaccionar impactó el puño en su mandíbula.

Juntos hasta el infinito. (INFINITO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora