~ Julietha ~
Una parada técnicaDebía admitir que con los años no perdía el toque. Seguía teniendo el poder de dormirme en cualquier superficie.
Agradecí que mis pesadillas dieran tregua y no hicieran aparición ninguna durante el trayecto en el ferry. Me desperecé al ver que estaban pronto a desembarcar y el dolor en mi cuello fue inevitable igual que respirar la colonia de vainilla de Aarón ya que tenía el rostro apoyado en su hombro, aferrada a su brazo como si fuese el bambú de un oso panda.
Disimulé aquel detalle al despertar y moví mi cuello, llevándome las manos a la espalda para arquearla y tratar de quitarme la contractura que sentía en todo el cuerpo.
Aarón pidió un taxi afuera del establecimiento donde se sacaban los tickets para el ferry y tras colocar mi equipaje entre ambos pronunció una dirección que no conocía, por lo que deduje que no iríamos al aeropuerto enseguida.
—¿A dónde me llevas?—le pregunté desconfiada cuando el conductor ya había puesto en marcha el taxi.
—Mis tíos, los hermanos de mi madre, se enteraron que estaba por Londres—empezó habiendo tomado una decisión por los dos—y querían que vaya a visitarlos. No los veo desde el entierro de mi abuela. Hoy tienen una especie de comida familiar o algo así.—me explicó y yo no entendía que pintaba allí.
Pudo haberme dejado en mi casa de retiro, asistido a esa reunión y recogerme al día siguiente. En realidad, me habría dejado mucho tiempo para plantearme que era un error aquella decisión y debía quedarme unos meses más, al cumplir los siete ya no podría viajar, tal vez solo hubiera esperado, en algún punto se habría cansado de insistir ¿no?
—Yo...—negué mirando por la ventana los enormes edificios británicos—Van a hacer preguntas, ¿cómo vas a responderles? No somos nada, Aarón. ¿Quien soy yo ahí? Nadie. ¿Y cómo me presento? ¿Hola, soy Julietha Navarro, mucho gusto, soy la mujer que Aarón embarazo? Qué bien suena, ¿no?
Rió sin ganas por mis ocurrencias. Aarón iba a peder la paciencia conmigo en algún punto, estallaría y terminaríamos aún peor. Lo conocía. Me conocía. Sabía que no soportaríamos en ese plan durante mucho más.
—Técnicamente aún eres mi esposa.—masculló pavoneándose por ello y enseñándome el anillo en su mano izquierda lo que conllevó a que decidiera hincar donde sabía que le jodería tanto como a mí que a cada nada lo recuerde haciendo parecer que fue la peor decisión que tomó en su vida.
—Acepté regresar para ya no serlo.—su expresión se enturbió un poco.
No me creía lo que estaba diciendo, fui muy consciente cuando decidí casarme en esa playa en Grecia con él. Moría por una vida a su lado en ese entonces y ahora...ahora todo parecía irse a la mierda en picada. Ahora el futuro era tan incierto como lo qué hay en lo profundo del mar.
—Bien.—asintió asimilando el golpe—Pero tienes razón, te presentaré como mi prometida si no te molesta. En algún punto lo fuiste así que no es una mentira completa. No pienso perderte ni un minuto de vista, por ello te llevo.
Prefería prometida, ya que era mejor que el término novia, la cual no era, amante, en el caso de que en verdad tuviera a una chica esperándolo en casa, compañera, no sentía que lo fuéramos, esposa, no porque eso era nuestro secreto, o mujer que embarazó, eso último no era adecuado. Era la decisión más sabia.
—¿No habrá más paradas luego de esto o sí?
—Alquilaremos una habitación de hotel para esta noche y compraré los boletos para el primer vuelo que salga mañana.—me avisó y asentí muriendo de nervios como aquella primera vez en esa cena con sus padres.
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Juntos hasta el infinito. (INFINITO #3)
RomansaVolvieron a decirse adiós y no por decisión propia, sino por fuerza mayor. Ella cree que puede enfrentar todo desapareciendo del mundo y él sabe que hallará la manera de encontrarla como dé lugar. Su historia nació desde mucho antes de haberse hech...