Capítulo 7

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~ Aarón ~
Convertirte en bestia

Iván Sandoval no era un hombre con el que debías dejarte llevar. Y nunca quise que se acercara a Julietha, en realidad a ninguna mujer que me importara. No cuando con a penas veintidós años de edad se le acusó como posible sospechoso del asesinato de una chica que estuvo saliendo con él durante meses.

Para nadie era una secreto que consumía sustancias ilícitas y solía obsesionarse con las que habían sido o eran sus parejas. Sabía que era una mala decisión por parte de Julietha estar cerca de él, y me recayó parte de la culpa también a mí por orillarla a que así fuese.

En un intento por creer que no sentía nada por mí creyó que podía forzarse a sentir algo por Iván, nunca pregunté detalles de esa breve relación, si se podía considerar así, salió con él, puede que incluso se acostaran y termino de la peor forma cuando tuve que ir en su busca porque el idiota había echado somníferos en su bebida.

Según lo que el resto solía rumorear, era para provocar que las mujeres no protestaran o se negaran a sus prácticas sexuales agresivas, era una sustancia que no dejaba rastro en el organismo por lo que nadie podía acusarlo de violación.

Me enervó en sobremanera que lo intentara con Julietha y que estuviera a nada de conseguirlo. Pude sacarla de allí, y creía que no volvería a querer nada con ella, pero me equivoqué, como rara vez me solía pasar.

Él seguía en su vida, incluso más cerca que yo, atormentado y siendo un incordio en su camino, un constante recordatorio que nadie puede escapar de su pasado. Y quizás tenían razón, porque por más que muchas veces intenté mantenerme lo más sereno, como una persona que podía resolver un conflicto hablando, cuando me tocaban los cojones terminaba actuando como un maldito animal.

Verlo allí. Entrando a la oficina de mi padre igual que si de una amigo cercano suyo se tratase me hirvió la sangre. Y solo pude pensar en las palabras del doctor comentándome que Julietha pudo haber sido víctima de un secuestro cerca de Seattle, el territorio que más dominaba Cristobal Ruiz.

Vaya forma de cambiar de perrito faldero, y que imbecil fue Iván para aceptar ser su títere.

—¡¿Dónde carajos está?!—ataqué sin darle tiempo a reaccionar y lo estrellé contra la pared cogiéndolo de las solapas de su camisa.

—Yo no sé dónde mierda está nuestra princesa escurridiza, hermano.—susurró, ya no llevaba el yeso en su mano por lo que la necesidad de volver a retorcer sus dedos fue instantánea.

—¡¿Qué mierda le hiciste?! —pregunté queriendo que soltase que había tenido algo que ver y poder asesinarlo con mis propias manos delante de mi padre para mostrarle que yo iba con juegos, o de se así, siempre ganaría.

—Nad...—mi puño derecho impacto contra su rostro y tal fue la fuerza que usé que terminó escupiendo sangre por su costado—Yo no le hice nada a Julietha. Yo no voy detrás de ella como su sombra.

—¡Aarón! ¡Basta ya!—mi padre intentó separarme del idiota rubio que sonreía con los dientes bañados en sangre.

Tomé mi celular, no me importaba que hubiera hecho con el audio, lo tenía subido en mi servidor así que si lo borraba, volvería a tener acceso a él.

—Me entero que le hicieron algo o que se han acercado y no la van a contar. Se los prometo.

Azoté la puerta al salir y bajar por las escaleras de la entrada principal. Un auto se estacionaba fuera, vislumbré que era mi madre, que había llegados unos días antes de lo previsto. Y a su lado descendía Natalie con su hija. La pequeña corrió al verme. Aferrándose a mi pierna con cariño.

Juntos hasta el infinito. (INFINITO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora