Capítulo 18

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~ Julietha ~
En una cuerda floja

Llevaba un par de días en el apartamento, del cual no salí ni para que me diera aire puro al rostro. Mi ropa seguía estando en mis cajones, mi ordenador y las cosas de mi buhardilla, según dijo, habían sido metidas en otro cuarto de invitados que cumplía función de depósito luego de ser despojada de la oficina.

Aarón salía del apartamento con frecuencia y a pesar de vivir ambos en el mismo lugar nuestras conversaciones eran escasas, creía que debía imaginarse lo que querría decirle y por ello me evitaba, para retrasar ello que tarde o temprano tendría que conversar con él. Oía la puerta todos los días a la misma hora, y luego las de la oficina abrirse y cerrarse en el siguiente horario que se volvía un ciclo estresante para mí. 

Me sentía de brazos cruzados, encerrada y prisionera a pesar de volver a tener libertad. Desconocía que había sucedido con Iván luego del altercado en Londres y no sabía qué tan expuesta podría estar para hacer una vida normal, y me daba nervios al grado de quedarme como tonta cada que pensaba en contactar con mis hermanos y amigos en general. Volví a conectar mi celular con la tarjeta SMS así que las llamadas y mensajes entraban a cada nada.

Mi buzón de voz llegaba a veinte mensajes por oír diarios. Y supe que debía hacer algo, ya no podía esconderme para siempre, no era más una opción, Aarón la eliminó de la lista, y la reemplazó por regresar para reconstruir mi vida, fuese a su lado o no. Entendía que solo quería ver crecer a su hija, que era muy probable que entre nosotros no quedara más que rezagos de lo que alguna vez fue amor, solo migajas, solo las huellas de las pisadas que provocaban el resonar de dos corazones vivos.

Era tres de Abril y por más que intentara acomodarme en la cama no lo conseguía. A pesar de intentar de mil formas, era como si mi cuerpo me pidiera levantar y rondar a lo fantasma por el pasillo. Y quizás atormentar los sueños de la única otra persona que estaba en la casa.

Me dirigí hasta la cocina con el pretexto de beber agua cuando me di cuenta que no era la única que tenía insomnio. Saqué un vaso sirviendo un poco para no tomar de la botella directo, aunque mi atención la robó el pelinegro sentado en la sala de estar, inclinado con su laptop en la mesita de noche. Su vista no se hallaba fija en la pantalla sino en sus manos mientras le daba vueltas al anillo en su dedo.

Fue inevitable no sentir el vacío que me provocaba no llevar la cadenita del infinito. Era como si me hubiera desprendido de lo poco bueno que quedaba de nosotros, era como renunciar a que aún había arreglo para nuestro caos. Me acerqué el vaso a los labios y pensé si debía irme o quedarme aún allí. La decisión la tomó acercándose y sirviéndose en otro vaso lo restante de mi botella de agua.

—Solo dilo, Julietha.—musitó a mi lado apoyando sus manos en la isla.—Llevas días en ese plan, callándote algo. Dilo y ya está. Acaba con todo.

—No puedo vivir más aquí, Aarón.—susurré.

—¿A dónde piensas ir?—se giró encarándome y haciendo que su cadera chocara con la isla, jugó con el vaso en su mano.

—Me las ingeniaré.—me encogí de hombros mostrándome despreocupada por ese detalle.

—Julietha ya no eres solo tú. ¿Entiendes eso?

¿Que si lo entendía? Era más que consciente, con solo bajar la mirada podía notar que claramente ya no era solo yo.

—Por ello mismo. Porque vamos a tener una hija no podemos vivir como perro y gato.

Juntos hasta el infinito. (INFINITO #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora