Como un juego de niños

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Me encontraba con mi novio jugueteando fuera del hotel en el que estábamos hospedados, este viaje nos estaba sirviendo de mucho para romper esa pequeña pena que todavía existía entre nosotros.
Nos metimos a la alberca para nadar un poco, salpicándonos con el agua, haciéndonos cosquillas bajo la misma y terminando con un cálido beso mientras él rodeaba mi cintura pegándome más a su cuerpo varonil y yo me enredaba a su cuello con una mano mientras que con la otra me apoyaba de sus hombros. Sentía su cuerpo semidesnudo con el mío, tibio, exquisito.
Comenzamos con un beso tierno que poco a poco se fue intensificando, podía sentir algo abultado en mi pierna. Yo por lo pronto bajé mis manos para sentir su abdomen y luego posar mis manos en la espalda baja para atraerlo más a mí, me encantaba lo que provocaba en mi ser. Lentamente caminamos sin despegar nuestras bocas hasta el borde de la piscina, por suerte era de noche y nadie nos vería o eso era lo que yo esperaba.
Sentí el frío del borde de la piscina en mi espalda, eso provocó un leve gemido.

• Gime más para mí. - Me dice.
• Entonces hazme lo que sea necesario. - Respondo con un tono un poco jadeante.

Me pega más a la orilla de la piscina haciendo que el frío de la misma se esparciera por mi espalda casi desnuda a causa de mi bikini. Ahogue mi gemido. Empezó de nuevo a besarme lentamente mordisqueando de una manera exquisita mis labios, mis manos posaban en su cuello, pero al querer tocarlo más las tomó y colocó tras de mí.

• No se vale que me toques solo hasta que ya no puedas resistir más.
• Eso no se vale.
• Claro que sí. - Me apoya un poco más para que todo mi peso lo deje caer en mis brazos quedando inmóvil. - No te muevas preciosa, solo déjate llevar.

Vuelve a torturarme con un beso más intenso, mordidas que provocaban que toda esa sensación de placer se esparciera por todo mi cuerpo y estallara en mi parte más íntima. Su lengua húmeda y tibia llenó mi boca, este beso ya se estaba poniendo mucho más que cachondo. Lamió mis labios y luego bajó lentamente por mi cuello, repartió pequeños besos y mordiscos en él, yo empezaba con pequeños suspiros, mi respiración se estaba acelerando. Sus manos me acariciaban las piernas, se sentían suaves esas caricias a causa del agua. Con su dedo índice empezó un recorrido lento de mi pierna a mi ingle, acarició un poco y yo gemí, volvieron a ascender lentamente sus dedos por mi vientre, me hacía cosquillas y me excitaba cada vez más. Dejó quietas sus manos en mi cintura, sus besos bajaron por mi pecho, lo tenía en medio de mis senos... ¡carajo! Empecé a moverme para tratar de tomar su cabello.

• ¡Ah no! Si te mueves de nuevo voy a hacer que te vengas sin metértela.
• Como te detesto por eso.

Con sus dientes trataba de librarse de mi sostén, lo sentía tan cerca de mí y no podía guiarlo con mis manos. Empezó a bajar más y más, dejando un beso en cada centímetro de mi abdomen. Una de sus manos juguetona comenzó a dibujar círculos en mi abdomen bajando lentamente hasta llegar a mi pubis. Quería sentir su mano en mi, lo único que lo impedía era el traje de baño. Lentamente empezó a sobar como si no llevara nada puesto, lo estaba deseando cada vez más, arquee mi espalda ante tales caricias, cerré los ojos empezando a gemir y arañar mis propias manos, seguía inmóvil, estaba entre él y la orilla de la piscina. No quería que parara, quería seguir siendo acariciada de esa manera tan rica, delicada y perversa. Separé un poco mis piernas, abrí mis ojos y conecté con su mirada tan atenta admirándome, abrí un poco mis labios como súplica de un beso. Entendió lo que quería y me comenzó a besar despacio, se podía escuchar el sonido que emitíamos mientras nos besábamos tan apasionadamente. Mi cabello húmedo estaba pegado a mi espalda, la mano que estaba en mi cintura subió apartando el cabello y se mantuvo ahí.

• Mírame. - Me pide acomodándose perfectamente a mi altura.

Deja de sobarme para arrimar un poco mi ropa interior e introducir un dedo. El agua de la alberca me lastimó un poco, pero la secreción a causa de sus caricias ayudó olvidándome de la molestia. Mi respiración estaba aún más acelerada, comencé a revolverme un poco más, si seguía así era seguro que me vendría. Nuestras miradas estaban perfectamente atentas, no podía despegar los ojos de los suyos aunque lo que me estaba haciendo provocaba querer cerrarlos y dejarme llevar más de lo que ya estaba haciendo. Ahora son dos dedos dentro de mí, mete y saca, lento, rápido, cariñoso, duro y salvaje... ¡Carajo! Esto es tan rico, ya no aguanto. Sentía mi orgasmo cerca, mi vientre empezaba a tensarse, mi espalda comenzó a arquearse y mis ojos los cerré con fuerza.
Ya no tenía sus dedos dentro de mí, dejó de apoyarse sobre mí haciendo que mis brazos fueran libres para que después con mis manos lo tomara del cabello y lo atrajera salvajemente a mis labios. Interrumpió apropósito mi orgasmo. Lo detesto tanto.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora