Mientras duerme (Parte 3)

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La lujuria estaba en su punto, me dominó por completo, antes de ir a un nuevo encuentro con Ulises reaccioné y no podía creer las cosas sucias que dije y que supliqué. Yo no había estado con una mujer, ni siquiera sabía cómo me iba a mover para lograr que Ulises se sintiera de lo más satisfecho. Abrí la llave del agua, mojé mis manos y luego refresqué mi rostro. Desnudo, todavía un poco mojado y con la polla de fuera caminé a mi cuarto. Ulises estaba sentado en la orilla de mi cama, me miró travieso.

• Apuesto lo que quieras a que no limpiaste mi semen de tu culito.

Tragué saliva, maldita sea, parecía que Ulises era un adivino o un cabrón.

• ¿Quieres que te ayude a limpiarlo? – Me dice poniéndose de pie.
• Sí, lo vas a limpiar con tu lengua.

¡Carajo! ¿Qué es lo que acabo de decir?

Parecía que él sacaba mi lado más pervertido, lograba que mis deseos sexuales se hicieran cada vez más fuertes. No me estaba reconociendo.

• Está bien Paquito, voy a limpiar lo que hice.

Me empuja con violencia a la cama, caigo y
rápidamente logra abrirme por completo de piernas, me siento avergonzado y excitado.

• Oh Paco… - Acaricia mi ano con su dedo índice. – Tienes un anito rosadito, chiquito y apretado.

Antes de que me dejara hablar su lengua estaba chupando mi culo, yo lo apretaba, era una sensación tan rica, placentera, tanto que si seguía así me iba a venir solo con las chupadas que me estaba dando, parecía un perro sediento. Enterré las uñas en las sábanas, me estaba enloqueciendo.

• Tu culo está que arde. – Sus palabras me excitaban.
• Ulises… ¡Ah! Quiero follarte.

Al escuchar estas palabras Ulises se encargó de despedirse de mi ano con una chupada extremadamente rápida, parecía que me iba a dar un infarto. Dejó un beso y se retiró de ahí.

Como si él supiera lo que yo deseaba, se tumbó en la cama alzando sus nalgas. Yo imité lo que él hizo en el baño, le di un dedo a chupar, una vez bien humectado lo dirigí a su culito, estaba apretado, comencé a meterlo y sacarlo, él me respondía con suspiros, su polla la tenía a reventar y la mía mucho peor. Cuidadosamente introduje otro dedo, bramó, seguí mete y saca. Tres dedos, sus entrañas estaban que hervían, succionando mis dedos, estaba muy excitado, su ano estaba completamente dilatado, abierto, mojado y se veía de lo más apetecible.

• Anda Paco, méteme esa vergota que te cargas.

Posicioné mi glande en su ano completamente rojo.

• ¡Ay! ¡Mierda! – Me quejé.

Todavía no tenía por completo mi pene dentro de su cuerpo, pero cada roce que sentía de su interior me provocaba una descarga de impulsos nerviosos a todo mi cuerpo. Ulises gemía más, lo estaba partiendo, abriendo, desgarrando. Una vez con la verga completamente adentro comencé a mover mis caderas de adelante hacia atrás.

• ¡Oh! ¡Sí! Así paco… lo estás haciendo muy bien.

Ulises aplaudía mi esfuerzo, la calentura me estaba desbordando, comenzaba a moverme más frenéticamente, la contracción de su ano podía sentirla.

• Ulises, puedo sentir como asfixias mi pene. – Le doy una estocada. - ¿Te gusta?
• Sí… - Gime. – Dame más duro Paco.

Toma sus nalgas y se las abre dándome un espectacular paraíso de su culo con mi polla adentro. El animal que llevo dentro se apodera por completo, quito sus manos con violencia para después apretar sus nalgas con fuerza, las golpeo, haciendo que Ulises grite de dolor. El choque de nuestros cuerpos inundaba la habitación, se escuchaba tan pornográfico que estaba a punto de venirme.

• Termina conmigo Ulises.

Lo tomé de los hombros, lo levanté, me desprendí de él para empujarlo al respaldo de la cama. Él se apoyó con una mano y la otra la dirigió a su pene.

• Jálate esa vergota mientras yo termino de follar tu culo.

Lamí mis dedos, los pasé por su ano y sin más se la clavé. El aulló, gritó mi nombre, estábamos gimiendo, nuestros cuerpos estaban de lo más infernales, calientes, lujuriosos, nos encontrábamos pecando, las paredes eran los únicos testigos de todo esto, de mis pensamientos por él, las pajas que le dediqué, de todo y ahora si ellas tuvieran vida estoy seguro que estarían sorprendidas de la manera que me cojo a Ulises, mucho mejor que en mis sueños.

• ¡Ulises! ¡Agh!

Me entierro de lo más profundo a Ulises mientras eyaculo en su interior, su culo me apretaba, me asfixiaba y él también descargó su esperma. Poco a poco me fui retirando de él, una vez hecho tape su ano con mi dedo impidiendo que mi líquido seminal chorreara.

• Que rico culito, me encanta como se ve. Eres un caliente Ulises.

Mientras él se recupera entre suspiros escucho como se ríe un poco.

• Tú acabas de convertirte en un hombre, Paco.

Se voltea para enfrentarme, mi semen escurre un poco en sus piernas.

• Y yo me encargaré de hacerte cada vez más hombre. Quiero que esa polla me atraviese por mucho tiempo.
• Así será Ulises.

Lo tomo del cuello y lo beso. Siempre que lo besaba me provocaba la misma sensación de cuando sentí sus labios por primera vez.

Pasado el tiempo Ulises y yo comenzamos una relación un poco más seria, seguíamos viviendo juntos, nuestra amistad que forjamos desde hace años no se vio afectada y nuestros culos se tornaban cada vez más calientes y hambrientos el uno por el otro.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora