Mientras duerme (Parte 2)

4K 12 1
                                    

Ulises me encontró con la polla de fuera a punto de chorrearme. Me quedé congelado, en shock, los huevos se me encogieron y mi pene vaya que se escondió. No podía con lo que me estaba pasando, es una situación de la cual no quiero acordarme nunca, necesitaba que la tierra me tragara y me aventara a un lugar lejos de aquí. Rápidamente guarde mi miembro en su lugar.

• ¿Qué mierda te pasa a ti? ¿No estabas cogiendo con una chica?
• Sí, estaba…
• ¿Y?
• Te vale madre lo qué pasó, ¿Qué carajo haces?

No sabía que decir en mi defensa, tampoco pensaba en decirle lo mucho que deseo ser follado por él.

• A caso… - Comienza a decir.

Me arrincona en la pared obligándome a conectar nuestras miradas.

• ¿Deseas mi polla? – Toma mi mano y la pone en su pene. - ¿Quieres que te folle?

Maldita sea, la respuesta a esas dos preguntas era sí. Y vaya, su miembro se sentía de lo más apetecible.

• Por dios, Ulises. No seas tan vanidoso. – Pongo los ojos en blanco retirando la mano de su pene.
• ¿Crees que no sé qué tu semen fue expulsado en mi cara?
• ¿Qué? ¡Estás loco!
• Entonces ¿Quién fue? Digo, esa vez que vinieron las niñas nosotros éramos los únicos hombres. Basta de fingir Paco, dime… - Me toma de la barbilla. - ¿Quieres que te la meta o me la quieres meter?

Seguro solo jugaba conmigo y se estaba aprovechando para después burlarse de mí. Lo odiaba tanto por eso. Me zafé de su acorralo y le dejé gritado.

• ¡Vete a coger con otra vieja! A mí déjame en paz maldito vanidoso.

Salí del departamento hecho una bestia, no tenía a dónde ir. Llamé a mi amiga y fuimos a un bar por unas rondas de tequila. Platicamos un poco y yo le mencioné que había discutido con Ulises, me daba vergüenza regresar, pero también lo extrañaba. Mi amiga lo único que me sugirió fue que al menos esta noche la pasara fuera del departamento para aclarar las ideas y al siguiente día enfrentar a Ulises. Así fue como hice las cosas. Me recibió en su casa, dormí en el sofá recordando los gemidos de Ulises seguido del choque de dos cuerpos calientes, la manera en cómo me habló insinuándome cosas sucias, mi mano en su pene, el beso que nos dimos esa noche, en fin, eran muchos sentimientos encontrados, traté de conciliar el sueño y me dormí para lo que mañana me esperaba. No quería darle molestias a mi amiga en su casa, me levanté demasiado temprano, dejé doblada la cobija y me fui de su casa, no sin antes dejarle un mensaje de texto agradeciéndole la posada que me dio.

Lentamente y tratando de hacer el menor ruido posible entré al departamento. La puerta del cuarto de Ulises estaba cerrada, todavía era muy temprano para que ese flojonazo se levantara. Sin más en mi habitación me desprendí la ropa de calle, me envolví en una toalla y me dirigí al cuarto de baño. Abrí las llaves de la regadera, el agua tibia mojaba mi cuerpo, relajándome logrando una sensación de alivio, ojalá que la lluvia artificial se llevara mis sentimientos por Ulises.

Cerré los ojos para tratar de olvidarme de todo eso. Estaba completamente relajado cuando dos manos grandes se colaron debajo de mis brazos para reposar en mi pecho desnudo.

• ¿Quieres que te enjabone la espalda? – La voz de Ulises…

Voltee para verlo de frente.

• ¿Qué mierda quieres? ¡Déjame en paz! No quiero que te burles así de mí.
• No me estoy burlando Paco, viéndote así desnudo con el cuerpo mojado… tienes un cuerpo de griegos, no me molestaría nada en que tengamos un rato de pasión.
• No digas mamadas.
• Mamadas las que te voy a hacer.

Sin más se lanzó a mis labios comenzando con un beso tímido, con forme agarramos confianza ya era un beso de lo más salvaje, él era un león hambriento de su carne. Me estaba devorando.

• Anda Paco… tócame la polla que tanto deseas.

Tímido y sin pensarlo más tomé su pene entre mis manos, estaba duro y caliente. Comencé a masturbarlo un poco, él echó su cabeza hacia atrás comenzando a gemir despacio. No podía creer lo que estábamos haciendo. Aparto mis manos de su miembro y con las suyas tomó el mío haciendo exactamente lo mismo, yo no podía con tal cosa. Nadie me había tocado así y tampoco sabía lo que era tener el pene dentro de las entrañas o una vagina. Estaba demasiado excitado por las jaladas de pene que me proporcionaba.

• ¡Carajo! Vaya… no me imaginé que fueras virgen Paco, así que esto será nuestra primera vez.

Me recargó en la pared, comenzó a sobar mis nalgas y mi espalda.

• ¿Qué es lo que quieres? ¿Metérmela o que te la meta?

Me moría por probar ambas cosas, pero yo necesitaba que él me desvirgara el ano.

• Métemela Ulises. Ya la quiero dentro.

Chupé sus dedos y comenzó a dilatarme el ano con un dedo, yo lo apretaba por el placer tan perverso que me daba.

• Puedo sentir como tu orificio me aprieta. Me encanta cómo reacciona tu cuerpo ante mis manos.

Metió otro dedo en mi interior, afuera y adentro, ese patrón lo estaba siguiendo hasta que sentí un tercer dedo abriéndome más para el platillo principal. Sus dedos me follaron duro al grado que estaba por venirme, pero Ulises me controló. Tomó mis nalgas de tal forma que dejó expuesta mi entrada.

• Ya métela, la necesito dentro.

Obediente a mis súplicas introdujo lentamente su glande. ¡Mierda! Poco a poco se introdujo en mis entrañas dilatándome más y más, empezó a moverse de una manera sensacional, yo gemía su nombre, el agua nos mojaba como si fuera a apagar este fuego.

• Mastúrbate Paco, quiero que te vengas conmigo.

Sin más comencé a masturbarme, el placer de mi mano junto con su pene era una combinación astral. Siguió penetrándome de una manera delicada, yo apretaba mi ano y él respondía con unas embestidas salvajes.

• ¡Ah! Paco… que apretadito estás. Me gusta cuando tu culo se contrae.

Sus palabras me excitaban junto con sus bramidos. Ya no podía más, ya quería correrme y que me llenara de su leche.

• Ulises… ¡Ay! Ya casi me voy a venir… lléname de tu semen.

Ulises sacó por completo su pene para meterlo de un solo golpe haciéndome bramar como una bestia, me la metió con unas ganas de partirme a la mitad. Nuestros gemidos estaban coordinados, el choque de su pelvis en mi trasero era un goce inigualable. Me la metió hasta el fondo, mi ano se contrajo mientras mi semen salía disparado a la pared y el de Ulises se encargó de llenarme por completo acompañando de las contracciones de su pene duro, caliente e infernal. Se desprendió de mí, con sus dedos sobó mi ano.

• Mira nada más como te dejé el culo, abierto y chorreando. Ahora ya me pertenece.

Mi cuerpo necesitaba más, ahora yo quería abusar de él y hacer que experimentara el mejor de sus orgasmos.

• Vete a mi cuarto que ahora a mí me toca follar ese culo espectacular.

Ulises solo me miró con una cara pícara, mordió sus labios y salió del cuarto de baño. Yo ni siquiera me tomé la molestia de limpiarme su líquido porque lo iba a obligar a que limpiara el marranero que hizo en mi cuerpo. Con solo imaginar su lengua caliente en mi ano, mi polla estaba lista para el segundo round.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora