Imprudente

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Estaba en casa, mi novio estaba presente, pero la sangre me hervía por el enojo que me cargaba. No había nadie, el diablo estaba presente. Marco trataba de hacer lo que fuera para que dejara de estar enojada con él, íbamos a comer en familia, mis padres y mi hermano fueron a comprar algunas cosas y nosotros nos quedamos en casa.

• De haber sabido que ibas a hacer tus mamadas no te hubiera invitado. – Le suelto.
• Eres una niña berrinchuda, ese es el maldito problema.
• Y tú eres un cabrón.

Me levanto del sillón, subo a mi cuarto, me desprendo la ropa, me coloco mi toalla y bajo al cuarto de baño.

Debajo de la lluvia artificial pienso en todas las cosa buenas y malas de ser la novia de Marco. Tenía que poner límites con él, debe de darme mi lugar, estoy dando todo de mi parte, conoce a mi familia, mis amigos, ya llevamos más de un año de relación y siempre tiene que salir con alguna pendejada.

• Eres un pendejo Marco. – Digo mientras me enjabono todo mi cuerpo.

Termino de bañarme. Cierro las llaves del agua, deslizo la puerta corrediza.

• ¿Qué mierda haces aquí? – Trato de taparme mi cuerpo desnudo.
• Dejaste la puerta abierta.
• ¡Salte!

Marco se quita la playera y deja al descubierto su torso, sus abdominales perfectamente marcadas. Sus brazos fornidos y esa espalda que me volvía loca.

• El sexo no es la solución de nuestras peleas. Así que salte del baño.

Vuelvo a recorrer la puerta, pero me lo impide. Se mete a la ducha solo con su pants negro y sus tenis.

• Ya te dije que te salgas. – Le vuelvo a decir y ya no sé cómo cubrir mi desnudez.

Me toma de los brazos, me mira fijamente y me besa. Me estaba excitando un poco, pero esa no era la forma en resolver nuestros problemas.

• Te ves tan hermosa mojada. – Me mira por completo.
• No sigas por favor. – Insisto.

Me recarga en la fría pared, quita mi cabello mojado para comenzar a besar mi cuello.

• Estás tan rica.
• No… Marco…

Acaricia mi abdomen. Se pega a mi cuerpo y siento su erección.

• Marco… - Jadeo.

Sigue en mi cuello, su cuerpo se separa un poco del mío. Toma mis manos y las pone en su pene grande, venoso y caliente.

• Me la pones dura con solo verte. – Muerde mi oreja.

Mis manos no reaccionan. Se pega más a mi cuerpo. Nos besamos y siento su verga más palpitante.

• Sóbame un poco. – Dice.

Comienzo a masturbarlo lentamente. Me toma con brusquedad del cuello, me mira fijamente, separa un poco sus labios, jadea y siento su esperma en mi cintura.

• Marco…

Sale del cuarto de baño.

Rápidamente me limpio, me coloco la bata de baño y salgo detrás de él.

• Marco. – Lo tomo del brazo.
• ¿Qué pasó? – Me desespera cuando se hace el desinteresado.
• Cógeme aquí en las escaleras.
Abro mi bata de baño y le enseño mi cuerpo.

Sin más se lanza a mí, me besa con más intensidad.

• ¿Segura? – Pregunta.
• Sí.

Me tiendo en el último escalón y me abro de piernas.

• Métemela Marco.
• No vas a querer que te la saque.

Él se hinca, yo ya estoy muy húmeda y con facilidad entra su pene.

• Que rico mi amor… - Lo beso.
• Estás tan húmeda cielo.

Sigue penetrándome. Estoy muy caliente, quiero más. Necesito más.

• Marco… ah… fóllame, fóllame duro como siempre lo haces.
• ¿Te gusta que te la meta duro?
• Sí amor. Me vuelve loca.

Marco se apoya en el escalón, me la entierra más y más… ya no me entra, pero la quiero más dentro. Contraigo mi vagina y él lo percibe.

• ¡Ah! Sí nena, me excita cuando aprietas tu vagina.

Seguimos ahí en la escalera, Marco me estaba cogiendo de una manera tan rica, podíamos escuchar como nuestras intimidades rechinaban por mis fluidos, mi vagina me daba cosquillas.

• ¡Ay! ¡Amor! Ya casi, ya casi viene… - Me aferro a su espalda enterrando sus uñas.
• Sí amor, que rico… déjate llevar.

Me la mete más rápido, el choque de nuestros cuerpos era la gota que derramó el vaso.

Marco jadea mientras se jala un poco el pene.

Su semen cae en mi abdomen, en mis tetas y un poco en mi cara.

• Soy tuya Marco y tú eres mío. – Lo tomo del cuello y lo beso. – Nadie te va a excitar como yo.
• No amor, nadie. Solo tú eres mi perrita.

Nos besamos, nuestras lenguas juguetean.

• Esta perrita quiere que se lo metas por el culo. – Le digo mientras me pongo de pie y me dirijo a mi cuarto.

Marco me sigue, volteo y se va desvistiendo. Su perfecto cuerpo me pone de lo más cachonda.

• Te cargas un tremendo culo que te lo voy a destrozar con mi vergota.
• Ya veremos.

Nos besamos, le sobo la verga y cierro la puerta de mi recamara.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora