Fiesta de cumpleaños

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Después de un día largo y pesado en la escuela mis amigos y yo decidimos ir a tomar una michelada. Comenzamos a caminar y llegamos a un depósito en el cual contaba con mesas para tomar cervezas, fumar, tomar botellas etc. Todos pedimos la michelada y empezamos a platicar sobre la escuela, luego cosas personales, así pasada la hora terminamos el contenido de nuestro tarro cervecero. Salimos de ese lugar para irnos a la parada, tomar el transporte e irnos cada quién a su casa.

• No mames, se escucha el desmadre bueno allá.

Dice uno de mis amigos. Yo volteo y veo otro depósito, salen luces de colores y la música estaba a todo volumen. Sinceramente si se veía como un antro clandestino.

• Pues, hay que ir ¿no?

Mis amigos no necesitaron responder, con su mirada ya sabía la respuesta.

Para mi sorpresa había más chicos de nuestra misma licenciatura, pero lo que más me dejó en shock fue que estaba ahí como el alma de la fiesta una chica de piel blanca, cabello a la altura de los hombros, brackets, lentes, delgada… su cuerpo era espectacular.

Ya tenía algunos días hablando con ella y en esas conversaciones ella me confesó que era bisexual. Yo había tenido algunos encuentros con otras niñas, pero nunca me acosté con alguna.

Todos se portaron cálidos, comenzamos a beber, bailar y demás.

El ambiente estaba cada vez más intenso, las copas ya estaban dando efecto. Algunos se besaban, otros ya estaban casi cogiendo en frente de todos.

• ¡Beso de tres!

Escuché como todos gritaron eso al mismo tiempo.

Jenni se acercó a mí, empezó a bailarme, tomó mis rodillas y las jaló con fuerza logrando que mis piernas se abrieran, se posicionó en medio, siguió moviendo sus caderas…

• Qué rica estás mami.

Una chica que nunca había visto me tomó del rostro y me besó al mismo tiempo que Jenni se unió a un beso de tres. Nuestras lenguas chocaban, ambas comenzaron a manosearme las tetas y yo me dejé. Todos gritaban por esa escena.

Sin más no quería los besos de la desconocida sino de esa chica bisexual con la que platicaba en las madrugadas.

Ambas comenzamos a besarnos mucho más puerco, la saliva estaba escurriendo, mi labio inferior estaba hinchado y mi intimidad cosquilleaba.

• Ven, vamos a un lugar más privado. – Dice entre jadeos.

Me tomó de la mano, un poco mareada por el alcohol que había ingerido me llevó a una residencia que estaba detrás del depósito.

Entramos. Estaba mareadísima y cachonda.

• Quiero que me des mi regalo de cumpleaños Vane.

Me besa con violencia y logra tirarme en la pequeña cama que había.

• Jenni, espera… yo no he estado con una mujer.
• Mmmmm… - Pone una cara picara, se relame los labios y me acaricia en medio de las piernas. – Entonces esto será de uso privado.

Me toma con fuerza de las muñecas a pesar de que yo era más alta que ella poseía una gran fuerza.

• Anda Vane… - Me besa el cuello. – Te deseo como no te imaginas.

Nos besamos con violencia, la excitación puede más que mi fuerza de voluntad.

• Estás tan rica, tan delicada… - Succiona mis labios.

Comienza a desabrochar los botones de mi blusa. Mi sostén color vino se asoma y sus ojos brillan como si hubiera visto algo maravilloso.

• Chiquitas y duritas. – Desprende mi brassier y comienza a mamarme las perolas.
• ¡Oh! Jenni… - Me tapo la cara. – Esto… se siente… ¡Ah! Jodidamente bien.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora