Pequeña sumisa

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Quítate la falda.

Ella siempre tan obediente a lo que yo le pida.

Un día común y corriente llegué a una empresa buscando trabajo, necesitaba dinero después de que me había independizado. Para mi buena suerte en mi entrevista me fue bien y a los 5 días ya comenzaría a laborar.

Estaba en mi oficina checando algunos papeles, cuando de repente entra una jovencita. Parecía de apenas 18 años.

- Buen día. ¿Se le ofrece algo? – Le digo.

Tenía una linda carita, parecía una niña de 15. Era delgada con unas caderas de infarto y su cabello cubría toda su espalda.

- Lo que pasa es que busco la oficina del director. – Responde con una dulce voz.

- Tercer piso hasta el fondo puerta izquierda. – Respondo con un tono seco.

- ¿Dónde está el elevador? – Pregunta avergonzada.

Respingo y me levanto.

- Tranquila, te acompaño... igual tenía que ir para allá.

- Gracias.

En el elevador esa dulce chica me dice sin más:

- No tengo que ir a buscar la oficina del director, te estaba buscando a ti. Ten... - Me extiende un papel arrugado. – Ahí es el lugar dónde trabajo, está mi número de celular y la dirección de mi departamento. Quiero pasarla bien contigo, ya llevo unas semanas observándote.

Se acerca a mí.

- Quiero tener sexo contigo. – Pega a mi brazo sus tetas. – Llámame si tú también quieres.

- ¿Cómo te llamas? – Fue lo único que logré decir.

- Me llamo Elizabeth. – Baja su escote mostrándome sus tetas cubiertas por su brassier. Las agarra y aprieta. – Estaré esperando tu mensaje, Julio.

Para el ascensor, acomoda su ropa y sale de ahí dejándome guiñado un ojo.

- ¿Qué mierda fue eso? – Digo para mí mismo mientras desdoblo la hoja que me dio y analizo los garabatos que están escritos. - ¿Cómo chingados sabe mi nombre?

No le di importancia a lo que había sucedido, dedo admitir que fue muy extraño, pero eso no quita el buen cuerpo que tiene, la voz de ángel y seguramente tiene una mente muy perversa. Me apuré a las cosas que tenía pendientes en la oficina dejando a un lado todo ese rollo.

Después de una semana de pensar lo que había sucedido con Elizabeth decidí mandarle mensaje y platicar un poco con ella para saber que era realmente lo que quería y claro lo que estaba dispuesta a darme.

"Hola Elizabeth, soy Julio"

"Veo que por fin te decidiste"

"No realmente, primero quiero que me digas qué es lo que quieres y lo qué estás dispuesta a hacer"

"Quiero tener sexo contigo, que me domines, me mandes y me cojas las veces que seas necesarias para satisfacerte. Nada me excitaría más que saber que te complazco como a ti te gusta"

"Quieres que yo te mande ¿No es así? Supongo que vas a obedecer a todo lo que yo te diga."

"Sí. Lo que tú me pidas yo lo haré."

Fue el último mensaje que me mandó y yo ya no le respondí. Me di una ducha mientras pensaba en una decisión. Pensaba los pros y los contras. Pero después de tener relaciones fallidas ya no buscaba nada serio, solo alguien con quién pasarla bien sin darle explicaciones a alguien. Salir y que esa cita termine en sexo. Puede que esta sea una oportunidad de esas que no vienen dos veces en la vida y se debe de aprovechar.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora