Tercer semestre de preparatoria. Ya habían pasado aproximadamente cuatro semanas desde que no teníamos maestro para la asignatura de Biología y claro, esas horas eran libres para nosotros, en ese momento yo y mis compañeros estábamos felices de no tener clases aunque si veíamos el otro lado de la moneda en los siguientes semestres estaríamos perdidos con la Biología II. Antes de salir del salón mandé un mensaje de texto a un amigo para sacarlo de su clase e irnos a besuquear a los baños porque para eso son los amigos con derechos ¿no?
La siguiente semana estaba segura de que no tendríamos clases hasta que en las horas que nos asignaron esa materia llegó un joven vestido con pantalón gris, camisa, zapatos de vestir… se veía increíblemente deslumbrante. Tal vez no era el mejor de los guapos, pero esos ojos café oscuro, rostro un tanto ovalado, labios carnosos y un lunar muy notable en la mejilla derecha me cautivó por completo. No era muy alto que digamos, si acaso le faltaban seis centímetros para llegar al metro ochenta. Acompañado del director de la escuela se presentó con su nuevo salón de clases. Yo por mi parte me sentaba hasta atrás del lado de la puerta y por alguna extraña razón me sentía nerviosa de tenerlo como profesor. Como siempre todos nos presentamos, claro que yo fui la última en hacerlo y por ser de piel clara al estar en plena presentación sentí como mi cara se coloró de un rojo intenso por la pena. ¡Vaya forma de empezar!
Las clases iban de lo más normal, pero siempre que conectaba su proyector y su laptop se posicionaba hasta atrás, a veces podía notar su mirada y yo me hacía la indiferente. Por primera vez me daba pena coquetear con alguien mayor que yo, para ser exacta él tenía 25.
A mediados de nuestro semestre comencé a notar como dos niñas de mi salón le intentaban hacer la plática al final de las clases, lo acompañaban a la salida de la escuela e incluso una vez lo esperaron en el estacionamiento para que las invitara a tomar algo. Al enterarme de eso vino a mí un sentimiento de envidia y celos inexplicables. Por qué ya era hora de admitir que estaba deseosa de ser follada por mi profesor. De alguna manera siempre antes de que entrara al salón iba a los baños a rociarme perfume, resaltaba mi labial rojo, cepillaba mi cabello o lo peinaba en un chongo despeinado. Me fajaba la blusa y acomodaba mi corbata, claro sin olvidar de subirme más la falda tableada para obtener la atención de mi profesor.
Después de enterarme de las zorradas que hicieron mis compañeras decidí armarme de valor para acercarme más a él. Y así fue. Claro que no lo hice a tal grado de verme tan zorra como ellas. Era de las últimas para calificar mis actividades en clase, rozaba un poco mi mano con la suya, a veces medio platicábamos y vaya que todo iba fluyendo de maravilla. Recuerdo que un día me dio un pretexto de lo más estúpido para que le diera mi número de celular, era tan estúpido ese pretexto que ya lo olvidé. Justamente ese mismo día que le di mi contacto me mandó mensaje en la noche. Comenzando por un “Hola” y ese “Hola” me llevó a una experiencia de lo más rica. ¿Por qué? Porque nunca había estado con alguien mayor que yo.
Ese día que comenzamos la plática nos quedamos hablando hasta las tres de la madrugada, nunca me había dormido tan tarde por estar mensajeando con alguien. Así nos la pasamos una semana entera platicando hasta que llegó un momento dónde me preguntó que sí tenía novio, obvio yo respondí que no y en eso él me dijo “Me gustas”. ¡Espera un momento! ¿Yo? Demonios, no sabía que responder así que lo dejé en visto y esperé a la clase del siguiente día.
En toda la clase evadí sus miradas, cuando terminó la clase me llamó por qué quería hablar un asunto importante conmigo. Todos mis compañeros del salón incluyendo a las arrastradas se me quedaron viendo, claro de nuevo me coloré hasta más no poder, guardé mis cosas en mi mochila y al salir todos del salón me acerqué al profesor.
- ¿Qué es lo que quiere hablar conmigo profe? – Dije mientras miraba mis manos.
- ¿Por qué ya no me respondiste ayer? – Lo dice en un tomo autoritario.
- Ya tenía sueño.
- ¡Por favor! No me vengas con estupideces.
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Tabú
DiversosDesde lo más profundo, los más oscuros secretos, las fantasías más alocadas y pecados imperdonables. El fruto prohibido con un toque de adrenalina la perversión reina.