Mientras duerme

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Nunca entendí mi gusto por los hombres ni en qué momento salió a flote, solo sé que desde la secundaria mi mejor amigo siempre me ha gustado y con forme pasa el tiempo lo imagino detrás de mi cogiéndome como un toro salvaje. Con solo pensarlo una erección es el resultado. No recuerdo cómo fue que comenzamos a tener un lazo amistoso, lo qué si recuerdo es que me inventaba mil pretextos para estar cerca de él. Entramos juntos al equipo de voleibol, al terminar las clases íbamos a su casa o a la mía a hacer la tarea y a estudiar para los exámenes, nos inscribimos en la misma preparatoria quedando de pura puta suerte en el mismo salón. La suerte sí que estaba de mi lado.

• ¿Qué es lo que piensas estudiar? – Me pregunta Ulises.
• La verdad es que no tengo ni la menor idea. Me llama la atención una ingeniería, pero aún no estoy seguro.
• Estamos igual. ¿Quieres ir por una cerveza?
• Ya te estabas tardando güey.

Así pasamos nuestros últimos meses en la preparatoria. Claro que también debo mencionar que conforme pasaba el tiempo Ulises se ponía más rico que un mango. Se volvió más alto que yo, su cuerpo cada vez estaba más en forma, y su espalda… era lo más sexy que tenía, siempre que lo admiraba por detrás imaginaba mis uñas enterradas en lo atlético de su dorso. Aún recuerdo como la primera vez que llegué a su casa y entramos a su recamara, miraba todo a mi alrededor, cuando él fue por aperitivos me aventé a su cama abrazando la almohada para respirar su olor, su esencia. Ese día en la noche me masturbé recordando el olor impregnado en mis fosas nasales.

Yo nunca anduve con una chica ni tampoco con un chico mientras que Ulises era todo lo contrario. Siempre que estábamos solos me enseñaba fotos de chicas que querían algo con él, hasta le mandaban fotos en ropa interior o desnudas. Y bueno, como ya lo dije antes: Ulises no es feo. En ocasiones los celos me invadían al ver como muchas tenían el privilegio de besar esos labios increíblemente jugosos y rojizos como una manzana, sin embargo no quería que él supiera de mis sentimientos por él, esa era la razón suficiente para no demostrar la rabia que surgía de mi interior al verlo con chicas realmente guapas. Cuando pasaba eso deseaba con toda mi masculinidad tener vagina para ser penetrado por mi mejor amigo. Ulises no sabía que yo era gay. Puto problema en el que me encontraba. Él notaba a veces las ocasiones en que eran incontrolables mis celos, siempre me preguntaba el motivo de mi enojo a lo cual yo siempre me negaba en responder. Constantemente que lo miraba besando a una chica me imaginaba como se sentiría lo suave de sus labios y lo caliente se su lengua. Me adentro en su perfil social buscando a todas las tipas con las que se había enredado, unas ganas incontrolables de tomar el monitor y estrellarlo en la pared era lo que me producían esas chicas. Solo de pensar en todo eso mi cabeza no daba para más, mis emociones las tenía guardadas con llave, prefería solo crear un mundo en mi mente con él cumpliendo todos mis deseos salvajes a declararle todo esto por él y arruinarlo todo. La mayoría de las noches la foto de Ulises en mi celular, papel higiénico, crema y mi mano eran lo mejor para jalármela pensando en él, me imaginaba cada cochinada que no entendía de dónde me surgía ese lado tan jodidamente perverso. Claro, eran las tantas ganas de follar con mi amigo.

Como Ulises y yo somos mejores amigos siempre estábamos juntos y yo feliz de la vida. Un día común y corriente estábamos en su casa haciendo nada, cuando de repente se nos ocurrió la maravillosa idea de mirar pornografía por el aburrimiento, aparte no es nada de qué sorprenderse porque todo lo que sabemos de sexualidad es resultado de haber buscado información juntos, ver videos tres equis juntos y contar las porquerías que hacíamos solos para verificar que todo eso era “normal”, no cabía duda que tenemos una confianza increíble. La pantalla nos daba la imagen de un vídeo sexual con la temática de “trío” hombre, mujer, hombre… cuando terminamos de verlo puso pausa al siguiente vídeo que se iba a reproducir para preguntarme:

• ¿Te cogerías a un hombre?
• No lo sé… ¿tú? – Moría si él me la metía en ese momento.
• Para experimentar yo creo que sí, solo que… en este caso sería muy selectivo con él, tendría que llenar mis expectativas para que yo esté dudando de meterle mi pene a una mujer o un hombre.
• Ya veo… - Otro puto problema más a la lista. – Pues, sigamos viendo videos o vamos a jugar voleibol al parque.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora