Prohibido

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Me encontraba tendida en mi cama pensando, meditando en cómo es que vine a parar en este pecado, en la inmoralidad, veía mi vida en el infierno. Trataba de conciliar el sueño, pero parece que me dio la espalda, un pequeño rayo de luz se asomó al abrirse la puerta de mi cuarto, una sombra se iba acercando a mí. Sabía lo que significaba.

Unas manos comenzaron a acariciar mis piernas, poco a poco subieron hasta llegar a mis glúteos. Eran unas manos grandes y duras.

• Sé que estas despierta hermanita. – Oigo su voz en la penumbra.

Ya no quiero seguir en el camino de la lujuria, no con él. Pero mis fantasías y su manera de follar me lo ponen difícil.

• Vete a tu cuarto y déjame dormir. – Le respondo y me tapo completamente con las cobijas.
• ¡Oh! Vamos Zu, necesito una ayudadita.

Se acuesta a lado de mí pegando su cuerpo y puedo sentir su erección en mis nalgas.

• Por favor Zu, la tengo bien parada, quiero tu boquita, necesito ver ese lindo rostro devorando mi pene. – Comienza a destaparme de mi escondite.
• No, no, no me hagas esto Alex, entiende que esto está mal… - Le digo tratando de refugiarme.
• Anda, yo sé que te gusta así como a mí. – Su voz es exquisita y me pone cachonda.

Sus manos amasan mis glúteos, me abraza por completo y busca mis senos. Al encontrarlos comienza a hacer lo mismo. Soy tan débil por dejar que esto siga.

• ¿Te gusta, Zu?
• Sí…

Soy yo la que se libra de las cobijas, me volteo completamente para encontrarme con el rostro de mi hermano y comenzar a besarlo. Sus labios eran finos, delgados y muy suaves.

• Sóbamela, hermanita.

Dirijo mis manos a su pene, estaba caliente y en la punta ya estaba el pre seminal. Se me antojaba chuparlo.

• No te resistas, yo sé que quieres bajarte. Anda, chupa la verga de tu hermano mayor.

Sin más acaricié todo su cuerpo desnudo, su pecho, su abdomen, sus brazos musculosos, llegué al centro del pecado, me sentía sucia. Lamí su glande, todo su tronco e incluso sus testículos. Sabia rico, me encantaba.

• Anda Zu, cométela toda.

Tomé su pene entre mis manos, lo sobé un poco y lo introduje en mi boca. Devorándolo y haciéndole el mejor sexo oral a mi hermano. Mi vagina estaba ansiosa, palpitante y seguramente más que mojada.

• ¡Oh! Sí, Zu… tienes una boquita de perrita. – Mueve sus caderas penetrándome un poco más la boca.

Estoy tan excitada, quiero seguir. Su pene está lleno de mi saliva, esta viscoso y quiero tragarme todo su contenido. Comienzo a chupar con más violencia.

• Zu… - Toma mi cabeza. – Lo estás haciendo bien nena… - Gime. – Ya casi termino, sigue, sigue así hermanita.

Yo también comienzo a gemir un poco. Me encantaba escuchar a mi hermano gemir por lo que le provocaba. Era una enferma. Su lechita tibia salió expulsada de su pene, llenó mi boca y de un solo trago lo dirigí a mi aparato digestivo. Seguía chupando, quería ordeñarlo hasta más no poder.

• Alex, come la vagina de tu hermanita.

Me desnudo frente a él completamente, a pesar de estar a oscuras podía sentir la mirada de mi hermano e incluso estaba segura que los ojos le brillaban.

Le regalé una vista magnífica de mi vaginita, me senté sobre su cara y sin más comenzó a lamerme.

• ¡Vaya Zu! – Introduce un dedo en mi interior. – Estás tan mojada, mi polla te hizo chorrear.
• ¡Cállate! Solo sigue chupando.

Tomo mis senos en mis manos y comenzó a amasarlos, pellizco mis pezones. Gimo, suspiro, no puedo con esto, mi hermano me estaba regalando el mejor de los placeres.

• Mastúrbate en mi cara Zu, anda. Tócate para mí.

Con mi dedo índice empiezo a estimular mi clítoris.

• ¡Joder Alex!

Fueron las palabras que salieron de mi boca, yo me estimulaba mientras que mi hermano me penetraba con sus dedos. Estaba completamente mojada, escuchaba como sus dedos entraban con facilidad, era un ruido tan pornográfico y también un pecado de los más bajos.

• ¡Oh! ¡ALEX!

Grité, mi cuerpo se tensó. Y los pocos juguitos que salieron de mí fue la comida de media noche de mi hermano mayor.

• Carajo Zu, estoy seguro que sigues igual de caliente que yo.
• ¿Y qué harás al respecto?
• Follarte toda la noche de ser necesario.

Alex se posicionó en medio de mis piernas, comenzó a lubricar su pene con mis jugos mezclados con su saliva. Me estaba torturando, necesitaba ser penetrada.

• No me hagas esperar Alex.
• ¿Quieres la verga de tu hermano? – Pregunta posicionándose en mi entrada.
• ¡Mierda! ¡Sí!

Sin más me la dejo caer. Yo grité y él tapó mi boca con su mano. Me cogió de una manera tan rica, tan dura, nuestros cuerpos chocaban con tanta violencia. Enterré mis uñas en su espalda, podía sentir las contracciones de su espalda cuando me la metía más profundo.

• Sé que te gusta mi polla, pero no grites o vas a despertar a mis papás.

Saber que podíamos ser descubiertos hacía que me humedeciera más.

Seguimos en esa posición, pero yo quería más. Necesitaba sentirlo más profundo.

Ahora yo tomé el control y me posicioné encima de él, lo besé tan delicadamente disfrutando de la textura de sus labios.

• Es hora de que tu hermanita te folle.

Me senté sobre su pene, comencé a darme de sentones, me estaba volviendo loca. Cabalgaba a mi hermano con una fuerza mucho más allá de lo que yo podía imaginar. Mi hermano me tomaba de las caderas ayudándome a cogerlo con más fuerza y claro, placer. Ambos estábamos en nuestro punto, sentía una descarga en mi cuerpo.

• Oh Alex… ya casi… - Gimo mientras trato de acomodarme el cabello.

Me da de nalgadas, yo me sobresalto y me excito más. Mi hermano gime mi nombre, me aprieta lo más que puede, me levanta y me acuesta de nuevo. Me penetra con una enorme dureza, mis pechos rebotan, tapa mi boca con su mano y yo grito de placer. Lo abrazo con mis piernas, pegamos nuestras frentes sudorosas y nos besamos.

• Córrete adentro hermanito. – Le digo entre gemidos.

Se clava lo más profundo en mí, esconde su cabeza en mi almohada y ambos explotamos en un orgasmo lujurioso, placentero, inmoral y pecaminoso. Esto estaba mal, era prohibido, pero no encontraba la manera de parar esta locura, quería irme al infierno con mi hermano mayor y que en medio de las llamas me siguiera cogiendo como solo él sabe hacerlo.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora