Mi padre y yo con una relación incestuosa. Quizá hasta podríamos decir que es de enfermos, pero enferma me pone él con su cuerpo y sus vulgaridades que me dice al oído mientras me coge.
- Mi niña linda... - Dice mi padre. - Nunca me voy a cansar de ti.
- Ni yo de ti, papito. - Respondo.
Estábamos en la sala de la casa, creo que no había día en el que no tuviéramos sexo. Mi padre me devoraba y me apretaba más a su varonil cuerpo. Podía sentir su erección ansiosa por salir. Comenzó a restregarse en mi cuerpo, lo sentía cada vez más cerca. Yo me embriagaba con su aroma y sus caricias. Estaba segura que a este paso mis bragas ya estarían completamente empapadas.
Acaricio su cabello.
- Papito... - Jadeo. - Quiero...
Papá me interrumpe, me tomó bruscamente de la cara y me obliga a verlo. Sus labios están muy cerca de los míos.
- ¿Qué es lo que quieres? - Sus ojos brillan.
- Quiero que me hagas lo que quieras, por favor papito... - Logré darle un pequeño beso. - Quiero ser tu putita.
- ¿Qué voy a hacer contigo, pequeña?
Yo solo alcanzo a ruborizarme un poco. Mi padre me carga en sus brazos y me lleva a su cuarto.
Con un poco de violencia me avienta a la cama. Sabía perfectamente que con esas palabras que le había dicho se convirtió en la máquina de sexo que tanto me encantaba.
Comenzamos a besarnos de nuevo. Ahora lo hace de una manera tan exquisita y salvaje. Mi padre me desnuda lentamente encargándose de dejar su marca en cada rincón de mi cuerpo.
- Soy tuya, papito. - Jadeo.
Mi padre me desnuda completamente. Besa mis pechos, lame mis pezones y los muerde levemente provocando un cosquilleo en mi parte íntima. Toda esa sensación se recorre por todo mi ser.
Él solo miraba. Se desnudó completamente y sacó algo de su cajón que no alcance a distinguir.
- Ponte en cuatro mi niña y ábrete ese lindo culo. - Dice la voz ronca de mi padre.
- Sí, papito
Tomé la postura que mi padre me ordenó, dejando perfectamente expuesta mi intimidad. Tomo mis nalgas y las separé. Mi pequeño anito estaba a la vista. Apenado y caliente.
Me sobresalte al sentir el dedo de mi padre. Lo estaba sobando, delicadamente y admirando mi ano. Un chorro frío me saca de mis cabales. Es lubricante.
- Es hora de estrenar este bello orificio.
Mi padre estimula un poco por fuera, me relaja. Introduce un dedo, lo mete y saca, sigue ese patrón. Hasta que son dos y luego tres dedos.
- Solo relájate mi amor. - Susurra en mi oído.
Hice lo que mi padre me pidió. Percibí algo mucho más frío, algo duro... Poco a poco mis entrañas se abren más y más, yo sostengo las sábanas con todas mis fuerzas y gimo de dolor combinado con placer. Me siento llena.
- Ahora voy a follar tu coño. - Lubrica mi entrada con saliva. - Vas a ver que con ese plug anal vas a sentir mucho mejor mi verga.
- Ahhh... Papi... - Jadeo.
Sin más mi padre entierra su enorme mástil, lo mete y lo saca con brusquedad haciendo que mi vientre se mueva de un lado a otro. No puedo con esto. Es demasiado para mí... Siento que no aguanto.
- Papi... No aguanto... - Grito.
Mis jugos salen de mi cuerpo sin control. Dejé todo mojado a causa de mi squirt. Me pongo colorada. Pero eso no impide que mi padre siga haciendo su trabajo.
- Mira nada más que putita me saliste.
Me tomó de las caderas y me voltea con brusquedad. Para mis nalgas y vuelve a embestirme. No puedo, simplemente no puedo. Esto se siente tan jodidamente bien. Golpea mi trasero varias veces sin dejar de penetrarme. Me arde la piel, pero me concentro más en el placer que me provoca.
- Tu culito no deja de contraerse... - Se desprende de mí. - Estoy seguro que ya está listo.
Ahogo un pequeño grito. No me importa, soy de mi padre y él puede hacer lo que quiera conmigo. Poco a poco retira el Plug. Puedo sentir su cabeza palpitante. En ese mismo instante vuelvo a sentir otro chorro de lubricante.
- Eres mi putita, pero eso no significa que te haré daño.
Su pene se adentra poco a poco en mí, mis entrañas se abren más y más reaccionando perfectamente. Estoy completamente llena.
Mi padre comienza a moverse lentamente con mucho cuidado de no lastimarme. El placer es lo único en lo que pienso. Mi papá jadea, me excita tanto saber que lo estoy satisfaciendo en todo.
- Ah... Papi... Que rico te coges a tu querida hija.
No cabe duda que eso fue la gota que derramó el vaso. Me tomó del cabello y me jala a él. Siento su aliento en mi cuello.
Me agarra perfectamente y me penetra lo mejor posible. Yo grito, estoy en el cielo.
- Llename de tu semen, papá.
Me nalguea, muerde mi cuello y me toma de él. Mientras me da las últimas embestidas puedo sentir sus agarres mucho más fuertes. Se contrae y siento como su líquido espeso y tibio inunda mi recto.
Al desprenderse, tapo mi ano con mis dedos.
- No quiero desperdiciar ni una gota de tu semen. - Le digo entre gemidos.
Mi padre sonríe y vuelve a nalguearme. Me recuesto en la cama. Estoy completamente chorreada, llena de sudor, agotada y satisfecha. Él me abraza.
- Papito... eso ha sido increíble. - Lo beso.
- Sabía que te iba a gustar que follara ese rico culo. - Responde.
- Me ha encantado. - Me levanto un poco. - Pero ahora quiero que me lamas el coño mientras masturbas mi ano.
- No cabe duda que eres igual o peor de caliente que yo.
Él tomó el control hace un rato, ahora era mi turno. Nunca podría dejarlo. Quiero coger con mi padre toda la vida. Suena enfermo y estoy completamente consciente de que esto es un pecado imperdonable. Ambos nos iríamos al infierno. Pero no me importaba pagar ese precio con tal de tenerlo lamiendo mi coño todos los días por el resto de mi vida.
Y vaya qué él no se queda atrás ya que al igual que yo... disfruta como devoro ese gran pene que mamá dejó solo para mí.

ESTÁS LEYENDO
Tabú
DiversosDesde lo más profundo, los más oscuros secretos, las fantasías más alocadas y pecados imperdonables. El fruto prohibido con un toque de adrenalina la perversión reina.