Sexo mañanero

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Mi esposa duerme y yo estoy demasiado caliente.

Son las 5 a.m. mi pene está tan duro, necesito follar a mi chica.

Ella me está dando la espalda, con sumo cuidado quito las cobijas.

•¡Puta madre! – Maldigo en voz baja.

Se ve tan deliciosa, lo único que lleva puesto es una mini tanga. ¡Mierda! Mi pene palpita.

Acaricio su espalda, sus brazos… la miro detenidamente, me encanta. Beso su cuello, sus mejillas, sus labios.

La jalo para que esté boca arriba. Tan tierna e inocente, no sabe la cogida que le voy a dar.

Mis manos recorren sus pechos desnudos, los aprieto un poco.

Entre sueños ella gime.

• Que deliciosa estás mi vida. – Le susurro en el oído.

Tomo su tanga, la deslizo con cuidado para no despertarla. Ahora sí, ya la tengo completamente como quiero. Mi bóxer le hace compañía a su tanga en el suelo.

La abro de piernas.

• Ya quiero cogerte.

Comienzo a masturbarme. Me la jalo como si fuera la última vez en mi jodida vida, pero verla así me pone tan caliente.

Sigue durmiendo.

Mi pene está completamente caliente. Quiero follarla, pero quiero hacerlo un buen rato. Me la jalo hasta que mi esperma sale disparado, pero en la entrada de su vagina. ¡Mierda! Esto se ve tan puerco, me excita demasiado.

Me recupero unos minutos.

• ¡Ay amor! Que puerca se ve tu vagina llena de semen. – Muerdo su oído.

Ella solo gime.

La beso más fuerte en el cuello, me cuelo entre sus piernas. Puedo sentir su piel desnuda en la punta de mi pene. Beso sus labios, ella comienza a despertar un poco.

• Mmmmm… - Es lo primero que dice.

Introduzco un dedo en su vagina, su humedad mezclada con mi semen. Ella está igual de caliente que yo. Meto y saco. Se mueve un poco. Sigo con ese patrón, acarició sus senos, los chupo, lamo y muerdo sus pezones.

• Que delicia mi amor.

Dos dedos. Ella gime un poco más. Seguro piensa que es un sueño húmedo. Mis dedos entran más profundo, yo enloquezco y la follo más duro.

• Ahhh… - Alcanzo a escuchar.

La comienzo a besar para que despierte.

• ¿Te gusta mi amor? – Le digo.

• Mmmmm…

• ¿Te gustan mis dedos dentro de ti?

Comienza a balbucear unas cosas. Levanto sus piernas y la nalgueo dos veces.

• ¡Ah! ¿Qué te pasa? – Está un poco desconcertada.

• Pasa que me pones caliente con este culito.

Vuelvo a nalguearla.

• ¡Detente! Estoy durmiendo, déjame dormir… - Meto mis dedos más rápido.

• Tranquila bebé.

Tomo sus piernas, las separo más. Tomo mi pene y me posiciono.

• Puedes seguir durmiendo.

Se la clavo por completo.

• ¡Ahhh!

•¿Te gusta?

Comienzo a penetrarla tan rico, suave y duro. Ella está completamente mojada, aprieta su vagina y asfixia mi pene. Delicioso.

• ¿Por qué te gusta cogerme cuando duermo?

• No sé, me excita mucho mi amor.

La tomo del cuello, se la clavo más duro, nuestros cuerpos chocan sin control.

• AHHHHH… Amor… No te detengas. – Me pide a suplicas.

Sigo metiéndole mi pene con mucha rudeza, le doy golpes leves a sus tetas. Estas rebotan.

• Que ricas están tus tetas. Ponte en cuatro, preciosa.

Mi esposa tan obediente como siempre se da la vuelta, su pecho lo pega a la cama y me regala una vista espectacular de su lindo culo.

Lo sobo, la nalgueo varias veces y vuelvo a meterle mi pene. Tomo sus caderas, la penetro salvajemente.

• ¡Ay! ¡SÍ! ¡SÍ! ¡Cógeme! Así… más… - Ella me suplica y a mí me excita.

La tomo del cabello y la jalo hacia mí.

• ¿Quién es mi perrita?

• Ahhh… Yo… Yo soy tu perrita. – Suspira. – Cógete a esta perra.

• Maldita sea. ¿Por qué es tan caliente? Me encanta.

La tomo de los hombros y con violencia la acuesto en la cama. Me posiciono sobre ella, tomo sus manos en su espalda dejándola inmóvil.

• Dime… - La penetro. – Dime lo que quieres.

• Quiero que me folles duro.

Atento a sus súplicas le doy las últimas embestidas, sus nalgas rebotan en mi pelvis. El sonido de la habitación es tan pornográfico.

• ¡AHHHHHHH! – Grita.

Comienzo a gemir, mi orgasmo está cerca, ella grita más y más fuerte.

• Anda, córrete adentro.

Mi semen sale disparado a su entrada, su vagina se contrae, el éxtasis se apodera tan fuerte de los dos.

Pasados unos segundos saco mi pene. Una sensación tan rica. Ella se queja al arrebatarle su juguete más rico para que se venga como loca.

• Estabas muy caliente ¿verdad? – Me dice.

• No tanto como tú, mira nada más… dejaste la cama completamente mojada.

Los dos nos reímos.

• No sé qué es lo que haría sin tu calentura.

•  Me vuelves completamente loca.

• Mejor no empieces sino te voy a coger de nuevo, pero está vez será más duro.

• ¿Ah sí? – Me reta.

• No creo que quieras correr el riesgo…

• Yo creo que tú no lo quieres correr, sé lo caliente que te pone mi culo.

Se pone de pie, la miro, se dirige al baño y escucho el agua de la regadera caer.

TabúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora