Eran las cinco de la tarde de un domingo cualquiera, en su departamento reinaba el silencio que era interrumpido por el tecleo acelerado de su laptop.El profesor estaba organizando las actividades de su grupo y de su laboratorio. Cada semana era lo mismo, tratar de compaginar su vida laboral con la personal para no caer en la miseria de la monotonía.
Se detuvo un momento, mentalmente cansado de planear para un montón de principiantes que a veces lo sacaban de sus casillas, pero contento con los avances que han mostrado a lo largo del semestre.
Con miras a deleitarse en el ocio para despejarse, consultó su móvil por si tenía algún mensaje. Nada. No tenía absolutamente nada.
Se metió a su única red social, echó un ojo y le pareció mortalmente aburrido todo. Cerró sesión después de cinco minutos de estar scrolleando.
Miró a su al rededor y se dio cuenta que todo estaba orden. Sus habilidades como adulto funcional hogareño mejoraron con el tiempo, ya no reinaba el caos como era costumbre.
De nuevo fue a su móvil y por curiosidad se metió a su galería de fotos. Inició un viaje en el tiempo. Fotografías del trabajo, familiares, algunas tomas de documentos, infografías y otras que solo eran basura y decidió borrar definitivamente.
Entre toda esa cháchara visual encontró muchas veces a Morinaga. No se había dado cuenta que él estaba presente en su almacenamiento de años atrás, varios años.
Encontró selfies que su novio le enviaba de vez cuando para compartir donde estaba o qué estaba haciendo; encontró fotografías de platillos que el mismo Tetsuhiro había tomado, alegando que la comida había sido deliciosa y era digna de recordar. Esto último lo encontró estúpido Tatsumi, pero lo dejó ser porque, aparentemente eso lo hacía feliz.
Se sorprendió verse asimismo en algunas fotografías, en donde uno sonreía a sus anchas y el otro salía con su habitual cara de palo. Recordó cada momento, lugar y hora.
Encontró una fotografía de la fiesta sorpresa que Kanako le organizó por su promoción a profesor. Ahí estaba Morinaga sonriendo.
De pronto, en un año anterior, se descubrió con una media sonrisa en esa imagen perturbadora. Otra selfie, un poco comprometedora — o tal vez no tanto, para Souichi sí lo era— los dos estaban acostados en la cama, uno reposando la cabeza sobre el pecho del otro, con los cabellos dorados sueltos. Ambos en pijama. Souichi decidió leer antes de ir a dormir, y de alguna manera terminó recostado sobre el otro hombre.
El profesor sonrió al recordar ese momento. Sintió nostalgia de lo que no tenía en ese momento. Ahí entendió lo que tanto decía Morinaga sobre la importancia de las fotografías, son para guardar recuerdos.
Miró con nuevos ojos aquel momento capturado. Se perdió en la sonrisa del fotógrafo, más adulto, más sabio, más maduro. Y muy muy en el fondo reconoció algo: más guapo.
Se sonrojó al pensar en eso.
Suspiró largo y profundo. Miró la imagen de nuevo y sonrió.
—Te extraño — susurró.
Y cerró los ojos para evocar ese momento y nutrirse de los recuerdos.
Miss Book
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Entre Paréntesis
FanfictionRelatos cortos de aquello que no se ve y me gusta imaginar. Los personajes pertenecen a Hinako Takanaga.