—Hasta luego, Senpai.
—Sigue disfrutando tu día.
Tatsumi despidió a sus asistentes, al jefe y a un par de colegas que ya iban demasiado parlanchines y alegres por su cantidad incontrolable ingesta de sake. El profesor Fukushima le sonrió con demasiada felicidad y fue arrastrado por otro profesor que lo llevaría a su casa.
El cumpleañero cerró la puerta de su departamento, agotado por tanta interacción social. No tenía previsto aquel acontecimiento, por lo que, no tuvo oportunidad para mentalizarse con anticipación.
Se tomó un minuto para recobrar la calma y digerir lo sucedido: Tetsuhiro apareció de la nada con un pequeño pastel en su laboratorio. Después de pasar la vergüenza de apagar las velas frente a los asistentes, una voz perdida dijo (en el fondo de la escena) algo sobre celebrar.
La gente se acumuló en el laboratorio para felicitar al científico, una cosa llevó a la otra y un pequeño ejército invadió su casa. En realidad, todos los autoinvitados deseaban con ansias un pequeño pretexto para celebrar y olvidarse de la universidad un rato.
Fue así como Tetsuhiro, un tanto feliz y emocionado por la pequeña celebración, se encontró comprando en el restaurante de paso la comida favorita de Souichi y para los invitados.
Respiró profundo una vez más, sintiéndose agradecido por las atenciones que tanto Morinaga y sus compañeros habían tenido con él. Jamás imaginó celebrar un cumpleaños de esa naturaleza, y tampoco le desagradó. Solo fue muy raro y nuevo todo.
—¿Estás bien? —quiso saber Morinaga con voz dulce y tierna. Se acercó hasta él, con paso galante y seductor.
—Estoy bien...quizá un poco agotado. Tanta gente aquí...
Tetsuhiro se sintió feliz al verlo, satisfecho al saber que su plan de celebración resultó. El esfuerzo había valido la pena.
—Feliz cumpleaños, Souichi-san.
Le dijo con voz melosa y aterciopelada, el festejado sintió escalofríos al sentirlo tan cerca, escuchar esos susurros inocentes le parecían tan seductores que lo llevaban a una especie de trance.
—Gracias por todo. —Solo pudo responder eso, ya que ahora su rostro había sido capturado.
Morinaga lo miró con profunda serenidad, el musgo y la miel se combinaron en instantes. Mantener la mirada siempre fue algo íntimo para Tatsumi, porque lo que veía en esos ojos era demasiado intenso y real. Encontró amor y devoción, eso lo hizo sentir minúsculo, porque en el fondo no se sentía merecedor de tanto.
Tetsuhiro encontró la luz de su existencia en los soles que lo miraban también, cada vez se preguntaba cómo había llegado a ese nivel de amor. Todo había sido atracción al principio, con el tiempo se convirtió en amor.
Sonreía sincero al saberse muy afortunado de tenerlo a su lado, su simple existencia le devolvió sentido a su vida. Souichi lo rescató y este no tenía idea de lo mucho que hizo por él.
Estaban a un aliento de distancia, respirando del mismo aire. Con la mirada perdida en los ojos del otro. Hablando sin hablar. El silencio era lo único que había a su alrededor, o quizá todo desapareció para ellos.
Morinaga acarició las mejillas de durazno, Souichi cerró los ojos al sentir aquellas tiernas caricias, esperando la llegada de un beso. Con ese simple gesto sintió desaparecer sus cargas, Morinaga tenía esa magia de hacerlo sentir bien.
Los labios se juntaron para besarse suavecito y con calma. Souichi lo atrajo por su camisa y arqueó la espalda para facilitar y mejorar la experiencia del beso. Morinaga lo sujetó de la cintura y lo atrajo hacia él. Los labios seguían dibujando caminos de la mandíbula hacia la barbilla.
Tetsuhiro trazó besos en todo el rostro de su festejado, desde la frente hasta el cuello. Besos pequeños y fugaces, como si de sellos se tratara. Souichi sonrió al sentir cosquilleo sobre sus cejas. Los ojos color bosque se abrieron de golpe al sentir que unos brazos le rodeaban y le sujetaban con fuerza.
La lluvia de besos al cumpleañero continuó como un torrencial. No dejó libre un centímetro de piel, que se fue ruborizando en un tono adorable a la vista. Disfrutaron su momento de estar a solas. Con un último beso en la nariz, Morinaga habló de nuevo.
—Feliz cumpleaños, Souichi-san. —Le abrazó con fuerza para transmitirle sus sentimientos.
—Gracias...Mori. —Le respondió con un nudo en la garganta y con las mariposas en el estómago.
Se fundieron en ese abrazo hasta que uno de los dos rompió el silencio.
—Me tengo que ir...—dijo con tristeza Tetsuhiro
—¿por qué? acabas de llegar —hizo un mohín, y en ningún momento deshizo el abrazo.
—Cambié mi turno para venir hasta aquí.
—¿De verdad? —ahora sí se despegó y cuestionó asombrado.
—Sí, entro en el turno de la noche, y...—consultó el reloj de su muñeca—debo darme prisa para tomar el tren a tiempo.
—¿ya te vas? —preguntó con tristeza.
Tatsumi creyó que pasaría la noche, o que quizá había tomado un día libre. Se sintió triste y desilusionado al asumir que pasarían más tiempo juntos.
—No me quiero ir —le dijo retomando los besos donde los habían dejado —pero debo hacerlo.
—¿Y entonces...por qué viniste?
Morinaga lo miró con mucho amor y con una certeza le respondió:
—Porque mi sol cumple años. Y tenía que estar a su lado.
—Tan tonto como siempre...
Tatsumi de nuevo jaló de su camisa, dispuesto a disfrutar de los últimos minutos que le quedaban a su lado.
...
Cuando cerró la puerta, otra vez, sintió los latidos acelerados de su corazón. Solo tuvieron veinte minutos a solas, pero se sintió como uno. Se sintió tan lleno y pleno al sentirse amado por el hombre más asquerosamente tierno y romántico del mundo.
Nadie, aunque buscase en todo el mundo, cambiaría su turno de trabajo y viajaría seis horas solo para celebrar un cumpleaños por tres valiosas horas.
Tatsumi Souichi caminó entre las nubes a pesar de su evidente vergüenza.
Miss Book
Hace tiempo no escribía algo lindo sobre el cumpleaños de Souichi. El año pasado escribí algo trágico, un gusto culposo.
Gracias por seguir este libro.
Abrazo meloso y apretado.
✨🫂✨
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Entre Paréntesis
أدب الهواةRelatos cortos de aquello que no se ve y me gusta imaginar. Los personajes pertenecen a Hinako Takanaga.