Noté a Miharu-san muy emocionada. No puedo negar que sentí celos cuando vi su cambio de humor.
Morinaga-san entró al laboratorio e iluminó todo el mundo de la chica. Yo también quería ser esa luz que admira y le hace feliz.
—¿Qué vas hacer después del trabajo?— le preguntó muy efusiva y coqueta. La conozco bien.
Sus mejillas se sonrojaron y sus ojos se iluminaron.
—Tengo un almuerzo, para conocer a unas personas.
Morinaga-san sonó tan adulto y responsable, sé que eso la cautivó más. Él declinó la oferta antes de que se viniera una propuesta, pero ella es muy insistente. Me gusta eso de ella.
—Entonces...¿estás libre esta noche?— quiso saber para asegurar su jugada.
—hmm...¿por qué?
— ¡Vamos a celebrar!
¿Celebrar? Ayane no es así nunca. A veces es entrometida, pero jamás ha pasado los límites. Será posible que... ¿el hecho de que Morinaga-san ya no sea parte del equipo ahora le de la valentía que siempre estuvo frenando?
No estoy seguro, solo sé que me siento triste. Yo he hecho tantas cosas por ella y no me ve. No se ha dado cuenta que me gusta. Me muero por ser el foco de su atención y ella no me nota. Solo soy su compañero.
—¿celebrar?
Tatsumi- senpai volteó al escuchar aquello, nadie se dio cuenta de su mirada. Se le notó que estaba sintiéndose celoso. Una chica estaba invitando a su novio a cenar.
El novio que solo yo sabía que tenía.
—Miharu, tú solo quieres ir a beber...¿no es así?— inquirió Senpai.
Quería asegurar las intenciones de mi alocada chica, pero no quedó convencido. Lo noté incómodo con la insistencia de la reunión. Desde ese momento Souichi-san no se despegó del chico. Algo pasó entre los dos y este hizo que se fuera del laboratorio.
Mientras Miharu estaba triste por la ausencia de Morinaga-san, el senpai estaba en calma.
Y yo, sufriendo por un amor que no es correspondido. Quisiera ser el objeto de sus deseos.
Te amo, Miharu. Y no te has dado cuenta por más que te lo he dicho en muchas formas.
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