𝑬𝒍 𝒔𝒐𝒏𝒊𝒅𝒐 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓𝒊𝒕𝒐

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Después de un duro día de trabajo lo único que deseaba era descansar y leer un buen libro. Se acomodó en el sofá hasta que, sin darse cuenta, terminó leyendo acostado. Estaba tan ensimismado que no escuchó la puerta abrirse.

Morinaga lo encontró muy cómodo , una rareza que su lectura fuera por placer y no por estudio. Últimamente estaba sumido en tantas responsabilidades en la universidad que poco tiempo tenía para dedicarle a sus hobbies.

—¿Senpai?

Respingó al escuchar esa voz conocida, despegó la mirada del papel y se encontró a Morinaga sonriendo de forma sospechosa.

—Bienvenido a casa —dijo un poco a la defensiva al notar aquella mirada que conocía muy bien —¿qué tramas?

—hazme un hueco —expresó con emoción y se acomodó sobre Souichi

—oye, oye, espera...me aplastas

—no es cierto, ni siquiera estoy recargando todo mi peso sobre ti.

Morinaga alzó la cabeza para disfrutar de los gestos de molestia de su senpai.

—¿qué pretendes? —cuestionó con tono resignado.

—nada, solo quiero estar aquí.

Tetsuhiro descansó su cabeza sobre el pecho de Souichi quien estaba como un idiota, todo tieso y con los puños cerrados. Aquella situación lo estaba poniendo muy tenso, demasiada cercanía le parecía insana e innecesaria, pero eso era asunto de su mente porque los síntomas de su cuerpo le decían lo contrario.

Estaba envuelto en un abrazo que su cuerpo recibió de maravilla, su temperatura aumentó a niveles cálidos y placenteros. A su nariz llegó el aroma del cabello de quien le abrazaba con calma, sus piernas traidoras se enredaron con las otras.

Respiró profundamente antes de decir o hacer alguna estupidez que dañara el momento. El gran chico sobre su cuerpo solo estaba echado de forma tranquila y su intuición le dijo que todo estaría bien.

Aquella cercanía no tenía intenciones sexuales, lo conocía tan bien. De haber sido así, el tipo ya le hubiera capturado los labios y a estas alturas su camisa estuviera desabotonada.

Morinaga seguía muy quieto, demasiado quieto y silencioso, Souichi se sintió curioso por aquel mutismo. Meditó la posibilidad de despegarse de aquel gran bulto viviente, decidió que no era tan malo.

Era consciente que el alimento diario de Morinaga son los afectos físicos, y aunque él era el peor en el mundo para eso, sin duda se esforzaba en corresponderle. No valía la pena negarse por mucho tiempo, al final terminaba cediendo a regañadientes y más valía hacerlo de buena gana.

Tetsuhiro estaba tan quieto que llegó a pensar que ya estaba dormido.

—¿Mori?...

—¿hmm?

—¿estás dormido?

—no

—entonc...

—shh

Morinaga le pidió que guardara silencio y volvió a cerrar los ojos, removió su cabeza sobre el pecho de Souichi y no dijo más. Por su parte, el que soportaba el peso muerto, estaba intrigado por aquella solicitud. Y al demonio el silencio, de todas formas habló.

—Si ya estás cansado ve a la cama

—Senpai, tú no sabes guardar silencio

Seguía con la cabeza descansando en esa parte de su anatomía, en este punto todo su peso estaba siendo soportado por Souichi.

—No logro entenderte

Le jaló un mechón de cabello, lo único que logró fue escuchar una risa de Morinaga quien despegó el rostro para mirar a su agresor. Souichi vio su mejilla marcada por el botón y roja debido a la presión, pero lo que le impactó fue encontrar una mirada acuosa.

—¿qué pasa? —preguntó preocupado

Tetsuhiro sonrió.

—¿alguna vez has escuchado tu canción favorita? O ¿tienes un sonido favorito, o algo por estilo que ,cuando lo escuchas te sientes feliz y en calma?

Souichi no entendió.

—Mi melodía favorita es la de tu corazón— le dijo dibujando una sonrisa solemne, de nuevo acomodó su oreja para seguir escuchando los pálpitos de aquel avergonzado corazón, ahora estaba aumentando su ritmo —y lo es más porque es de la persona que más amo.

Se hizo el silencio en la sala. Aquel corazón seguía latiendo con una gran emoción desconocida, Morinaga tenía ese enfermizo talento de hacerlo sentir de esa forma, tan desequilibrado y emocionado por escuchar solamente palabras.

La relajación llegó a su mente, decidió escuchar el aleteo de las mariposas de su estómago y se armó de valor para ser recíproco.

Tetsuhiro sintió unas manos peinar su cabello y acariciar su espalda, aquellas caricias fueron gentiles y tiernas. Ninguno habló, disfrutaron del silencio y de sus cuerpos que ya habían encajado a la perfección, en donde ya no se sentía tensión o inseguridad.

Ambos escucharon en silencio la melodía de sus emociones.

Miss Book

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Miss Book

¡Hola, querido lector!

Como ya se habrán dado cuenta, mi temática favorita para escribir son los abrazos.

He escrito, por todos lados, diversas narraciones sobre esto. Y confieso que tengo en mi cabeza mil y una formas para describir un abrazo diferente. También te confieso que la persona detrás de este alias, Alejandra, ha dado y recibido muchísimos abrazos en su vida, por eso escribir sobre ello es de lo más natural y ridículamente normal.

Los personajes son solo una decoración, lo escribo con la esperanza de que lo puedas sentir. Quizá no lo necesites, de todas formas lo envío para ti en forma de letras. No todo el tiempo somos una cuenta o un user, detrás de mi pantalla hay personas reales a las cuales les deseo todos los brillitos de colores del mundo.

Recibe un abrazo apretado, con olor a pan recién horneado y suave como algodón.

Que nuestros brazos, nuestras mentes y corazones no se cansen de dar y recibir amor de quienes nos rodean, no te compliques con lo último, hay muchas clases de amor. Que nuestras melodías sean escuchadas por alguien digno, y si no lo tienes, estoy segura que alguien está aprendiendo a leer partituras para poder escucharte.

La melodía del corazón a veces va lenta, se escucha cansada y va bajando de tono. También hay pausas, silencios y movimiento en los compases para crear nuevos acordes y así tu cajita musical pueda seguir emitiendo eco.

Te envío un abrazo, por si lo necesitas, o si deseas puedes guardarlo en el bolsillo.

Con cariño, Ale.

PD: Ya fue mucha miel en estos días. 

*Esta cuenta necesita escribir dramas que rompan estabilidad emocional*

Entre ParéntesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora