Capítulo 14

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Una vez llegué a la habitación, me dejé caer sobre la cama y recordé las últimas horas.

Aún no podía creer lo que estaba pasando. Había encontrado a mi mate y era increíble. La emoción bullía en mi interior y tenía ganas de chillar como una adolescente enamorada.

Todo en Killian era impresionante. No solo su atractivo, sino su personalidad. El cuidado y respeto con el que me trataba, ver como se interesaba por cada cosa que decía durante la comida y la manera en que me miraba.

Absolutamente, nada de lo que había escuchado de la conexión de mates se comparaba a experimentarlo. Aún tenía muchas preguntas y dudas, por supuesto, pero era innegable que estábamos hechos el uno para el otro.

Dios. Si ya me sentía así tras unas pocas horas con Killian, ¿cómo será pasar el resto de mi vida a su lado?

Entonces, escuché cómo la puerta se abría suavemente y Maze entraba en la habitación. Su rostro se iluminó con una sonrisa cuando me vio recostada en la cama.

—¡Izzy! —exclamó, acercándose rápidamente—. ¿Cómo te sientes? ¿Qué ha pasado? ¡Dime todo! 

 Me incorporé y le sonreí ampliamente, sintiendo una oleada de felicidad al compartir mi experiencia con ella.

—Maze, ha sido increíble —respondí emocionada—. Hemos estado hablando un rato. Ha dicho que quiere conocerme más y hemos quedado mañana para cenar.

Maze dejó escapar un suspiro de alivio y felicidad, y se sentó junto a mí en la cama.

—¡Oh, estoy tan feliz por ti! —dijo, abrazándome con fuerza—. Te lo mereces más que nadie. Después de todo este tiempo buscando a tu mate, finalmente lo has encontrado, y no podría estar más emocionada por ti.

Me sentí reconfortada por las palabras de Maze y le devolví el abrazo con cariño.

—Gracias, Maze. Yo también me alegro por ti —le dije sinceramente.

Después de un momento, Maze se separó y me miró con curiosidad.

—¿No te parece extraño todo esto? —inquirió, gesticulando con las manos—. Quiero decir, llevamos mucho tiempo esperando por nuestros mates y resulta que son hermanos.

Además, son rogues, o sea, ya no lo son, han formado una manada reconocida por el Consejo, pero me entiendes. No me estoy quejando ni nada. Me da igual eso —divagó, hablando con rapidez—. Pero, ¿entiendes lo que significa para nosotras?

Suspiré y me recosté en la cama, pensando en las implicaciones de mi nuevo vínculo con Killian.

—Bueno, parece que tendremos que mudarnos a la manada de rogues —expliqué—. Supongo que eso significa dejar Alemania y empezar de nuevo en un lugar completamente diferente.

Maze asintió, mostrando comprensión.

—Sí, suena como un gran cambio —dijo—. Pero no me refería a eso. Mudarnos no será la gran cosa. Ya lo hemos hecho antes.

—Bueno, hace mucho que no convivimos dentro de una manada y...

—¡Exacto! —interrumpió, volviendo a su diatriba— Y, encima, seremos las mates del alfa y beta de esa manada. No vamos a pasar precisamente desapercibid...

De repente, Maze se calló y abrió los ojos de sobremanera, levantándose de la cama con rapidez y mirándome consternada.

—¡Oh, por dios! ¡Vas a ser Luna!

Abrí la boca para hablar, pero al final no dije nada, solo asentí. Maze tenía razón. Como pareja del alfa, yo me convertiría en Luna. Claro que eso no era ninguna sorpresa. Desde el momento que Killian me dijo que era el alfa de Dark Moon, me di cuenta de en que posición me dejaba eso, aunque tampoco lo pensé mucho. Todo había ocurrido muy rápido y no estaba preparada para asimilar la repentina responsabilidad que tenía sobre mis hombros.

Comencé a sentirme un poco agobiada al pensarlo con más profundidad. Tendría que dirigir una manada. Por supuesto, sería junto a Killian, quien estaba segura de que sería un gran compañero y me ayudaría a adaptarme a mi nuevo puesto, pero sería difícil. Sobre todo teniendo en cuenta que ya no recordaba siquiera lo que era convivir en manada, ni ser responsable de nadie.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por Maze, que comenzó a farfullar la increíble luna que sería y lo felices que seríamos junto a nuestros mates.

Yo volví a asentir, no muy convencida de lo primero. Aun así, sonreí agradecida por la amistad y el apoyo incondicional de Maze.

—Gracias, Maze.

—¿Por qué?

—Por estar para mí siempre que te necesito.

Maze se acercó de inmediato a mí para abrazarme.

—Siempre lo estaré. Ya no tendremos que separarnos y podremos tener un hogar de nuevo —dijo, rompiendo el abrazo y tomando mis manos entre las suyas—. De ahora en adelante, todo irá a mejor. Ya verás.

—Sí. Seguro que sí —afirmé, convencida.

Qué equivocada estaba.

Alfa de roguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora