Capítulo 3

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Al llegar, Maze corrió hacia la cama más cercana a la puerta y se tiró encima.

—¡Me pido esta! —gritó, extendiendo los brazos y las piernas bocabajo sobre la cama.

Me reí y le di una palmada en el culo.

Ella se giró hacia con una mueca y me sacó el dedo.

—¿Qué quieres hacer ahora?

Maze se quedo meditando mi respuesta mientras yo empezaba a desempacar.

De repente, se levantó de un salto de la cama y sacó un papel de su mochila.

—Aquí, amiga mía, tengo una lista de la películas Barbie para hacernos un maratón.

Empezó a saltar de emoción y yo puse una mueca.

—¿No te gusta mi plan?

—Me gusta, pero eso podemos hacerlo cuando regresemos a casa. Podríamos dar una carrera por el bosque. Quiero aprovechar que no estamos en la ciudad.

—No creo que sea buena idea.

—¿Por?

Maze me dedico una mueca de "¿En serio no sabes?"

—¿Has olvidado que van a venir rogues?

Asentí a sus palabras. Ese era uno de los grandes motivos por los que este año tenía la esperanza de encontrar a mi mate.

Desde hacía más de un siglo, se creó una especie de manada formada por rogues de todas partes. Esta se ubicaba en Alaska y era objeto de odio y miedo por parte de las demás manadas del mundo.

Se suponía que los rogues eran peligrosos, ya sea por los crímenes que cometieron o por qué mucho se volvían salvajes. Pero no eran una amenaza, ya que las manadas sabían lidiar con ellos.

La fuerza de un licántropo estaba en su manada y su mate. Sin la primera, los rogues se exponían a cualquier tipo de peligro sin la protección de una manada.

Como individuos, eran manejables, pero como grupo, eran potencialmente peligrosos.

Es por esto por lo que el surgimiento de esta nueva manada nunca antes vista era una amenaza y se había tratado de acabar con ella, sin éxito.

Durante el último siglo, la manada de rogues había conseguido lidiar con numerosos ataques y se había vuelto una de las manadas más fuertes de Alaska, puede que incluso del continente.

Ante la realización de que no podrían acabar con ellos, el consejo de alphas decidió reconocer a la manada. Fue algo así como "Si no puedes con tu enemigo, únete a él".

Y esa pareció ser una buena decisión, puesto que los conflictos habían cesado.

Reconocer la manada de rogues también implicaba incluirla en las ceremonias y reuniones que organizaba el consejo, lo que incluía "la reunión".

Hasta el momento los rogues tenían prohibido asistir, lo que resultaba un gran inconveniente para ellos puesto que muchos se vieron privados de la oportunidad de conocer a sus mates. Pero ahora se les permitiría asistir.

—Por hoy será mejor quedarnos en la habitación —concluyó Maze—. Cuando lleguen los rogues el ambiente se volverá un poco tenso. Y no quiero estar en medio.

—¿Crees que alguno de ellos será nuestro mate?

La sonrisa de Maze despareció. Parecía disgustada con la idea.

—Izzy, quiero encontrar a mi mate, por supuesto. Pero no sé si sea lo mejor que sea un rogué.

—No puede ser tan malo.

Suspiró ante mi negación.

—A los rogues los destierran por ser criminales.

—Pueden haber muchas razones para que eso ocurra. Quizá fue un castigo excesivo o...

—Izzy —me interrumpió, su rostro se veía completamente serio—. No tiene sentido pensar en algo que puede no ocurrir.

Me la quedé viendo, un poco herida por sus palabras.

—¿Ya no quieres un mate? ¿O no lo querrías si fuera un rogue? —dije, con la agitación bulléndose dentro de mí.

—Si la diosa Luna escoge un rogue como mi compañero, por supuesto que lo aceptaré. Pero...—Su voz tembló—. No quiero volver a tener esperanzas y luego darme una hostia cuando resulte que no encuentre a mi mate.

Me quedé aturdida por sus palabras. Maze tenía razón.

Alfa de roguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora