Capítulo 13

37 4 0
                                        

Nos levantamos de la mesa y nos dirigimos hacia los jardines, dejando atrás las risas y conversaciones animadas. Caminamos en silencio por un momento, dejando que el suave murmullo de la noche llenara el espacio entre nosotros. Aunque tenía un montón de preguntas, decidí disfrutar del momento.

Finalmente, Killian rompió el silencio, su voz suave y profunda resonando en el aire nocturno.

—Isabella, sé que esto puede ser abrumador, pero quiero que sepas que estoy sinceramente interesado en conocerte mejor. No es solo por la conexión que sentimos como mates, sino porque siento una atracción genuina hacia ti —soltó rápidamente, como si hubiera planeado cada palabra que decir y temiera equivocarse. Tomó una profunda respiración antes de continuar—. Sé que esto no es lo que esperabas. Kate me habló un poco de Mazikeen y de ti. Hace mucho que esperáis encontrar a vuestro mate y... Te habrás decepcionado al ver que tu mate es un rogue. Y nada menos que el alfa.

—Killian, eso no es así —me apresuré a decir, sorprendida por sus palabras.

—Esta bien —aseguró, aunque no pasó desapercibida la tristeza en su voz—. Soy consciente de todos los prejuicios que persiguen a los rogues. Pero te puedo asegurar que todos los miembros de mi manada son buenas personas que se volvieron rogues por motivos que no tienen nada que ver con ningún delito, al igual que Kate y yo. Te lo prometo.

Yo asentí, sin saber que decir. No dudaba de su palabra. No cuando me miraba directamente a los ojos con una firmeza y determinación imposibles de fingir. Y, a pesar de mis dudas, una parte de mi se alivió.

—Te creo —dije, después de un largo momento de silencio—. Y no estoy decepcionada. De verdad.

Agarré sus manos, estrechándolas entre las mías mientras daba suaves caricias. Mis ojos se encontraron con los suyos, y una pequeña parte de mi se sintió reconfortada al ver que ese intimidante hombre se mostrara vulnerable ante mí.

—Es cierto, que me sorprendí al principio. Pero todo lo que he visto de ti hasta ahora no ha hecho más que confirmarme lo afortunada que soy. Por una vez, siento que todo el tiempo que he pasado esperándote ha válido la pena.

De repente, los brazos de Killian me envolvieron con fuerza, apresándome en su abrazo. Su cabeza se apoyó en mi hombro y sentí como aspiraba con fuerza.

—Dios, no tienes idea de lo increíble que es tu aroma. Vainilla y caramelo. Delicioso.

Ese tono ronco y grave sumado al breve beso que dio en mi cuello me provocaron un reconfortante escalofrío. Era increíble el poder que tenía sobre mi, como podía provocarme tanto con unas pocas acciones.

Se separó un poco de mí, dejando sus manos apoyadas en la curva de mi cintura y se inclinó para besarme de nuevo, esta vez en los labios. Esta vez fue más suave y lento, mostrando una intimidad diferente a cuando nos besamos por primera vez en el baño del restaurante.

Tras unos segundos más, se separó de mi, mostrando una gran sonrisa.

—Yo también lo pienso. Que ha valido la pena esperar por ti.

Fruncí el ceño, consciente de algo que se me había pasado preguntar.

—Tú has esperado por mí —repetí sus palabras, más para mí que para él—. ¿Cuántos años tienes?

—132.

132. Claro. Tenía sentido. La manada Dark Moon se había formado hacia varias decadas, aunque aun no fuera reconocida por el resto. Por supuesto que Killian debía ser tan mayor, y, a pesar de tener solo unos años más que yo, me costó procesarlo.

—¿Qué pasa? —inquirió, viendo la sorpresa dibujada en mi rostro—. ¿Esperabas que fuera más mayor?

—No, lo contrario —respondí, dudando de si decir lo que pensaba—. Esperaba que fuera más joven. Es decir, no tú. Esta claro que no puedes ser un crío de veinti pocos. Pero no sé... He estado tanto tiempo esperando a mi mate que me había convencido de que aun no había nacido. Pensé que si llegaba a conocerlo sería mucho más joven que yo.

—Entiendo —asintió, mostrando una sonrisa ladina mientras se inclinaba hacía mi rostro—. Aunque puedo asegurarte que puedo complacerte más que un niño de vente —susurró, insinuante.

Giré la cabeza, incapaz de sostenerle la mirada. Estaba segura de que mis mejillas se habían teñido de un fuerte sonrojo. Abrí la boca para hablar, pero no conseguí emitir una sola palabras. ¿Qué se decía cuando tu mate, terriblemente atractivo e irresistible, se te insinuaba. Cientos de imagenes de ambos se aparecieron en mi mente, avergonzándome.

Escuche como soltaba una pequeña carcajada. Joder. Hasta su risa era caliente.

—Que suerte he tenido contigo —dijo, besando mi mejilla—. Prometo demostrarte lo feliz que puedes ser a mi lado.

Sonreí, sintiendo una calidez reconfortante en mi pecho. Su confesión me conmovió profundamente, haciéndome sentir aún más segura de mi decisión de darle una oportunidad a esta conexión que había surgido entre nosotros. Y, aun sin decirlo en voz alta, le prometí lo mismo.

Caminamos en silencio por un rato más, disfrutando de la compañía mutua y la tranquilidad de la noche. Finalmente, nos detuvimos frente al hostal donde nos estábamos quedando Maze y yo, y Killian se volvió hacia mí.

—Isabella, ¿te gustaría cenar mañana por la noche? Quiero conocerte más. Y aunque preferiría pasar la tarde contigo, debo ocuparme de un asunto de la manada.

Su oferta me llenó de emoción, y asentí con una sonrisa.

—Me encantaría, Killian.

Él sonrió ampliamente, sus ojos brillando con anticipación.

—Entonces, mañana por la noche será. Estoy deseando que llegue.

Se despidió brevemente de mí y se marchó, no sin antes de besarme de nuevo.

Alfa de roguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora