Capítulo 23

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Me quedé sola en la cabaña, sintiendo la tensión y la incertidumbre pesando sobre mis hombros.

La ausencia de Killian dejó un vacío en mi pecho, un anhelo por su presencia que se intensificaba con cada minuto que pasaba. Sabía que él tenía razón al pedirme que me quedara atrás, pero eso no hacía más fácil la espera ni disminuía mi preocupación por él.

Me senté en el sofá, abrazando mis rodillas mientras esperaba, con la esperanza de que Killian regresara pronto y con buenas noticias.

No tenía idea de como iría la reunión, pero dadas las circunstancias, temía por Killian y su manada. Si el alfa de True Blood creía que habían cometido el asesinato, podría solicitar al Consejo de Alfas un duelo oficial contra Killian, y eso solo podía terminar con uno de ellos dos muerto.

Los minutos se convirtieron en horas, y el fuego en la chimenea comenzó a languidecer lentamente. Me envolví en una manta, tratando de mantener el calor mientras mis pensamientos daban vueltas en círculos.

Finalmente, cuando comenzaba a amanecer, escuché el sonido de pasos acercándose a la cabaña. Mis sentidos se agudizaron instantáneamente, y mi corazón dio un vuelco de alivio al reconocer el aroma de Killian.

Me levanté del sofá con rapidez, corriendo hacia la puerta y abriéndola justo a tiempo para ver a Killian aparecer entre los árboles, con el sol matutino bañando su rostro en una luz dorada.

Nuestros ojos se encontraron, y su expresión se suavizó al verme allí, esperándolo.

—¿Estás bien? —pregunté, mi voz temblando ligeramente con la emoción contenida.

Killian asintió con una sonrisa cansada, pero aliviada.

—Estoy bien.

Asentí con una sonrisa de alivio, dejando pasar a Killian. Con cada paso que daba hacia el interior de la cabaña, sentí un peso levantarse de mis hombros, remplazado por una sensación de paz y seguridad al tenerlo de vuelta a mi lado.

Estaba agradecida de tenerlo de regreso, sano y salvo.

—Ven, siéntate —dije, indicándole el sofá mientras me acercaba a él con gesto reconfortante.

Killian se dejó caer en el sofá con un suspiro, y me senté a su lado, sintiendo la calidez reconfortante de su presencia. Por un momento, nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando de la compañía del otro después de la tensión de las últimas horas.

—¿Quieres hablar de lo que pasó? —pregunté suavemente, rompiendo el silencio con cuidado.

Killian asintió, su mirada perdida en las llamas moribundas de la chimenea.

—La reunión fue difícil. El alfa estaba furioso por la muerte de uno de sus miembros, y no estaba dispuestos a escucharme —informó, su voz resonando con un deje de frustración—. Pero conseguí hacerle entrar en razón. No hay pruebas de que fuimos los responsables, salvo un par de especulaciones. Aunque no estamos libres de sospecha.

Asentí en comprensión, sintiendo una punzada de preocupación por lo que esto significaba para Killian y su manada.

—Todo se solucionará —dije, tratando de consolarle, aunque sabía que solo eran palabras vacías.

Killian me miró con ternura, sus dedos acariciando mi mejilla con suavidad.

—Lo sé. Averiguaremos quien esta detrás de esto —aseguró, su voz llena de convicción.

Me aferré a sus palabras, esperando que así fuera.

Nos quedamos en silencio por un momento más, sumergidos en la calma reconfortante de estar juntos una vez más.

Alfa de roguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora