Capítulo 5

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—Isabelle Mathews, vas a tener a todo el que te miré babeando.

Sonreí mientras miraba a Maze a través del reflejo del espejo.

Ambas estábamos terminando de cambiarnos para asistir al acto oficial de inicio de la reunión.

Yo iba con un vestido de seda negro y unos tacones del mismo color. Conjunto que Maze había elegido para mí porque según ella "Este podría ser nuestro primer encuentro con nuestro mate y debemos estar sexis".

Por otro lado, Maze llevaba un mono azul marino que se ajustaba a su cuerpo.

Estaba preciosa. Con su cabello rubio recogido en una trenza y maquillada con una sombra de ojos oscura que realzaba su iris azul.

Ella estaba detrás de mí, haciéndome unas hondas en el pelo con la plancha.

Una vez terminado, Maze extendió mi cabello pelirrojo por delante de mis hombros para que viera el resultado.

Me quedé admirando mi apariencia.

—Deberías hacerte estilista.

Se río y acercó su neceser de maquillaje adonde yo estaba.

—Prefiero guardarme mi talento para mi misma. Gracias —dijo risueñamente. Con una brocha empezó a maquillarme—. Además, me necesitas en la empresa. No puedo dejarte tirada.

—Oh, que buena amiga eres.

Le lancé un beso imaginario y ella hizo como si lo agarrara y se lo guardara en el bolsillo.

En ese momento, llamaron a la puerta.

Maze la abrió y ahí estaba Luke.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó con el ceño fruncido.

—Venía a acompañarte a nuestros asientos.

—No hacía falta. A cada manada se le asigna el mismo lugar siempre. Y ya he estado las suficientes veces para saberlo de memoria.

La respuesta tajante de Maze pareció avergonzar a Luke, así que me apresuré a coger mi bolso y acercarme a ellos.

—Bueno. Creo que debería ir yendo. Ya nos veremos luego —Me incliné un poco hacia Maze para susurrarle—. Sé buena con él.

Sin esperar una respuesta, salí rápidamente.

Una vez fuera del hostal, camine lentamente hacia donde estaría mi manada.

Durante el acto de inicio, todos los licántropos debían situarse en un lugar concreto junto con su manada. Por eso Luke había ido a nuestro cuarto con la excusa de acompañar a Maze.

Solo esperaba que ningún miembro de mi manada se acercara a hablarme. Sería incómodo, por lo que prefería ahorrármelo.

Una vez que llegué, vi algunos rostros conocidos, pero por suerte nadie me habló.

Me quedé sentada en mi silla mientras veía a los licántropos de las distintas manadas llegar.

Me concentré en mi entorno, esperando oler ese característico aroma que te indicaba que tu mate estaba cerca.

Pero aún nada.

Era obligatoria la asistencia al acto de inicio, de modo que todos los licántropos sin pareja esperaban expectantes por su compañero.

Lo cierto es que este era el momento decisivo en el que descubrirías si tu mate estaba entre los presentes o no. Los siguientes días serían simples actividades y eventos para divertirse y reforzar la interacción entre las manadas.

Intenté inspirar y expirar unas cuantas veces para poder calmar los latidos de mi corazón.

La expectativa era tanta que incluso sentí un leve temblor en mis manos.

Podía ver como a medida que llegaba la gente, diferentes parejas se reconocían como mates, abrazándose y besándose sin reparos.

No podía esperar por hacer lo mismo.

Mi mirada estaba clavada en el lugar donde se sentaba la manada de rogues.

Todos mantenían una distancia prudencial lejos de ellos.

Yo, en cambio, los observaba esperanzada.

Después de estar más de un siglo esperando a mi mate, ya no me importaba su rango, manada o incluso si era un rogue.

Solo quería tenerlo a él.

Pero a medida que pasaban los minutos, los asientos se llenaban y cada vez menos personas llegaban.

Entonces, en el momento en que uno de los miembros del consejo de alphas se subió al estrado a dar el típico discurso de todos los años, supe que ahí se había acabado.

No quedaban más licántropos por llegar. Y ninguno era mi mate.

Mi vista se quedó clavada en la nada, intentando retener las lágrimas que amenazan con salir.

Como pude, ahogué mi llanto.

Tenía un nudo en la garganta que no me dejaba respirar.

Me sentía patética por sentirme tan decepcionada. Era lo mismo de siempre, ya debería estar acostumbrada.

Lo peor fue ver las miradas de lastima que me dirigían los miembros de mi manada.

Esas personas que en el pasado me habían ignorado y despreciado por no recibir la bendición de la diosa Luna me miraban con una lastima que no quería recibir.

Apenas pude reprimir el impulso de levantarme y marcharme. Eso sería una falta grave.

Así que tuve que quedarme ahí, sentada con el rostro más indiferente que pude poner y esperar a que todo terminara.

Alfa de roguesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora